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¡Perdoname mercado!

El Gobierno sabe que le falló al mercado y busca recomponer la relación para que no se le venga el mundo abajo.
Estarás de acuerdo conmigo en que la confianza es fundamental en las relaciones de pareja. Si no hay confianza, el vínculo entre dos personas es débil, tóxico y muy propenso a romperse ante el mínimo hecho sospechoso.

Cuando una relación empieza, ambas personas acuerdan las reglas y pautas acerca de cómo cada una debe comportarse. En un marco de respeto mutuo y sinceridad, la pareja va construyendo la confianza, y con el paso del tiempo se vuelve cada vez más fuerte. Se suceden los momentos de alegría y complicidad, y se superan los momentos de fricción y discusión sin grandes sobresaltos.

Sería ideal que así fuera la relación entre el mercado y el gobierno. Pero claramente no lo es.

Hoy atraviesa su peor momento luego de dos años de idilio. La confianza parece estar quebrada en esta pareja y el gobierno carga con culpa por ello. Busca, intenta, pero aún no encuentra la manera de que el mercado vuelva a creerle.

Recordemos cómo fue la historia de esta pareja.
Del idilio a la desilusión
Se conocieron allá por 2015.

El mercado venía de una relación muy tóxica de 12 años con el gobierno anterior. Fue una historia de mucha tensión en la que abundaron las mentiras, los controles y los engaños. Durante ese tiempo el gobierno le mintió al mercado cuando alteró las estadísticas oficiales y lo engañó cuando se quedó con los fondos de las AFJP, se negó a pagar compromisos de deuda legítimos, y expropió varias empresas, entre ellas YPF y Aguas Argentinas.

Además vivía controlándolo; no lo dejaba ser. Evidentemente la confianza estaba rota en esa pareja.

Hacia el final de la relación, el gobierno de Cambiemos se acercó y buscó seducir al mercado diciéndole que era diferente y que lo iba a cuidar y respetar. Le prometió no invadir su espacio y no cometer los mismos atropellos en los que había incurrido la gestión anterior.

Fue así como el mercado volvió a confiar después de una experiencia conflictiva. Y respaldó al gobierno de Cambiemos en su comienzo hace casi tres años.

Durante los primeros meses la confianza fue en ascenso a medida que la gestión actual iba cumpliendo con algunas de las promesas que le había hecho al mercado.

Liberó el dólar y las tasas, bajó las retenciones a las exportaciones, levantó los controles de capitales y empezó a actualizar las atrasadas tarifas energéticas. Además reconoció y pagó deuda que el gobierno anterior se negaba a cancelar.

También prometió reducir la inflación y progresivamente dejar los vicios del déficit fiscal y la emisión de dinero sin respaldo. Pero estas últimas promesas no las cumplió.

¡Qué difícil le resulta al gobierno argentino abandonar estos vicios!

A tal punto que en todo este tiempo el gobierno gastó cada vez más de lo que recaudó y la inflación es aún más alta que la que había durante la gestión anterior.

En la etapa de idilio de la relación el mercado soportó estos excesos y le prestó fondos para financiar la presunta reducción gradual del déficit fiscal. Pero luego el gobierno no sólo no achicó su déficit sino que además lo agrandó y puso en duda si iba a ser capaz de devolver la deuda que había tomado. Y, para colmo, castigó al mercado con la sanción del Impuesto a la Renta Financiera.

El mercado se cansó y le dijo: ¡Basta! ¡Así no podemos seguir!

Le dio la espalda a la emisión de bonos en dólares de principios de año y se desprendió de prácticamente todo activo financiero que tuviera algún vínculo con la Argentina. El peso se devaluó fuertemente, y las acciones y los bonos argentinos cayeron en picada.

Salvar la pareja
De distintas maneras el gobierno está buscando recomponer la relación con el mercado.

Acudió a la ayuda del FMI, con quien se comprometió a bajar rápidamente el déficit fiscal y a desactivar la bomba de las Lebacs. Además aceptó dejar de pedirle plata al Banco Central y a intervenir sólo levemente el mercado de cambios. También sancionó una ley de mercado de capitales más market friendly. Y prometió no emitir deuda en el exterior por dos años, ni poner controles a la movilidad de capitales ni impuestos a las acciones y el turismo.

Por otra parte, la calificadora MSCI le hizo gancho al gobierno con los inversores al ascender a las acciones argentinas a la categoría de mercado emergente.

Pero, por ahora nada de eso fue suficiente.

Quizás sea sólo una cuestión de tiempo para que el mercado vuelva a confiar. Por estos días se dieron dos señales positivas que nos invitan a la esperanza: el lunes y martes el dólar bajó y los precios en dólares de los bonos subieron.

Los resultados se verán si el gobierno cumple con sus promesas, y el dólar y los precios se tranquilizan. Así, el riesgo de invertir en Argentina va a ser menor, y el mercado se animará a confiar de nuevo.

¿Cómo seguirá la historia? ¿Se recompondrá la pareja o ya no hay vuelta atrás?

A seguirla de cerca,

Bruno Perinelli

Para CONTRAECONOMÍA