El
conflicto paritario entre miembros de la Federación de Aceiteros y
la Cámara de la Industria Aceitera genera importantes perjuicios
sociales al afectar desde el suministro de aceite para consumo
doméstico, cuyo desabastecimiento ha comenzado a verificarse, al
decrecimiento del ingreso de divisas que se advierte en pleno
desenvolvimiento de una cosecha record de soja, como consecuencia de
un paro por tiempo indeterminado que lleva casi tres semanas de
inactividad.
Además,
la menor operación de compra-venta que se registra en los mercados,
a raíz de que las empresas compradoras comienzan a colmar su
capacidad de almacenamiento de granos en sus plantas, se traduce en
una parálisis de la entrega de carga de los vehículos a las plantas
industriales, por lo que se ven perjudicados los camioneros por la
falta de cobro, y una disminución en los ingresos de los
productores, quienes tampoco pueden vender sus existencias.
Resulta
contraproducente para sectores ajenos al conflicto, porque genera un
progresivo corte de la cadena de pagos cuando comienzan a producirse
vencimientos financieros y bancarios de la normal operatoria del
agro, debido a que una de las partes haya decidido lanzar un paro por
tiempo indeterminado como factor de compulsión y presión para
obtener sus reivindicaciones, desechando la mesa del diálogo con
fuentes de trabajo en pleno funcionamiento.
Numerosos
actores de la creación de valor en la agroindustria padecen
consecuencias indeseadas de la imposición de reclamos de un sector
sindical.
Como
consecuencia, la Bolsa
de Cereales de Buenos Aires
insta a las autoridades nacionales intervinientes a resolver
rápidamente una situación altamente conflictiva, que amenaza con
escalar a un escenario hoy imprevisible.