Los presidentes Barack Obama y Raúl Castro mostrarán al mundo que el histórico plan de reanudar las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba va en serio cuando se reúnan este fin de semana, en una significativa cumbre regional que sería eclipsada por tensiones entre Washington y Caracas.
Cuba participará desde el viernes por primera vez en una Cumbre de las Américas, una reunión de dos días en Panamá que sentará a la mesa a mandatarios de los países de la Organización de Estados Americanos (OEA), que mantuvo suspendida a la isla de gobierno comunista por medio siglo a instancias de Washington.
Durante el evento se espera que Obama y Castro se estrechen las manos, casi cuatro meses después de anunciar un plan para abrir embajadas, hablar sobre derechos humanos, temas económicos y facilidades para viajes, en busca de superar las hostilidades desatadas tras la revolución liderada por Fidel Castro en 1959.
El restablecimiento de relaciones entre los dos países marca el fin definitivo de la Guerra Fría. Pero para los cubanos aún está pendiente el levantamiento del embargo económico contra la isla, un viejo reclamo de Latinoamérica en las citas regionales.
"Esa política de la Casa Blanca impuesta hace más de medio siglo sigue hoy intacta", dijo esta semana el ministro de Comercio Exterior cubano, Rodrigo Malmierca.
"Las medidas dispuestas por Obama son incompletas e insuficientes y no cambian la esencia de esa medida unilateral mantenida por el Gobierno estadounidense contra Cuba", agregó.
Aunque Obama ha reiterado su intención de levantar el embargo económico sobre la vecina isla caribeña, es el Congreso estadounidense -dominado por sus opositores republicanos- el que tiene que derogar la norma. Y sus rivales políticos han manifestado su desacuerdo con la iniciativa.
Pero Obama tiene la potestad de avanzar en otros aspectos demandados por Cuba, como la solicitud de ser eliminada de la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Funcionarios de la Casa Blanca dijeron el martes que esa medida estaría cerca de concretarse.
NUBARRONES
En medio del clima conciliador entre Estados Unidos y Cuba, las nubes grises en la cumbre soplarán desde Venezuela, que atraviesa una aguda crisis económica y un momento ríspido con Washington después de que Obama firmara un decreto designando a Caracas como una amenaza para la seguridad de su país.
Aunque autoridades en Washington dijeron que no era más que un trámite para sancionar a funcionarios venezolanos por violaciones a los derechos humanos, el impacto diplomático fue importante y llevó a caldear la retórica antiestadounidense del presidente Nicolás Maduro a una temperatura similar a la de su fallecido antecesor y mentor, Hugo Chávez.
"Plantearemos que no es posible intentar intimidar a Venezuela, es algo que rechazaremos contundentemente", dijo el lunes el embajador de Cuba en Caracas, Rogelio Polanco.
Es probable que Raúl Castro siga apoyando la postura de su aliado venezolano de izquierda, que lo ha ayudado con sus necesidades energéticas con petróleo a precios preferenciales.
Se espera que Maduro robe cámaras durante la Cumbre con su plan de presentar cerca de 10 millones de firmas de venezolanos pidiendo que Obama derogue el polémico decreto sobre el país sudamericano.
"Las condiciones ya son distintas, no llegamos a Panamá de rodillas. Llegamos de tú a tú. No somos más, pero tampoco somos menos. No acepto que nadie me vea como su súbdito, su inferior, como su esclavo. Seguiremos haciendo respetar a nuestra amada Venezuela", dijo el martes Maduro en un acto en Caracas.
El mandatario estadounidense está preparado para lo que pueda presentarse y la actitud de la Casa Blanca será conciliadora con Maduro, dijo Ricardo Zúñiga, el máximo asesor de Obama sobre Latinoamérica.
"La cumbre debería ser un momento para poder tener un intercambio civilizado con cualquier líder de las Américas", dijo Zúñiga en una conferencia telefónica con periodistas.
"Seguimos abiertos al diálogo con Venezuela para tratar cualquier tema que esté causando tensiones entre los dos países", aseguró.
El reclamo de Maduro llega a la cumbre con el respaldo de sus vecinos de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), integrada por gobiernos aliados en mayor o menor grado como Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil y Uruguay. El bloque ya había calificado al decreto de Obama como una "amenaza injerencista a la soberanía" de otros estados.
Desde su primer mandato, Obama no ha logrado cumplir su promesa de una nueva era de relaciones con Latinoamérica, una región que ha sufrido la injerencia política y en algunos casos hasta militar de Estados Unidos en décadas pasadas.
Poco a poco, la mayor economía del mundo ha venido perdiendo influencia en este rincón del globo a manos de China. Obama ha tenido que bajar de la lista de prioridades a la región para enfocarse en la recuperación económica de su país, los conflictos en Medio Oriente y la carrera comercial en Asia.
Pero el anfitrión Panamá, que el año pasado hizo esfuerzos para que todos los países de la OEA estuvieran representados en la Cumbre, confía en que se limarán las asperezas.
"Nuestra perspectiva es que a partir de la Cumbre de las Américas en Panamá se concrete una nueva era en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, que la tensión entre Estados Unidos y Venezuela baje de tono", dijo el vicecanciller Luis Miguel Hincapié a Reuters.
"Entre las muchas cosas que pueden salir de la Cumbre es una nueva historia política en la región", concluyó.
reuters