Los activos argentinos durante gran parte de este año tuvieron buen desempeño debido a la creencia de que las elecciones de octubre reemplazarían al populismo extremo de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, mediante una serie de políticas más ortodoxas que permitirían a la economía retomar el sendero del crecimiento y poner fin a su aislamiento de los mercados de capitales.
El mercado de valores del país subió cerca de 30% en lo que va de 2015, mientras que sus bonos obtuvieron un desempeño superior a la mayoría de los títulos de deuda latinoamericanos. El gobierno lo aprovechó: a principios de año hizo una emisión de bonos bajo ley local nominados en dólares y fue sobresuscripta. Ahora se habla de otra colocación en poco tiempo.
Sin embargo, hay que revisar el optimismo sobre el que se basa todo esto. Los inversores han asumido que cualquiera sea el ganador de los tres principales candidatos implicaría un mejor gobierno que el actual. Uno de ellos, Sergio Massa, ha caído mucho en las encuestas y el candidato de la oposición de centroderecha Mauricio Macri, que realmente aplicaría políticas pro mercado, está empezando a perder ímpetu.
Eso deja a Daniel Scioli, del gobernante partido peronista, como el competidor con más probabilidades de ganar, con cerca de 35% de intención de voto. Históricamente, Scioli ha sido un moderado, al menos bajo los estándares argentinos. Pero parece estar dando un alarmente giro hacia la izquierda. El 17 de junio eligió a Carlos Zannini, asesor legal y estrecho aliado de Fernández, como compañero de fórmula. El izquierdista Zannini fue el arquitecto de la expropiación de la petrolera YPF en 2012 y lideró los esfuerzos del gobierno para incumplir con fallos judiciales de Estados Unidos relacionados con los bonos en default.
Scioli también elogió generosamente a Axel Kicillof, el ministro de Economía de ideas radicales y quien la mayoría de los inversores esperaba ver su salida. Pero ahora hay rumores de que Kicillof podría continuar en el gabinete de un gobierno de Scioli.
Medley Global Advisors (MGA), un servicio de investigaciones macro de FT, señala que si bien la candidatura de Kicillof a legislador le impediría un cargo ministerial, se pueden hacer excepciones y hay precedentes de ello.
Finalmente, la semana pasada Scioli arremetió contra los políticos de la oposición que quieren buscar un acuerdo con los "fondos buitre", usando el mismo término que emplea Fernández. Ese comentario se contrapone marcadamente con lo que decía hace un año, cuando hablaba de "normalizar" la relación de Argentina con los mercados internacionales de manera "inteligente".
El giro de Scioli hacia el populismo es fácil de explicar. Para ganar en octubre, necesita el apoyo de la presidente, el efecto halo de su 50% de aprobación y el respaldo de la maquinaria electoral peronista; todo a cambio de que Zannini sea su candidato a vicepresidente y darle a Fernández influencia sobre otros candidatos del resto de la boleta peronista.
Asesores del bando de Scioli le comentaron a MGA que su hombre ignorará la influencia de los Kirchner en cuanto asuma el poder, y que a ello le seguirá la reforma económica, incluyendo la eliminación de los controles de capital y al comercio. Admiten que Scioli será menos drástico que Macri, pero afirman que la diferencia tiene más que ver con el ritmo de cambio que con su dirección.
Eso podría todavía ser correcto. En todo caso, Macri y sus promesas de administrar un "shock de credibilidad" en el país todavía tienen que asegurarse el éxito.
Sin embargo, los inversores no deben fiarse alegremente de que una presidencia de Scioli automáticamente pasaría a ser pro mercados y enseguida arreglaría con los holdouts, mientras detiene la intervención y restablece el crecimiento. Por lo menos, deberían estar preparados para una mayor volatilidad del peso en vísperas de las elecciones.