El Gobierno logró frustrar en la Cámara de Diputados una sesión especial de la oposición convocada para debatir proyectos que limitan los tarifazos de servicios públicos, que había logrado unir a todas las vertientes del peronismo.
Pero cuando llegó el último diputado que faltaba para el quórum, ya no estaba Alfredo Olmedo, el excéntrico salteño que se jacta de no faltar a ninguna sesión. Había cumplido con su ritual de asistir, pero cuando pasados 40 minutos de la hora del llamado y sólo faltaba un diputado para el quórum, pidió la palabra para pedir levantarla.
Antes de que se levantara, entró a hablarle al recinto Javier Pretto, el diputado del PRO de Córdoba. Y cuando la oposición cubrió otra banca con la llegada del misionero Daniel Di Stefano y el quórum era un hecho, Olmedo ya no estaba.
La maniobra hizo estallar a la oposición. "Hubo una maniobra absolutamente oscura. Lo han hecho en nombre de la transparencia y el cambio que pregonan. Esto es peor que el diputrucho", gritó Graciela Camaño, con la sesión ya levantada. Araceli Ferreyra, del Movimiento Evita, fue todavía más dura: lo llamó "el chanta vestido de amarillo" y dijo que ahora "además de esclavista y golpeador de mujeres, es responsable del tarifazo a los argentinos".
La justeza del número de la oposición se explicaba también en otras ausencias inesperadas o no, porque en estos casos los teléfonos de Emilio Monzó y Rogelio Frigerio se encienden y suelen surtir efecto en algunas provincias.
No se vio a 3 de los 4 de los diputados misioneros que responden al gobernador Passalacqua, a la mayoría de los peronistas riojanos ni al sindicalista Alberto Roberti. Sólo hubo 2 de 6 santiagueños y también el kirchnerismo dejó dos o tres bancas vacías.
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