El gobierno apenas lograría mantener el déficit comercial récord del año pasado al precio de transitar 2 tercios del año con alta inflación, recesión y supertasas. Emite dinero encima del 30% anual y necesita ofrecer exagerados rendimientos en pesos para que los privados acepten absorber no más del 23% de esa expansión. O sea que la estructura interna de precios relativos recicla la diferencia en inflación. Ese nivel de los intereses, más la devaluación, ya afectaron el crédito, la actividad, el empleo, en ese orden, y colocaron a las empresas en riesgo de cesación: de pagos y de persianazos, finalmente. La caja de dólares no sólo pierde por el lado del intercambio, sino que la reposición de endeudamiento tropieza con los efectos devastadores para la liquidez internacional de la aspiradora de USA, que arrasa tanto con capitales especulativos como productivos, debido al atractivo que ofrecen la Fed y el Internal Revenue Service (IRS), advierte un economista no entongado con el REM, como el director de Carta Financiera, Miguel Boggiano. Macri y su equipo de mesadineristas de fondos de inversión ya nada pueden hacer al respecto, advierte. El Tesoro de USA ya instruyó al Fondo Monetario Internacional para no ampliar el stand by acordado a la Argentina y no hace falta recordar que los desembolsos están atados al cumplimiento de las metas semestrales. Los déficits gemelos (comercial y fiscal) y la fuga de capitales han hecho descender las reservas internacionales, expresadas en moneda dura, debajo de la línea de flotación de la base monetaria, en moneda devaluada. Para arribar a un ajuste financiero que equilibre dólares y pesos, en un contexto en el que se consiguen poco y nada de divisas prestadas, la alternativa sería reducir la emisión. Entre julio y junio algo se hizo, al pasar de 35 a poco más del 30%, pero con tasas e inflación para arriba y actividad y empleo para abajo.
El Intercambio Comercial Argentino (ICA) que elabora el INdEC mostró los primeros resultados en junio de la seguidilla devaluatoria que recrudeció en mayo, cuando el dólar saltó de $21 a $28/29, casi 35%, sin que el Fondo Monetario Internacional hubiera tomado cartas en el asunto: el déficit de la balanza de intercambio de bienes y servicios bajó a la mitad de mayo y fue 70% inferior al del mismo mes del año pasado.
De todos modos, rojo menor pero rojo al fin, dio -US$382 millones, pero debido a la desaceleración económica que hizo que las compras en el exterior fueran -11,7% en cantidades a un precio +4,7% mayor, con lo cual la compensación daría un 10% neto inferior de operaciones.
Las exportaciones, en el mismo lapso y beneficiadas en igual proporción por la paridad más alta, bajaron 1,4%, a US$a 5076 millones, a pesar de que se colocó 36,7% más autos en Brasil y + 81,7% de productos industriales.
Al mismo tiempo, las terminales automotrices generaron menos patentamientos (-18%) pero ahorraron al país US$ 201 millones de importaciones y paralelamente hubo más movimiento en las plantas por mayor demanda de modelos nacionales.
En cuanto al balance comercial agrícola, el retroceso en las entradas por la soja sería de 16,5% en todo 2018, gracias a que Brasil adquirió 15,2% más, pero al mismo tiempo las aceiteras tuvieron que traer de afuera porotos de soja por US$148 millones para cubrir el déficit de provisión.
La consultora Abeceb, hasta hace muy poco dirigida por el actual ministro de la Producción, Dante Sica, proyecta a diciembre la disminución a un dígito de la tasa de expansión que traían las importaciones, pero así y todo pronostica que se repetirá el déficit de US$8.400 millones de 2017, porque las exportaciones caerán más, consecuencia de las malas perspectivas que presentan los rubros automotor y cerealero para lo que resta del año.
Nada más que en el 1er semestre, el rojo comercial acumuló US$5100 millones y estima que la columna de las importaciones cederá 40% en la 2da parte del año como consecuencia de una menor demanda de insumos y productos foráneos.
El índice de FIEL refleja en junio una caída de la producción industrial del 5,4% contra igual período de 2017, con resultados negativos que alcanzaron a 7 de 10 ramas del sector manufacturero, con una marcada caída en la producción automotriz y de insumos químicos y plásticos por paradas de planta. Y también se redujo la refinación de petróleo y la producción del complejo metalmecánico.
