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Telecom-Clarín vs Telefónica: inversiones telco en año electoral

“No vamos a poder invertir los u$s1.600 millones que teníamosprevisto para 2019. Vamos a estar por debajo de esa cifra, enfunción del tamaño que termine adquiriendo el negocio”.

La declaración corresponde a Carlos Moltini, CEO de Telecom, laprincipal empresa de telecomunicaciones del país, y la que habíacomprometido la mayor apuesta inversora del sector.

La compañía tenía previsto desembolsar u$s5.000 millones en eltrienio 2018-2020 y si bien hace dos meses había afirmado que eseritmo será más lento, producto de la fuerte devaluación que seprodujo en el segundo semestre del año, ahora quedó ratificadoque el ajuste para 2019 será importante.

No es lo mismo invertir en un mercado con un dólar a $20, como elde principios de 2018, que en uno de $40, como sucedeactualmente. Y menos, con uno de $50, tal como se prevé paramarzo de 2019 en función del sistema de bandas fijado por elBanco Central. 



La postura de Telecom no es única. Esta estrategia de parar lapelota y ver cómo se seguirá jugando el partido en el sector escompartida con el resto de los jugadores, los grandes y los chicos.

Telefónica, por ejemplo, confirmó que su presupuesto se mantienefirme en los $43.000 millones para el trienio 2017-2019. Sinembargo, al convertirlo a dólares, la cifra se achicósustancialmente: lo que en 2017 era algo más de u$s2.300 millones,hoy ya no lo son.

Así las cosas, si esta cifra se dividiera en partes iguales por año seobtiene que los $14.300 millones de 2017 representaron unosu$s775 millones, mientras que ese mismo monto en 2019equivaldría a menos de u$s359 millones. Con una salvedad: laestimación es con un dólar a $40. Sin embargo, dado que el BCRAfijó el mencionado sistema de bandas, el monto se irá achicandoen divisas a medida que vaya subiendo el billete verde. 

En tanto que Claro, en el marco del Mobile360 Series que realizó laGSMA en la Usina del Arte los primeros días de diciembre, ratificó el nivel de inversiones ejecutado en los últimos años, a razón deu$s400 millones por año.

Se trata de una cifra que se mantiene inamovible prácticamente. Afinales de 2017 hubo una intención de duplicar el monto pero luegose volvió al estado anterior.


“En 2019 vamos a saber cuál será el tamaño real de negocio quetendremos tras haber pasado de un dólar de $20 a uno de $40”, agregó Moltini. Hoy parte de la dificultad de la industria pasaporque los servicios se pagan en pesos, y el equipamiento para losnuevos despliegues de red o de actualización de servicios cotiza endólares.De modo que las inversiones en materia de telecomunicacionesestán atadas a la coyuntura más que nunca. Y son independientesde las expectativas del Gobierno de acelerar desembolsos, sinimportar demasiado a esta altura si es por la vía de una ley, de unambiente propicio para realizar desembolsos, o de lasnegociaciones propias que cada uno de estos jugadores impulsapara obtener sus réditos propios.

¿Esperanza de cambio?
¿Es posible pensar en que estas partidas tengan algún refuerzo enalgún momento del año? Hoy parece prematuro afirmar algo alrespecto.


Excepto que el Gobierno cumpla con la definición de una PlanNacional de Espectro y, en ese marco, se convoque a algunaeventual licitación el año próximo para distribuir frecuencias enalguna banda. O que, finalmente, y por la vía del DNU o por otradesconocida por el momento, se liberen las frecuencias que estánen poder de Arsat.

Queda en el terreno de las especulaciones. Si, llegado el caso, seconvocara a una licitación, entonces las empresas se veríanobligadas –y hasta motivadas- a reforzar sus partidaspresupuestarias para obtener la mayor cantidad de recursosposibles.

El espectro es el recurso que las operadoras de telecomunicacionesdemandan en cada oportunidad que se les presenta. Y quedó evidenciado los primeros días de diciembre en el encuentro de laindustria organizado por la GSMA, donde volvieron a pedirespectro. Aunque, según de qué compañía se trate, la demandarevela otros intereses.

Telecom se manifestó contraria al establecimiento de topes paraese recurso. Y reclamó que se suba el límite existente en laactualidad, ubicado en los 140 mhz.

En el sector señalan que esa demanda se debe a que no quieredevolver el espectro que, como condición para la aprobación de lafusión, le impuso el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) en diciembre de 2017 y a cumplir en un plazo de dos años. Es decir, que estaría faltando un año para se cumpla con esa exigencia.


