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¿Volverá el amor de los inversores por Argentina?

Después de un año para el olvido tanto en sus bonos como en sus acciones, ¿podrá Argentina volver a enamorar a los inversores?

En las finanzas, al igual que en las relaciones personales, resulta muy importante la confianza. Así como no podrías convivir con una persona en la que no confíes, tampoco los inversores pueden invertir en una empresa o un país que no les despierta confianza.

Y, lamentablemente, en el último año Argentina ha hecho muchas cosas que traicionaron la confianza de los inversores. Marchas y contramarchas, funcionarios que llegan y se van, un dólar que sube y que baja, impuestos que suben y siguen subiendo (acá no hay forma de poner una contraposición ya que los impuestos en nuestro país se mueven en una sola dirección).

Y no sólo se golpeó la confianza de los inversores extranjeros. También se hizo un daño muy fuerte a los inversores locales y a nuestro pequeñísimo mercado bursátil (menos del 1% de la población invierte en bolsa).

¿Cuándo paso esto?

Bueno, durante la gestión de Federico Sturzenegger se hizo un fuerte esfuerzo para que los inversores se animaran a comenzar a pensar e invertir en pesos.

Por el lado de las inversiones, el mayor símbolo de esa época fueron las tradicionales Lebacs. Se trató de un instrumento que por su fácil comprensión y semejanza a un plazo fijo (pero superador en tasa) hizo que se convirtiera en la puerta de entrada por primera vez al mercado de capitales de muchísimos argentinos.

Pero todos sabemos como terminaron: una profunda devaluación que erosionó las ganancias conseguidas en estos años.

Y no sólo el fracaso estuvo allí, también en el caso de los créditos hipotecarios UVA. En su lanzamiento fueron una interesante herramienta para generar un mercado hipotecario casi inexistente en la Argentina durante décadas.

Pero la creciente inflación ha hecho que estos créditos vuelvan al punto inicial: se necesita un nivel de ingresos muy alto para acceder a ellos y las cuotas son igual de elevadas que las de los créditos tradicionales. 
Los inversores hablan a través de los precios
Todo este escenario hostil claramente lo podemos ver reflejado en la evolución de los precios de nuestra moneda y de los activos argentinos.

Por el lado del peso argentino, la brutal devaluación sufrida nos remonta al año 2002 para encontrar valores similares. A pesar de la recuperación durante el mes de octubre, el dólar subió su cotización casi un 90% medido en pesos en lo que llevamos del año.

Si nos movemos al mercado de bonos, la suba en el Riesgo País también ha sido muy fuerte. Si uno lo mira en el rendimiento de los bonos, el Bonar 2024 (AY24) rinde hoy más del doble de lo que rendía a principio de año. Y no sólo esto, las altas tasas que nos exigen de afuera hacen que en este momento tengamos cerrada la posibilidad de financiarnos en el exterior y hayamos tenido que acudir al FMI como prestamista de última instancia.

Por último, las acciones argentinas acumulan una impresionante caída cercana al 50% en dólares en lo que llevamos del año. Para conseguir un rendimiento tan magro tenemos que remontarnos hasta el 2008, año de una profunda crisis internacional de los mercados que tuvo como epicentro al mercado de las hipotecas en los Estados Unidos.

Pero no sólo en la caída de precios puede observarse el castigo a las acciones argentinas. Por el lado de las operaciones, se puede notar una fuerte caída en el volumen, negociándose un promedio diario de apenas u$s 21 millones.


Imágenes de un primer acercamiento
No caben dudas de que uno de los mayores símbolos a nivel mundial para el público inversor es la tradicional apertura y cierre de los mercados en el New York Stock Exchange (NYSE) de Wall Street.

Habitualmente, se invita a diferentes empresas para que hagan el mismo. Los motivos por los que una empresa puede ser convocada al NYSE son varios: su IPO, el lanzamiento de algún instrumento, conmemorando un aniversario y la lista sigue.

Para muchos, el hacer el tradicional “toque de campana” es un momento de gloria en la vida de la empresa. Y no es para menos, ya que en ese momento los ojos de la gran mayoría de los más grandes inversores del mundo se posan sobre ellos.

El año 2016 y 2017 había contado con mayor presencia de empresas argentinas tocando la campana, en plena época de romance de los inversores extranjeros con la nueva Argentina de Mauricio Macri. Entre los casos más emblemáticos, podemos destacar a los IPO de Supervielle (SUPV) y Despegar (DESP).

Lamentablemente, si uno mira la evolución de precio de estos activos desde su IPO podemos ver que en el caso de SUPV acumula una caída en dólares de 17% y en el caso de DESP del 47,46%. Más que despegar, aterrizaron y de manera forzada.

Luego de un 2018 muy turbulento, de a poco el mercado cambiario y bursátil argentino pareciera estar intentando reacomodarse. Y, en las últimas semanas, tuvimos el caso de 2 empresas argentinas (YPF e IRSA) que fueron invitadas a hacer el tradicional cierre en el NYSE:



También Mercado Libre (MELI) consiguió en agosto colocar a un bono a 10 años convertible en acción a una tasa de apenas el 2% anual (claramente el mercado valora mucho la posibilidad de convertirlo en acción a un precio preferencial).

Y pensando en el futuro, en mayo de 2019 Argentina estará incorporándose oficialmente al índice de mercados emergentes que elabora MSCI. Esto generará también un importante flujo de inversión por parte de fondos del exterior que siguen al índice.

Todavía falta mucho para que podamos confirmar que vuelve el amor de los inversores internacionales por las empresas argentinas, pero al menos los paparazzi ya han conseguido sacarles algunos fotos juntos.

Saludos,

Matías Daghero

Para CONTRAECONOMÍA