Aún así, mirando hacia atrás, el 1er semestre todavía arroja crecimiento en la actividad fabril: 1,5%, pero de acá a fin de año cunde el pesimismo.
Inequívoca señal que registra el empresariado del ciclo de recesiónabordado lo da la baja del 16,9% de bienes de capital ingresados en junio, cuya única explicación es que el ajuste llegó a la inversión privada.
El índice laboral de mayo ya había encendido las luces de alerta acerca del freno del tenue movimiento en el 1er trimestre, ya que durante el mes se perdieron alrededor de 27 mil ocupaciones registradas, según surge del Informe de Indicadores Laborales del Ministerio de Trabajo.
No obstante, en comparación con mayo del año pasado, existen unos 148 mil puestos más, y si se desestacionalizan las cifras, la merma del empleo registrado fue de 16.900, también superior al número verificado en abril.
De las sumas y las restas surge que el intercambio comercial argentino en 2018 tendrá el mismo resultado negativo récord del año pasado, y que, como las exportaciones siguen sin mover el amperímetro pese al dólar a $28, sólo al precio de una recesión se logrará moderar el gasto de las divisas.
La mala noticia es que, por el lado de la balanza comercial, la cuenta corriente no sólo no recibe ninguna ayuda para cubrir el agujero mayor a US$30.000 millones anuales que ya traía, sino que tampoco esta vez el expediente del reendeudamiento le da cobertura, como hasta el año pasado.
La aspiradora americana
El director de Carta Financiera, Miguel Boggiano, les dice en una nota publicada en Ámbito a Macri y al equipo de mesadineristas que lo secunda, empezando por el presidente del Banco Central, Luis Caputo, que hagan lo que hagan será muy difícil conseguir divisas en los próximos años, porque:
-La Reserva Federal reducirá activos, principalmente bonos del Tesoro (destrucción de liquidez, unos u$s 40.000 millones por mes hasta septiembre y, a partir de 2019, retirará a una velocidad de u$s 300.000 millones por semestre);
-La Reforma Tributaria de Trump atraerá capitales a USA, ya que permite pagar un 10% de impuestos (en lugar de un 35% como pretendía Obama) a los capitales estadounidenses que sean repatriados; y
-Las subas de interés de la Fed aspira carteras globales de bajo riesgo, la mayoría.
Ya zambullida la economía argentina en la estanflation (inflación + recesión) y con una rueda financiera atrapada por el endeudamiento (externo e interno), que comprende al equivalente del 80% del PBI: con tantas Lebacs en pesos como base monetaria, cuya expansión supera el 30% mensual en julio frente a una demanda privada de dinero que no llega al 23%, el cuadro de situación se simplifica en que el gobierno inunda el mercado de pesos, que los pocos inversores que sobrevivieron a la gran aspirada del Norte aceptan así como así, a pesar de ganancias del 27% arriba de la inflación que pagan las Letes, y del 40% para arriba que devengan las tasas en pesos, de Lebacs en más.
Las breves vacaciones que se está tomando el dólar a $28, en este contexto, parecerían estar tocando a su fin. Los operadores no quieren oír hablar más de atraso cambiario, y se proponen no perderle pisada al IPC.
¿Pero a cuál? ¿Al Nacional que licúa aumentos, como los de la nafta, promediando surtidores del área metropolitana con los del interior? ¿Al resultante de los desfases de la encuesta que recoge los valores que informan los supermercados en los que se entremezclan las promociones lanzadas con diferencias horarias, precios cuidados, etc, no siempre coincidentes con los ticketes de toda la jornada?
Ocurría en los mejores tiempos de Guillermo Moreno, que fue eximido por la Justicia del cargo de dibujar los índices, y en éstos de la reforma metodológica instrumentada por la actual gestión de Jorge Todesca: pasándole el peine fino a la dispersión de los precios por los distintos formatos, en el año se pueden escabullir entre 3 y 4 puntos en adelante, un margen que en una economía que pretende estar indexada, encubretransferencias dentro de la estructura de los precios relativos.
Es un tema no menor cuando se relaciona, por ejemplo, la indexación de las tarifas de los servicios públicos, más o menos la recuperación dispuesta: ¿se refiere al costo de la canasta sectorial o a la general del INdEC?
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