El triunfo de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos junto a la salida de Inglaterra de la Unión Europea (Brexit) hace meses, se pueden considerar los indicios más sonados de rechazo a la idea de la globalización económica, y aunque el premio Nobel de Economía, Finn Kydland, considera que nadie puede predecir su fin, acepta que: “Las señales que hemos visto en los últimos dos años apuntan a que vamos hacia allá”.
Es por eso que Kydland espera “que los políticos recuperen el sentido y cambien su mentalidad”, y también aprendan de las diferentes naciones, “especialmente de aquellas en las cuales las políticas fiscales funcionan tales como Irlanda, países en los cuales se puede pensar en la credibilidad a largo plazo, fomentar la credibilidad en las políticas fiscales futuras y aprender también de naciones en las cuales esto no ha funcionado”, resumió.
Kydland, originario de Noruega, se encuentra junto a su colega estadounidense, el nobel de Economía 2006, Edmund S. Phelps, en Medellín, para inaugurar hoy la reunión anual de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (Lacea) que se hará de manera simultánea al Encuentro Latinoamericano de la Sociedad de Econometría (Lames), por lo que el evento se llama Lacea-Lames 2016.
¿Qué naciones pueden ser un ejemplo?
Yo he estudiado mucho Argentina pero estoy seguro que ustedes han estudiado otros países. El viernes voy a comparar a Latinoamérica con países en el Este de Asia. Para mí es interesante pensar por qué diferentes partes del mundo que empezaron en los mismos niveles en los años 60, han tenido rutas muy distintas en las décadas que siguieron después. Pienso que tiene que ver con las diferentes políticas que existen en los distintos países, y si miramos alrededor del mundo después del 2008, para mí lo que ha ocurrido es bastante distinto, y es algo de lo cual podemos aprender.
Otro tema que saltó a la palestra en el encuentro de los nobeles con los periodistas fue el de la importancia de la justicia económica en un mundo donde el 1% del planeta concentra la mayor parte de la riqueza, y donde Colombia puntea como la más desigual de Suramérica.
Al respecto indicó Edmund S. Phelps: “La sociedad es mucho más productiva de lo que se puede predecir basado solamente en las habilidades de cada individuo trabajando solo, la sociedad es más productiva porque trabaja junta o porque interactúa. Gracias a eso la sociedad vale la pena, vale la pena formar sociedad, vale la pena que exista de esa forma”.
Y agregó: “Pienso que es un desarrollo muy bienvenido que en este país (Colombia) se esté pensando acerca del tema de la justicia económica. Existe un problema muy importante en Estados Unidos porque nadie está pensando en este tema, todos simplemente hablamos de dividir y repartir los beneficios entre los diferentes grupos de interés”.