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Dinero: ¿quién tiene "la vaca atada"?

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
“¿Cuánto gana por mes fulano? ¿80 mil pesos? ¡Ese sí que tiene la vaca atada!”
Esta exclamación, que podemos escucharla de boca de un amigo en cualquier reunión, encierra en sí misma una serie de supuestos simplistas que llevan directamente a una falacia: la idea de que el ingreso es Dios y que el resto de las variables vinculadas al dinero no influyen en la salud financiera de una persona.
En la columna de hoy, analizaremos la relación ingreso/patrimonio con el objetivo de transformar nuestra mirada y generar una nueva escala de valores económicos para poder ingresar en una etapa de hábitos financieros saludables.
La vida es mucho más que los ingresos
Perfecto. Fulano gana 80 mil pesos por mes, pero. ¿Cuál es su verdadera situación financiera? Ese dato aislado nada me dice al respecto. Por lo tanto, desconozco si tiene la vaca atada o en realidad lo corre un toro. Para poder hablar con propiedad de su economía personal, debo contemplar 3 ítems fundamentales:
1) La naturaleza de los ingresos: No es lo mismo percibir 80 mil pesos mensuales netos por un trabajo en relación de dependencia (ingreso unidireccional) que ganar, por ejemplo, 35 mil pesos por una actividad independiente como monotributista y 1.000 dólares mensuales por intereses generados a partir de inversiones financieras. En el primer caso, el ingreso puede calificarse de riesgoso por la posibilidad de perder el empleo en una crisis como la actual. En el segundo, la diversificación de las inversiones permite mitigar el impacto de un escenario recesivo e incluso aprovechar el contexto para maximizar los intereses percibidos.
2) El nivel de gastos: Los 80 mil pesos mensuales no son más que un dato nominal. No indican el poder adquisitivo real de una persona. Si alquila un departamento en un barrio residencial y manda a sus hijos a un colegio privado, posiblemente poco o nada le quede para ahorrar. Esos 80 mil pesos tendrán un mayor valor en su vida si su nivel de gastos fijos y variables (entre los cuales se encuentran los peligrosos gastos hormiga) están controlados. De lo contrario, lo que para un amigo nuestro puede parecer mucho, para fulano resulta insuficiente. En consecuencia, la optimización de los gastos a través de un análisis previo como el que estudiamos anteriormente es lo que puede hacer que esos 80 mil pesos valgan más en términos reales, porque posibilitarían la aparición de un excedente que se transformará fácilmente en inversión y generación de ingresos pasivos.

3) La situación patrimonial: Llegamos al punto clave que nos dará la respuesta definitiva sobre el valor de esos 80 mil pesos. Si fulano se encontrara pagando una deuda contraída con la tarjeta de crédito o un préstamo personal o un crédito hipotecario, entonces estaremos hablando de intereses que erosionan el “poder de uso” de su ingreso y reduce su poder de compra. Para colmo, en un contexto inflacionario y de tasas muy elevadas, es probable que una porción cada vez más importante de su ingreso termine perdiéndose en el pago de intereses sin poder siquiera reducir el tamaño de la deuda. Si, por el contrario, fulano goza de finanzas saneadas y no le debe nada a nadie, entonces crece la probabilidad de que parte de ese ingreso facilite su paso de las finanzas personales a las finanzas patrimoniales. Nos referimos a la generación de un excedente mensual en la relación entre ingresos y gastos que se convierte en ahorro y puede destinarse a la compra de activos financieros que generen más y más rentas. En ese caso, los 80 mil pesos mensuales tienen un valor real superior porque posibilitan, en su proyección a futuro, un patrimonio cada vez mayor.
Conclusión
Los ingresos son un componente importante de quienes tienen la vaca atada, pero no necesariamente el más importante. Un mismo nivel de ingresos tendrá mayor o menor valor real dependiendo de su naturaleza, de las erogaciones mensuales de la persona que lo percibe, de su situación patrimonial y de su capacidad para generar nuevos ingresos con los excedentes generados.
Invertir toda nuestra energía en elevar los ingresos puede hacernos caer en la trampa de “la carrera de la rata”, en palabras de Robert Kiyosaki, donde el proceso se asemeja al del hámster que corre y corre siempre dentro de la misma jaula giratoria con forma de rueda.
Es habitual ver a familiares, amigos y conocidos corriendo como la rata sin poder dejar atrás sus deudas y volviendo todos los meses al punto de partida. Concentrarnos en diversificar nuestras fuentes de ingresos, en optimizar los gastos mediante el método 50/30/20 y en incrementar nuestro patrimonio calculando y mejorando el ratio de liquidez personal es lo que nos llevará a un crecimiento financiero tal vez lento pero seguro, sólido y perdurable.