A
mediados de enero los medios hegemónicos no dejaban de hablar de una
catástrofe económica con contornos parecidos a las crisis de 1989 y de
2001. Felizmente la profesía autocumplida no se dio. A la fecha quedan
resabios de aquellas intensiones. Habrá que estar preparados para nuevos
embates
Las mentiras reiteradas utilizadas en forma previa tuvieron dos patas centrales a saber:
1. Se
habló insistentemente de que el déficit fiscal del año 2013 sería del
doble o más que el obtenido en el año 2012. Desde luego esto, de ser
así, agravaba el tema monetario debido a que el Tesoro necesitaba cada
vez más fondos provenientes de la emisión sin respaldo.
2. Se insistió con que la emisión monetaria se había desmadrado y ello impulsaba la aceleración de los precios.
Cada
una de estas aseveraciones no ajustó a verdad. La primera porque el
déficit financiero (incluye intereses) apenas creció un 16%, es decir un
poquito menos que el 100 % pronosticado. A su vez la emisión monetaria
de 2013 fue porcentualmente menor que la de 2012.
No
obstante el mal que provoca este tipo de mentiras estaba producido. En
efecto los operadores supusieron una inflación superior a la ocurrida
que los llevó a comprar dólares en forma desmesurada (huían de los
pesos). Como consecuencia de esto se fueron perdiendo reservas. Esto
obligó al Gobierno a aplicar mini devaluaciones. Las mismas fueron
contraproducentes debido a que los agentes de comercio exterior actuaron
conforme a los siguientes lineamientos:
1. Los importadores aceleraban sus operaciones para evitar comprar divisas mas caras
2. Los exportadores retrasaban sus operaciones en aguardo de obtener un mejor precio.
Esta
realidad nos llevaba a un callejón sin salida. Ello obligó al Gobierno a
aplicar una devaluación mas fuerte e intentar anclar el tipo de cambio (
la paridad pasó de 6,51 a $ 8).
La posibilidad de anclar el valor de la divisa fue apoyada por dos medidas clave:
1. Una fuerte contracción monetaria que secó la plaza y por ende restó recursos a los potenciales demandantes de dólares.
2. Una suba de la tasa de interés en pesos que alentó la inversión en esta moneda en detrimento de los dólares.
Con
todo esto la situación se calmó iniciándose un sendero de recuperación
de reservas. Empero los sembradores de pánico no paran. Ahora sostienen
que la inflación va a licuar la devaluación y que en pocos meses hará
falta una nueva devaluación.
Así
como le erraron a la catástrofe no tengo dudas que le erraran a este
último pronóstico. Para ello es importante que todos estemos advertidos
de los objetivos de estos personajes y no nos prestamos a su juego. Para
ello será necesario no potenciar los riesgos que pueden producir
corridas infundadas.
Juan Latrichano
Analista económico CGE