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En campos inundados de Argentina, los patos nadan donde debería crecer la soja

 El agricultor argentino Mario Giustocio observa una serie de estanques que se han formado sobre un campo que, a esta altura, debería lucir el verdor de la siembra de plantas de soja. Es un día soleado, pero el pronóstico climático anuncia que más lluvias podrían estar en camino.
Lluvias que se sumarían a los 755 milímetros de agua que cayeron entre octubre y diciembre, desde los 250 milímetros que normalmente caen durante ese período en el este de la provincia de Buenos Aires, donde Giustocio posee sus tierras.
“Estamos preocupados porque el pronóstico en los meses de enero, febrero y marzo dice que va a llover más de lo normal y los suelos ya no resisten más”, dijo Giustocio entre los mugidos de las vacas que toman agua de los campos reservados para la soja, antes del diluvio, mientras en la proximidad nadan patos.
Argentina es un importante exportador mundial de soja y el proveedor más importante de su aceite y harina derivados.
La principal región sojera de Argentina se encuentra en el corazón de la pampa húmeda, en el centro-este del país que está en camino de entregar una saludable cosecha de 50 millones de toneladas del grano o más.
Sin embargo, las inundaciones en Norberto de la Riestra parecerían ser una especie de broma cruel luego de que, en la campaña del año pasado, una feroz sequía arrasó con la granja de Giustocio y muchos otros agricultores de la pampa argentina.
La sequía, una de las peores de las últimas décadas, recortó la producción de soja 2017/18 a 37 millones de toneladas, desde los 55 millones previstos al inicio de esa campaña.
Giustocio, quien administra 4.000 hectáreas de tierra, dice que perdió el 30 por ciento de su soja sembrada de manera temprana por las lluvias y que no ha podido implantar sus lotes de soja tardía.
La fecha límite ideal para que las semillas de soja estén en la tierra en Argentina es a fin de año pero, si sus campos se secan a tiempo, Giustocio quiere intentar sembrar en la segunda mitad de enero, incluso si esto significa obtener rendimientos que probablemente sean muy bajos.

EL NIÑO

Cerca de 2 millones de los 17,8 millones de hectáreas sembrados con soja, el principal cultivo de Argentina, han sido dañados por las fuertes lluvias relacionadas con el fenómeno climático El Niño esta temporada, dijeron a Reuters las dos principales bolsas de granos de Argentina.
“Los pronósticos indican más problemas en zonas productoras marginales, pero no en las regiones clave. Entonces, en general el panorama sigue siendo bueno”, dijo Esteban Copati, jefe del departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA).
Los previsiones de una cosecha de entre 50 y 54 millones de toneladas se mantienen en pie, lo que es una buena noticia para el Gobierno, que el año pasado firmó un acuerdo de financiamiento por 56.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de eliminar su déficit fiscal primario.
El presidente argentino Mauricio Macri cuenta con los impuestos a las exportaciones de soja y sus derivados para alcanzar ese objetivo fiscal
Como uno de los principales exportadores de granos del mundo, Argentina siempre ha dependido del buen clima. Pero este año, con la economía en recesión, los ingresos por impuestos a las exportaciones agrícolas son cruciales.
“La cosecha dependerá del clima y la economía en gran parte dependerá de la cosecha”, dijo Julio Calzada, director de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), que estimó la producción de soja 2018/19 en 50 millones de toneladas, siempre que las inundaciones no empeoren.

VOLATILIDAD CLIMÁTICA

“La preocupación es que la volatilidad del clima podría continuar hasta fines de enero”, dijo Calzada, que señaló que los niveles de agua en el suelo ya están en o sobrepasan sus límites.
De acuerdo a previsiones de Refinitiv Agriculture Research, las lluvias persistirían en Argentina durante las próximas dos semanas, aunque la mayor cantidad de agua caería en el norte del país, lejos del corazón sojero. A su vez, los modelos muestran una disminución de las precipitaciones a mediados de febrero.
Más del 96 por ciento de la soja 2018/19 de Argentina ya se encuentra sembrada, mientras que la recolección del cultivo se produce entre marzo y mayo.
En tanto, a Giustocio, quien hunde sus pies en el barro para darle un recorrido por sus tierras a un periodista de Reuters, solo le interesa poder volver a las tareas de siembra.
El camino de tierra que conduce a su propiedad ha sido limpiado de troncos de árboles y otros restos de las inundaciones. Los escombros se amontonan al lado de los campos donde dispersos brotes verdes nacen del suelo que todavía necesita días para secarse.
“Si no llueve en los próximos días, intentaremos sembrar de nuevo. Después de eso ya va ser demasiado tarde”, dijo. 


reuters