El del
terrorismo es un fenómeno perverso que debe ser atacado sin
vacilaciones. La excusa de las convicciones religiosas es un mero
disfraz de los fanáticos que desprecian la dignidad de la vida
humana. Nada más alejado de las grandes religiones monoteístas que
ese culto de la violencia irracional.
Por eso mismo,
hay que hacer los mayores esfuerzos para que esos actos de barbarie
no sean percibidos como lo que no son: actos del islamismo.
El islamismo,
como el cristianismo y el judaísmo, son religiones del amor, no del
odio. Los conflictos que tuvieron en el pasado son artículos de
museo, como lo prueba el éxito de iniciativas como el Instituto del
Diálogo Interreligioso.
Lamentablemente,
ese espíritu aún no se ha hecho carne en las posiciones extremas
que impiden que la paz y la convivencia reinen en Medio Oriente, pero
no hay que cejar en todos los intentos, como el que viene promoviendo
Francisco.
Otra de las
grandes acciones de su papado fue el impulso al deshielo entre los
Estados Unidos y Cuba, que han dado pasos inesperados tan solo un
tiempo atrás para retomar sus relaciones. Esa distensión debería
irradiarse a otras zonas de conflicto en América.
En Europa, un
tema preocupante ha sido - y lo seguirá siendo - el de los
refugiados. Hay razones humanitarias que el Viejo Continente no puede
desconocer, si bien es natural que se regulen y administren los
flujos inmigratorios.
En España, la
larga crisis económica derivó en una situación política inédita,
con serios desafíos al tradicional bipartidismo con la aparición de
dos fuerzas más que disputan el poder, Podemos y Ciudadanos. Las
últimas elecciones arrojaron una notable fragmentación en las
Cortes, lo que impide por ahora la formación de gobierno. La
persistencia de un partido populista como Podemos no augura nada
nuevo para la política y la economía de ese país, tensionado
además por los reclamos de soberanía de Cataluña.
En los Estados
Unidos se ha desarrollado la campaña previa a las primarias que
comenzarán próximamente. El liderazgo de una figura xenófoba como
Donald Trump en el Partido Republicano no parece favorecer las
chances de esta fuerza si, como sucede habitualmente, en las
elecciones triunfan los candidatos que se mantienen en el centro. Por
el lado de los Demócratas, Hillary Clinton es actualmente la
favorita.
En Sudamérica,
el eje bolivariano parece cada vez menos poderoso. Los problemas del
chavismo en Venezuela son públicos y notorios: deberá gobernar con
mayoría adversa en la Asamblea. Es una lástima que en esa situación
hayan salido a la luz problemas entre el ala moderada y el ala
radical de la oposición.
Brasil presenta
un frente interno muy complicado. La economía acumula graves
dificultades. En ese contexto, la enorme corrupción del PT ha
debilitado a Dilma en su segundo mandato, a punto de colocarla al
borde del impeachment. El ajuste que practicó apenas fue reelecta, a
contramano de lo que había prometido en la campaña, la debilita
todavía más. En las últimas semanas reemplazó a un ministro
liberal por uno heterodoxo, lo que no hace más que sumar confusión.
Lo que pasa en
Brasil, el gigante de la región, repercute necesariamente en los
países vinculados.
Para los países
emergentes, parece haber quedado atrás la década de bonanza que de
forma tan torpe dilapidó el kirchnerismo. Habrá que actuar con gran
racionalidad y robustecer la seguridad jurídica. El crecimiento no
llegará del cielo, sino de nuestro esfuerzo.