La compañía no comparte la idea de que el espectro que Arsattiene como “reserva preferencial” sea puesto en manos del sectorprivado por la vía de un DNU. Prefieren el camino de una leyaprobada por el Congreso. Hecho que este año quedó trunco enDiputados. Telefónica, en tanto, también pretende más espectro “pero no acualquier precio”. Y esa afirmación no sólo encierra un eventualvalor económico –que hoy es difícil estimar- sino que tambiéncontempla las formas en que se dispondría de mayor espectro.


Claro, en tanto, también reclamó más espectro para responder a lacreciente demanda de los usuarios, cada vez más ávidos porconsumir contenidos de video, aunque sin especificar sobrecondiciones para acceder a él.

De todos modos, ninguna prestadora estará dispuesta a pagarprecios exorbitantes dado que la construcción de redes ya exige unesfuerzo de inversiones muy alto. De hecho, el propio vicejefe deGobierno, Andrés Ibarra, reconoció ante iProfesional que ladisponibilidad de espectro también tiene un valor fiscal. 

Los ajustes en las inversiones de este sector responden a variosfactores, y no sólo a las cuestiones coyunturales. Los balances delas compañías también sirven para poner en evidencia ciertasdificultades. Y a esto se suma que, en tiempos como los actuales, las empresas emiten sus alertas también como prenda denegociación en el marco de sus reclamos particulares.

Y el juego que practican no es nuevo: es el mismo que vienenejerciendo en los últimos 20 años. La transformación del sector nolas ha motivado aún a innovar en sus prácticas.

El reclamo que hoy realiza Telecom para eliminar el tope deespectro es el mismo que hace 13 años realizaba Telefónica cuandoUnifón se fusionó con Bellsouth. Y así como hoy Telecom noparece muy entusiasmado en devolver los 80 mhz excedentesproducto de la fusión con Cablevisión, allá por 2005/06 a Telefónicano le caía simpático hacer lo propio con la fusión que dio lugar aMovistar. Pero Telefónica lo devolvió, tal como se le exigió.

Hoy, a un año de que se cumpla el plazo para que Telecom haga lopropio, las sospechas sobre la solicitud de la compañía más grandede telecomunicaciones del país apuntan en esa misma dirección.

Si en este marco el Poder Ejecutivo decide subir el tope de espectrolas sospechas del mercado se cumplirán. Y la desconfianza haciaquienes definen la política pública en materia detelecomunicaciones y hacia el mismo Gobierno se incrementarán.


La disputa, que siempre tiene a ambos lados del ring, a Telecom y aTelefónica es, sin embargo, más compleja. Porque Claro tambiénforma parte de esta pelea silenciosa aunque prefiera quedarsedebajo del cuadrilátero para mirar los movimientos de losoponentes y charlar con el juez cuando sea necesario. O definirpasos a seguir para futuras peleas en horarios alejados del primetime.La ventaja es que las telecomunicaciones no son un temaprioritario en la agenda. A la mayoría de los ciudadanos no leseduce este tipo de temas, ni tampoco le interesa demasiado. Mucho menos en momentos en que la mayor preocupación pasapor los problemas de llegar a fin de mes y conservar el empleo. 


Telecom es la mayor empresa de telecomunicaciones de laArgentina. Claro es la principal compañía de telecomunicacionesde América latina. Telefónica está entre las tres primerasoperadoras del mundo, y este año la revista Forbes la colocó ensegundo lugar en el planeta.

La situación financiera de cada una de ellas también es diferente. Telefónica tiene un rojo que supera los 40.000 millones de euros. Elemporio de Carlos Slim, América Móvil, no tiene demasiadosinconvenientes. Telecom tampoco, pese a que en su último balanceinformó pérdidas. Es la más grande de la Argentina pero sus filialesde Uruguay y Paraguay no le aportan mucho peso en el esquemaregional, aún cuando está en las expectativas de largo plazo de lacompañía ganar espacio en ese territorio.

El lobby de cada una se da en el marco de estos límites. Los propiosy los ajenos. Y de ahí que cada una busca mostrar y hasta exacerbarsu debilidad para volverse más fuerte en su mejor frente.

Las inversiones se utilizan, en parte, para jugar este juego. Porquehay algo que ninguna compañía puede obviar –ni siquiera las máschicas, que merecen otra historia- y es que existe una realdemanda de servicios de telecomunicaciones.

Y, por más que las prestadoras se ajusten en sus presupuestos deredes, también tienen un límite. Invertir menos es la consigna paraajustarse al contexto, pero no tanto porque los riesgos de largoplazo pueden ser peores.

Entre estas variables, y muchas otras más, se dirime el juego de lastelecomunicaciones en la Argentina.

El 2019, que a mitad de año le dará la bienvenida plena a laconvergencia, se vislumbra muy interesante para un sector queaporta el 2,7% del PBI. 



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