A la hora de diseñar
un plan nutricional para maíz, Yara recomienda basarse en las
recomendaciones del Instituto Internacional de Nutrición de las
Plantas.
Existen diversos enfoques sobre cuál
es la mejor estrategia para planificar la adecuada nutrición de un
cultivo. Para tomar decisiones respaldadas científicamente, Yara
recomienda basarse en las recomendaciones del Instituto Internacional
de Nutrición de las Plantas (IPNI, por sus siglas en inglés).
El IPNI es una organización global con
sede en Estados Unidos, que trabaja en iniciativas enfocadas en la
creciente necesidad mundial de alimentos, forrajes, combustibles y
fibras. Sus programas están logrando un gran reconocimiento debido a
que obtienen resultados visibles. Como parte de su difusión de las
mejores prácticas de manejo para el uso de fertilizantes, el IPNI
recomienda adoptar la estrategia de las 4R (de la palabra “Right”
en inglés), que consiste en aplicar la fuente correcta, en la
dosis correcta, en el momento correcto y en la forma
correcta.
FUENTE. Los fertilizantes
nitrogenados se pueden encontrar básicamente en tres fuentes: urea,
UAN y nitrato de amonio calcáreo. La urea, que es la fuente más
comúnmente usada, requiere que el nitrógeno de su formulación se
transforme en el suelo hasta la forma química de nitrato para poder
ser absorbido por las plantas. Ese proceso requiere unos pasajes
bioquímicos que están expuestos a temperatura y humedad y que
pueden provocar que parte del contenido de nitrógeno se pierda por
volatilización. El UAN también está expuesto a pérdidas, ya que
está conformado en un 50% por urea. En cambio la tercera fuente
mencionada, el nitrato de amonio calcáreo, ya se encuentra en la
forma química absorbible por parte del cultivo, por lo tanto, su
disponibilidad para las plantas es inmediata. Según Gustavo Elías,
Coordinador Agronómico de Cultivos Extensivos de Yara, “la
eficiencia por kilo de nitrógeno aplicado en la fuente a base de
nitratos es mucho mayor y esto es algo que se puede corroborar
fácilmente midiendo la cantidad de kilos de granos producidos por
unidad de nutriente”.
DOSIS. Para saber qué dosis
aplicar existen varias técnicas que permiten orientar la decisión.
Así, se pueden tomar como referencia los “Modelos de Respuesta a
la Fertilización” que existen en muchas regiones; el método de
“Balance de Nutrientes”, que consiste en reponer lo que el
cultivo extrae; y el método de “Umbrales”, que implica aplicar
nutrientes en función de las deficiencias que presenta el lote
respecto de las cantidades mínimas requeridas por el cultivo.
“También se
puede recurrir a nuevas tecnologías como los dispositivos de
diagnóstico de status nutricional. Estos medidores de clorofila
registran la cantidad de nitrógeno absorbido y, en función de la
comparación de una franja saturada con el resto del lote, permiten
tener un panorama inmediato de lo que le está pasando al cultivo en
materia nutricional”, asegura Elías, que es además
Especialista en Maíz de Yara para América Latina.
En esta línea se inscribe también el
Sensor de Biomasa e Índice de Verdor que se monta al tractor o la
fertilizadora autopropulsada. Este dispositivo genera sobre la marcha
un mapa de biomasa y ajusta en tiempo real la aplicación del
fertilizante de acuerdo a las necesidades de cada sector del lote, lo
que permite maximizar la productividad de las zonas con alto
potencial y subir el piso de rendimiento en las zonas más
comprometidas.
Por último, el análisis foliar de
laboratorio es también una herramienta de gran ayuda para acompañar
el desarrollo del cultivo y evaluar la eventual dosis de corrección
cuando se detecta su necesidad.
MOMENTO. La tercera “R”
tiene que ver con el adecuado timing para aplicar el producto. En la
fertilización el objetivo es optimizar la eficiencia de uso de los
nutrientes aplicados y para eso es fundamental conocer los momentos
en los que el cultivo los demanda. En este sentido Elías pone el
ejemplo del maíz: “La tasa de máxima absorción de maíz
comienza partir de V5 y V6, siendo una demanda tal, que muchas veces
el suelo no alcanza a brindarle al cultivo lo que requiere, por eso
en general se recomienda fertilizar a la siembra y luego hacer
refertilizaciones para ir copiando la tasa de absorción de cada
momento del cultivo”.
FORMA. Por último, la cuarta
“R” se refiere a la forma de aplicación, ya que los nutrientes
deben ser depositados en el lugar correcto para que los cultivos
puedan acceder a ellos. En el caso de la urea y el UAN, la
incorporación es usualmente el método más apropiado para
incrementar su eficiencia. La fuente de nitratos, sin embargo, no
requiere esa incorporación. Estos fertilizantes pueden ser aplicados
al voleo porque con la forma química del nitrato, los nutrientes no
se perderán. Esto representa una serie de ventajas, ya que reduce la
necesidad de uso de maquinaria, el consumo de combustible, los costos
operativos y la emisión de gases de efecto invernadero.
La técnica de las 4R permite
desarrollar sistemas eficientes para administrar mejor el consumo de
agua, maximizar la eficiencia de uso de nutrientes, incrementar el
aporte de carbono al sistema, aumentar el volumen de rastrojo y el
contenido de materia orgánica en el suelo, incrementando la
productividad con el menor impacto ambiental. La nutrición eficiente
ayuda, además, a los productores a mejorar la rentabilidad debido a
que se logra una mejor previsibilidad de la respuesta a la
fertilización.