| Cuando elegimos el lugar para irnos de vacaciones, por ejemplo. Nos planteamos distintas alternativas.
Puede ser un viaje a la playa para relajarnos.
O recorrer las principales ciudades de Europa. Un paseo a todo ritmo por los sitios y monumentos históricos de cada país del Viejo Continente, a pura caminata y traslados en tren y avión.
O por qué no, irnos de mochileros a visitar las principales ciudades de Latinoamérica.
Todo plan de vacaciones tiene sus pros y sus contras, sus beneficios y sus riesgos. Si elegimos un paquete turístico para irnos a un lugar paradisíaco con todo incluido, estamos dispuestos a pagar una importante suma de dinero para obtener las mejores comodidades. La comida y la bebida a nuestra disposición, la playa a pasos de nuestra habitación y las excursiones organizadas para que nos despreocupemos y relajemos por completo.
Pero ¿qué sucede si estando en ese lugar paradisíaco nos afecta el mal tiempo? Lluvias y vientos incesantes nos obligan a quedarnos en nuestra habitación. Miramos por la ventana todos nuestros planes mojados por la lluvia
¿Y si se extravía nuestro equipaje? ¡Qué fastidio!
Imposible evitar los imponderables.
Pero podemos intentar reducirlos: irnos en fechas en las que llueve poco y las temperaturas son agradables. Llevamos lo más valioso de nuestro equipaje con nosotros y reducimos los inconvenientes que podría generar una pérdida.
En definitiva, lo que buscamos es que las chances jueguen a nuestro favor. Que lo más probable que pase es que obtengamos el beneficio que tanto esperamos de nuestras vacaciones sin pasar por amargos sobresaltos.
Con las inversiones pasa lo mismo.
Inclinamos la balanza Invertimos en aquellos activos a los que les vemos potencial. También en aquellos que periódicamente nos proveen de una renta acorde a lo que queremos ganar.
Las acciones norteamericanas habrían perdido ese potencial. Al parecer la opción de comprar y mantener por unos años no sería la adecuada para estos tiempos.
Los principales índices están en máximos históricos. Se muestran “cansados”, con poca gasolina y dificultades para seguir subiendo. Esto sucede en un contexto en el que se teme que la guerra comercial entre Estados Unidos y China termine generando una recesión a nivel global.
En una recesión las empresas ganan menos. Incluso pueden registrar pérdidas. Y eso se reflejaría en una fuerte caída de sus acciones.
Entonces, el buy&hold con acciones norteamericanas nos podría dar poco y quitar mucho.
Mejor hacer trading.
Comprar y vender acciones para obtener una ganancia en poco tiempo aprovechando los momentos del mercado.
Por si no estás al tanto, los precios de las acciones se mueven en tendencias. A veces van hacia arriba, otras hacia abajo. Y a veces hacia el costado. Lo podemos ver en los gráficos que nos muestran su evolución a lo largo del tiempo.
Cuando hacemos trading buscamos comprar cuando las acciones dejan de bajar para empezar a subir. Y viceversa cuando queremos vender.
A simple vista, parece sencillo. Pero no lo es.
Puede suceder que compremos las acciones después de una fuerte caída pensando que su precio va a rebotar rápidamente. Pero eso finalmente no ocurre y su precio sigue cayendo y destrozando nuestro capital.
O puede pasar que compremos las acciones oportunamente y que las vendamos en forma apresurada ante el mínimo indicio de una posible reversión del precio hacia la baja. No es raro que baje a niveles en los que nuevos compradores la consideren una oportunidad y la lleven de vuelta hacia arriba, incluso a valores superiores a los que vendimos, y nos perdamos de ganar por ser excesivamente precavidos.
La clave a la hora de hacer trading es encontrar aquella estrategia que nos pueda dar más que lo que nos pueda quitar. Ese sistema que nos indique cuándo comprar y cuándo vender.
Pero, desde ya, te aclaro que en el trading se gana y se pierde. No existe un sistema infalible que te permita ganar siempre. Por eso, siempre hay que fijar de antemano el stop loss. Es decir, ese nivel de precio en el que asumimos que nuestra estrategia de inversión no resultó y preferimos vender a pérdida para cuidar el capital de un mayor daño.
Hay varias herramientas que podemos usar para armar nuestro sistema.
Muchas de ellas involucran el uso de gráficos sobre la evolución de los precios.
Allí podemos detectar soportes y resistencias, es decir, aquellos precios en los que el mercado considera que la acción está subvaluada o sobrevaluada, y una ola compradora o vendedora suele empujar el precio hacia arriba o hacia abajo. La llegada del precio a niveles de soporte (bajos) nos transmitiría una señal de compra, mientras que lo contrario sería cuando el precio se ubica sobre una resistencia.
Otra de las herramientas que podemos usar son los senderos o canales de tendencia. Los armamos uniendo con líneas rectas los precios mínimos por un lado y los máximos por el otro. Si el precio está dentro de un canal alcista es muy probable que en algún momento siga subiendo. Y viceversa en el caso bajista.
Pero, si el precio rompe hacia arriba el canal de tendencia bajista, aumentan las chances de que continúe yendo hacia arriba, lo que nos señalaría una oportunidad de compra. Si el precio rompe el sendero hacia abajo, es probable que siga cayendo lo que implicaría una señal de venta.
Parece complicado, pero en realidad es sencillo y lo utilizamos en la vida cotidiana: cuando vamos a comprar algo, a veces nos parece que está caro y a veces nos parece que está barato, dependiendo de los precios más altos o más bajos que hemos visto anteriormente para ese mismo producto. Cada producto tiene una historia de sus propios precios y los consumidores la conocen, así es como se pueden tener expectativas de precios altos, precios bajos y la tendencia de aumento o disminución de los mismos.
Hay otras herramientas más avanzadas de análisis de gráficos que sirven para el armado de sistemas. El uso de patrones de comportamiento, ciclos de mercado, medias móviles y retrocesos y proyecciones de Fibonacci. Pero ellas merecen un capítulo aparte.
Lo importante es encontrar un sistema de trading eficaz, que nos permita proyectar objetivos de ganancias acordes a la realidad, que sean mucho mayores y más probables que las pérdidas que pueden suceder en caso de que la estrategia no dé resultado.
Así la suerte (y el dinero) van a estar de nuestro lado.
Hasta el próximo trade,
Bruno Perinelli
Para El Inversor Diario |
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