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Fue hace más de 10 años. Néstor había nombrado en el PAMI, para acompañar la gestión de Graciela Ocaña a su amigo y odontólogo, José Ramón “Bochi” Granero, quien se hizo público cuando le dijo a su paciente que había un nuevo analgésico para paliar el dolor de muelas pero que no lo tomara si tenía úlcera. Néstor se creía Superman, lo consumió igual y le rompió el estómago.
El segundo de Granero era mi viejo amigo “Cucciufo”. Lo vi por un problema familiar y Granero, con toda la buena voluntad, hizo sencillo lo que parecía difícil.
Al tiempo me cuentan algunas suciedades de la obra social de jubilados. Ambulancias utilizadas para fletes particulares, el viejo sistema de la UOM de Lorenzo Miguel. En este caso, para traer un supuesto muerto del Norte que no era tal. En el féretro trasladaban sustancias prohibidas. Nadie revisa en la ruta si en el cajón hay un cadáver o cien kilos de droga.
La merca se fraccionaba, distribuía y vendía desde algunas sucursales del PAMI. Los depósitos de sillas de ruedas abandonadas vienen de aquella época.
Granero me pidió entonces que antes de publicar la historia le permita desarticular la red de corrupción. Acepté. El tiempo pasó y nada cambió. Pregunté qué había pasado, pero ya era tarde: terminó anticipándome su renuncia. Ocaña dejaba pasar todo, toleraba lo intolerable. Pero además, había una cierta complicidad o guiño de ojo con el sistema.
Granero lo vio a Néstor y le dijo que renunciaba, “sí o sí”. La Hormiguita era intolerable, no entraba en razones y hasta se ponía autoritaria. El Bochi quería volver a Santa Cruz, pero “Lupo” lo convenció de acompañar su gestión desde la Sedronar. Maldito el día en que aceptó.
No obstante, Néstor llamó a Ocaña para ver qué le pasaba en el PAMI. Y apuntó en esa libreta de almacenero que le servía de ayuda memoria las respuestas de la funcionaria “que Carrió la ninguneaba, la psicopateaba, la humillaba. Pero además le quería poner una lista de proveedores del Estado”. Y Ocaña era influenciable al punto tal que Néstor la sacó del PAMI para darle otro destino, donde no le fue mejor: el Ministerio de Salud.
Carrió la psicopateó en público hasta que La Hormiguita se fue llorando a su casa para hacer oposición. Pero dejó su tendal.
Si no pudo ni supo manejar el PAMI, ¿alguien supone que va a poder manejar la mafia mundial enquistada en la AFA? Es una locura pensar en sus decisiones, influyendo sobre tipos como Hugo Moyano, Luis Segura y otros. Y menos metiéndose con las barras de alto octanaje del fútbol local.
Si Macri decide ponerla como interventora de la AFA -y Carrió operando por detrás- el asunto va a terminar sangriento y sin solución.
Pánico y locura, no en Las Vegas sino en Viamonte y Uruguay.
Por Jorge Boimvaser – Adelanto24.com
