La desilusión, la incertidumbre, la cólera y la
pena hoy nos alcanza a todos los argentinos por igual, pero para
muchos a esto se suma la falta de trabajo, el hambre, la miseria y
el abandono, indubitablemente vivimos momentos decisorios que
marcaran el destino, la suerte y el futuro de nosotros y nuestros
hijos.
En el año 2015 la mayoría de los argentinos
buscamos y votamos un cambio que encauzara a la república por el
camino que nos había marcado tres décadas antes el Presidente
Alfonsín, quien elegido por el pueblo y cuando emergíamos de las
profundidades y sombras de la dictadura, el empeñado en recuperar la
libertad, la democracia y las instituciones nos convoco a todos a una
cruzada de legitimidad democrática y que “nos sumáramos a ese
sentimiento ético que sostiene y se constituye en uno los más
nobles sentimientos del alma”.
Pues bien, apenas comenzada la actual
administración del Presidente Macri, muchos de quienes lo habíamos
votado le advertimos que las prioridades y el accionar en cuanto al
rumbo iniciado era equivocado, es decir el gradualismo para corregir
las variables económicas fundamentales que estaban descontroladas,
algo que ni siquiera intentaron, en contraposición a esto procedían
con un shock desproporcionado, imprudente e inconsulto en el aumento
de las tarifas de los servicios públicos, desequilibrando de esta
forma todas las estructuras de costos de las empresas y los
presupuestos de los asalariados, en el mientras tanto para financiar
el descontrol presupuestario esperaban ilusionados el aluvión de
inversiones externas que nunca llegaron, entonces no tuvieron mejor
opción que acudir al endeudamiento externo y finalmente agotada esta
instancia irresponsablemente recurrieron al FMI.
Muchos y de diferentes sectores hicimos pública
nuestra disconformidad, no fuimos tenidos en cuanta porque
prevaleció la desinformación, el ocultar la verdad, la imprevisión,
la inoperancia, la terquedad pero por sobre todas las cosas la
soberbia que obnubila la realidad y atrofia al pensamiento, los
resultados hoy nos golpean sin piedad y nos conducen al sufrimiento.
La semana que paso, parte del equipo económico
ante la gravedad de los índices de inflación, la magnitud del
cierre de comercios, las quiebras de empresas sin distinción de
tamaño o región, el aumento de los desocupados y el agravamiento de
la pobreza nos ofrecen como paliativo para contener el descontento
social y así llegar a las elecciones, (buscando la quimera de la
reelección del Presidente), algo que ya muchas veces se hizo en el
pasado con nulos o míseros resultados: precios controlados o
“acuerdo de caballeros” como dijo el Ministro Dujovne (esto nos
trae el recuerdo del ex Ministro de Economía Juan Carlos Pugliese
cuando en situación similar a esta popularizo la frase “les hablo
con el corazón y me contestan con el bolsillo”).
Precios acordados o controlados por favor esto es
solo tapar un agujero de la espumadera que hoy es nuestra economía,
pero esta vez su resultado es más dudoso que en oportunidades
anteriores dado a que fue desguasada la Secretaria de Comercio.
Pero a todo lo anterior debemos sumar la realidad
diaria que se refleja en el riesgo país: 854 puntos, la baja del 8%
en las acciones argentinas (ADR) que cotizan en Wall Street, la
inseguridad en cuanto al valor del peso ante el dólar, todo esto
motivado en parte por el eventual retorno al gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner, pero cuidado esta mala praxis no termina aquí
continuamos agrandando la bola de nieve que son las Leliq, por las
que el Banco Central paga el 67% de interés, pero si consideramos
que el dólar esta planchado artificialmente esta tasa de interés
resulta ser igualmente efectiva en dólares, esto es lo que estamos
pagando desaprensivamente e irresponsablemente a los Bancos, cuidado
que algunos funcionarios deberán en un futuro no muy lejano dar
cuenta de esta dadiva cuasi delictiva a los Bancos.
Todos conocemos que las Leliq son títulos que
solo pueden y deben tomar los Bancos, que vencen cada 7 días, es
decir como hay licitación diaria todos los días, hay vencimientos
que deben renovarse, ahora bien esta bola de Leliq continua creciendo
incontroladamente, como el Banco Central sustituyo encajes (billetes
y monedas) por letras de liquidez remuneradas, inicialmente los
Bancos tenían un limite de adquisición con un tope del 65% de los
depósitos, que luego el Banco Central elevo al 100%, esto
significa que la política de encajes sobre los depósitos queda
virtualmente diluida, esto genera una desprotección del ahorro de
los depositantes.
Es decir ya hoy las Leliqs son más peligrosas que
lo que fueron las Lebac y no olvidemos que para la liquidación de
las Lebac debimos devaluar y acudir apresuradamente al FMI, pero
ahora para las Leliq ya no tendremos al FMI, por otra parte
cualquier alteración o intranquilidad en el mercado interno por
motivos económicos o políticos o en los mercados externos por
hechos no previsibles, pueden generar una corrida hacia el dólar
que el Banco Central no podrá contener, entonces ¿Cual seria la
solución? Pregunta muy difícil de responder, porque aquí se abre
la Caja de Pandora, en primer lugar es que las extraordinarias
ganancias que vienen acumulando los Bancos durante esta
administración ya fueron liquidadas a sus accionistas, las
soluciones que trascienden según loa diferentes sectores que
provengan todas son muy difíciles de tomar, instrumentar y
concretar, un nuevo Plan Bonex, Convertibilidad o Dolarización.
Pero aquí no terminan nuestros padecimientos
porque como dice Dante Alighieri en La Divina Comedia a aquellos que
ingresan al infierno “Lasciate ogni speranza, voi, ch´entrate”
(Abandonad toda esperanza vos que entráis) Porque digo esto, porque
el año próximo no tendremos más créditos y si vencimientos y
amortizaciones que no podremos afrontar.
Entendemos que estamos ante un problema económico
que requiere consenso político por la envergadura de la crisis ya
que debemos encarar el problema macroeconómico en su totalidad y no
continuar con parches porque no hay soluciones parciales, la
indolencia e inoperancia en que esta sumido el gobierno puede
conducirnos de la actual crisis económica a un eventual default y la
hiperinflación, para terminar en el conflicto social, el peor de
los escenarios.
Es evidente que estamos haciendo un equilibrio muy
peligroso ante una profunda grieta que hoy nos ofrece: o la actual
administración que faltando prácticamente siete meses para
finalizar su mandato solo puede exhibir fracasos, que nunca tuvo
rumbo, que da manotones de ahogado y hoy se encuentra en el abismo
de las tinieblas, o como alternativa un gobierno kirchnerista, que
no debemos repetir, para ello acudamos a la memoria y con eso basta.
Miremos hacia delante y con serenidad y sensatez analicemos que
opciones tenemos, pero no volvamos a equivocar el camino.
Realmente el panorama es desolador, la inoperancia
abrumadora, los hechos se aceleran y los tiempos se terminan, las
consecuencias económicas y sociales son de una envergadura difícil
de cuantificar, si no tomamos conciencia de esta realidad que tenemos
ante nuestra vista no dudemos que nos aguardan tiempos aciagos.
Diego Lo Tártaro Presidente de IADER