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Las causas del FMI para hablar de "riesgos políticos elevados"

La frase “riesgos elevados” incluida en el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre la Argentina tiene, según fuentes del organismo, una razón simple. Según la visión de los técnicos que manejan la relación con el país, no está claro que luego de los resultados electorales de este 2019, exista el consenso político suficiente como para que la Argentina pueda avanzar en las tres reformas clave que se exigen para la meta máxima para el 2020. Si el país quiere negociar una mutación del acuerdo stand by a uno de Facilidades Extendidas (mejorando sustancialmente los plazos y tasas de interés), deberá avanzar en cambios en los sistemas previsional, laboral e impositivo. Esto es, discutir durante un tiempo corto y prudencial los proyectos de ley en cuestión, enviarlos al Congreso, que el Poder Legislativo los apruebe y que antes de fin del 2020 estén reglamentados. Sin estas reformas, las negociaciones con el FMI para refinanciar los vencimientos con el organismo y extender y flexibilizar las condiciones, serán difíciles de manejar.
“Los riesgos del programa son elevados y lo más desafiante es la incertidumbre por el período electoral que se avecina. Así quedó claro durante la turbulencia de abril”, fue la frase redactada por el jefe de la misión argentina, el italiano Roberto Cardarelli, supervisada por el director gerente para el Hemisferio Occidental Alejandro Werner y entregada al board del FMI el viernes pasado para su análisis. La interpretación de la frase (poco común en un organismo que casi como religión evita opiniones políticas, y menos por escrito y de acceso público), fue unívoca para todos los presentes en el momento de analizar la situación argentina. Saben dentro del Fondo que para el país resulta inevitable una renegociación de los términos del stand by firmado en septiembre del año pasado; acuerdo que, según la palabra del propio Cardarelli en Buenos Aires, fue diseñado sólo para estabilizar el tipo de cambio. Una meta que, con la inestimable ayuda de los dólares anticorridas, terminó de aplicarse exitosamente (al menos hasta aquí) desde fines de abril de 2019. Así se lo dejó en claro el economista italiano a los referentes de la oposición con los que se encontró en mayo pasado.

Contexto

Tomando esta realidad, dentro del FMI se elaboró la alternativa de una renegociación rápida del acuerdo con el próximo gobierno en el primer trimestre del 2020 (sea una segunda gestión de Mauricio Macri o una llegada de Alberto Fernández); con la fórmula de la mutación en uno de Facilidades Extendidas. La cuota que pasaría a pagar sería menor a 3% de interés y los plazos a más de 10 años. Incluso se podría negociar un aumento en el dinero prestado; incluyendo un upgrade en el crédito de entre 10.000 y 13.000 millones de dólares. Con este dinero el próximo gobierno cubriría las necesidades financieras hasta fines del 2021; año considerado el más complicado de los próximos 4 en cuanto a la cantidad y calidad de vencimientos de deuda.
En el caso de una reelección de Mauricio Macri, la zanahoria es auspiciosa. Liberaría a Macri de amenazas financieras hasta los dos años finales de su última gestión. Sin embargo, desde el FMI se analiza que en este caso el riesgo político pasa por la incógnita que puede haber en una segunda gestión de Macri en cuanto a las posibilidades de contar con el apoyo legislativo suficiente como para avanzar en la aprobación en Diputados y en el Senado de las reformas reclamadas. Si la tendencia se confirma y el país va a una polarización; el Presidente deberá negociar necesariamente con la oposición la aprobación legislativa de los cambios impositivos, previsional y laboral. En otras palabras, deberá sentarse en una mesa con el eventual vencido justicialismo opositor para que el Congreso apruebe las leyes que el Fondo le reclama para el cambio de un stand by a un Facilidades Extendidas.
En el caso de una victoria de Alberto Fernández, los “riesgos elevados”son aún mayores. Y dichos por el propio candidato del Frente de Todos, en el encuentro que el 27 de junio mantuvo, cara a cara, con Werner. En la visita especial que el mexicano hizo para encontrarse con el candidato (y con Roberto Lavagna), ofreció un cambio de lógica en la propuesta del FMI, basado en su experiencia como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner“Nosotros negociamos muy duro con Horst Köhler en septiembre de 2003. Finalmente llegamos a un acuerdo y lo cumplimos. Y en diciembre de 2005 ya no le debíamos nada al FMI. Lo que hicimos es poner en marcha el aparato productivo del país. Ahora a proponemos lo mismo”, dijo Fernández alejándose de la oferta de un acuerdo de Facilidades Extendidas. Según el candidato, en un eventual gobierno con su presidencia, se “aplicará una política de crecimiento que le permita al país generar los dólares para pagar la deuda. Todo lo contrario del acuerdo actual”. Para peor, en esa reunión criticó la autorización que desde el FMI se le hizo en abril pasado al gobierno de Mauricio Macripara utilizar los dólares del stand by para enfrentar corridas. Fernández preguntó: “¿cómo fue que se aprobó el último acuerdo, donde se está violando el acta constitutiva del FMI? ¿Cómo le dieron un préstamo semejante a Macri en estas condiciones?”. Hablaba de la habilitación que llegó el último 29 de abril, para que el Gobierno pueda utilizar hasta u$s 9.000 millones para contener eventuales corridas hasta fin de año; mecanismo que le permitió al Gobierno sostener una estabilidad cambiaria que probablemente llegue a las elecciones Paso. El candidato definió este último acuerdo como un pacto “con Macri, no con la Argentina” que generó “un dólar ficticio y electoral”.
El candidato que va a las elecciones de octubre en fórmula con Cristina Fernández de Kirchner, reiteró que la voluntad de un eventual gobierno bajo su gestión respetará el acuerdo firmado por el FMI; pero reiterando que se necesita renegociar los términos, sin pedir dinero extra, extendiendo plazos y sin que el organismo fiscalice cuentas locales y, mucho menos, reclame reformas estructurales. La traducción que se llevó Cardarelli a Washington, es que bajo la fórmula Fernández- Fernández, pensar en reformas laborales o previsionales, es una utopía. Al menos en los términos que creen desde el FMI que necesita el país.


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