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CFK tensionaría la negociación en Nueva York hasta último momento

Hoy por hoy, el consenso general apunta a que el gobierno está politizando al máximo la incipiente negociación con los holdouts y el juez Thomas Griesa, para terminar llegando a un acuerdo de pago antes de que termine el plazo de gracia para el vencimiento de los bonos Discount el próximo 30. Siguiendo el estilo que caracterizó a Néstor Kirchner, no sería extraño que el cristinismo lleve la tensión hasta las últimas instancias. O sea, mantener abierta la posibilidad de recurrir al default, que ningún economista responsable recomendaría por sus consecuencias. De esta forma, el gobierno supondría que se fortalecería su posición negociadora Planteadas así las cosas, el primer efecto político notable que se está produciendo es la paralización de la política ante la dosis de incertidumbre que ya está instalada. Para la UCR, el PRO y el Frente Renovador, apoyar las negociaciones del gobierno conlleva sus peligros. Si Cristina optara finalmente por patear el tablero, todos los que apoyen al gobierno ahora quedarían seriamente descolocados.
Y en forma simétrica, los sectores de izquierda que se entusiasman con la posibilidad de no pagar, se arriesgarían también a quedar muy mal parados en caso de que, como indica la lógica, haya un acuerdo con Paul Singer y los demás holdouts. Treinta días de semejante juego podrían significar una eternidad. En el medio, el único hecho político que podría aliviar la tensión y repotenciar al gobierno sería que el próximo 13 la selección se quede con la Copa en Brasil.
La realidad es que, aparte de las razones económicas que sobran, CFK fue girando hacia una política de acuerdos primero con el CIADI y luego con REPSOL y el Club de París, con el objetivo de repotenciar políticamente al kirchnerismo como partido de la gobernabilidad y poder afrontar en mejores condiciones los embates judiciales sobre casos de corrupción.
Sin embargo, esta relación entre la reconciliación con los mercados y el no juzgamiento de los delitos de la década ganada no se está dando en los hechos. Mientras Axel Kicillof avanzaba con los acuerdos citados, el caso Ciccone entraba en una etapa de agravamiento que, por superabundancia de indicios, condujo al procesamiento de Amado Boudou y cinco imputados más. La reciente detención del ex presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, por un caso sobre presunto tráfico de influencias y violación del secreto de instrucción, prueba claramente que el hecho de ser un político promercado no es un escudo suficiente ante las imputaciones por corrupción. Ayer, la presidente, con tono grave, recordó las acusaciones por corrupción que en su momento se le hicieron a Juan Domingo Perón, incluyendo la existencia de supuestas cuentas en Suiza.
Implícitamente, estas palabras parecen admitir que, no importa con cuánta racionalidad económica termine su gestión, el riesgo de seguir el camino de Sarkozy se va consolidando lentamente.

Un semestre de transición

Volviendo a los probables efectos de un acuerdo de pago con Singer y demás vencedores del juicio en Nueva York, el mismo le permitiría al gobierno afrontar el segundo semestre con una mayor tranquilidad, aun cuando se ciernan para el 2015 nuevos reclamos de bonistas no reestructurados por alrededor de US$ 15.000 millones. La etapa que irá de agosto a diciembre es fundamental para el cristinismo en el siguiente sentido: si se produjera una conjunción de corridas cambiarias con focos de tensión social producidos por el ajuste y la recesión, podría iniciarse una nueva ola de deserciones de dirigentes del PJ, sobre todo en dirección al massismo. Esto, a su vez, aumentaría los riesgos de que algunos gobernadores desarrollen un doble juego, por un lado con la Casa Rosada y por el otro con el diputado tigrense.
En el laboratorio electoral del oficialismo circulan distintas versiones tendientes a sorprender a la oposición cambiando las reglas de juego electorales. Una de las mismas sería adelantar las primarias un par de meses, para lo cual seria necesario modificar la ley 26.571. Tratándose de la reforma de una ley electoral, se requeriría mayoría especial en ambas cámaras. En síntesis, sin expectativas de que las tendencias negativas de la economía se reviertan, al cristinismo le conviene entrar cuanto antes en la batalla electoral. Sobre todo ante una oposición que apenas transita por un estado de organización incipiente.
Carlos Tórtora