El
cáncer cérvico-uterino es el segundo en incidencia entre las
mujeres en nuestro país por detrás del cáncer de mamas. Es una
enfermedad que se produce cuando las células comienzan a sufrir
transformaciones o alteraciones conocidas como “lesiones”.
Este
tipo de cáncer es causado por el Virus de Papiloma Humano (VPH),
que se transmite por contacto sexual. En la mayoría de los casos, el
virus desaparece solo, sin causar ninguna manifestación o síntoma
en el cuerpo. Sólo en una pequeña proporción de casos, alrededor
del 5%, el virus puede tornarse persistente, pudiendo estas lesiones
con el tiempo convertirse en cáncer.
Sin
embargo, tener VPH no significa tener cáncer. La oncóloga clínica
Victoria Costanzo, del Instituto Alexander Fleming,
puntualiza que: “por un lado, no todos los serotipos de
VPH se asocian a cáncer de cérvix, esta relación es prevalente con
los serotipos 16 y 18. Por otro, la mayoría de las infecciones son
transitorias y desaparecen en el lapso de 1 a 2 años. Sin embargo
aquellas mujeres con infección persistente tienen riesgo alto de
presentar lesiones pre-neoplásicas y evolucionar a carcinoma”.
Las
lesiones precancerosas y el cáncer en sus estadios tempranos, que
puede hacerse presente, inclusive, en mujeres jóvenes, generalmente
no producen síntomas, pudiendo pasar hasta 10 años antes de que las
lesiones precancerosas se conviertan en cáncer. Es por este motivo
que resulta fundamental la acción preventiva. Hay
tres formas de hacerlo:
Vacuna
del VPH: Previene
la infección de estos virus
que
causan aproximadamente el 80% de los casos de cáncer de cuello de
útero. La vacuna es gratuita y obligatoria en todo el país para las
niñas de 11 años. Son necesarias 3 dosis para conseguir la máxima
protección.
Test
de Papanicolaou
(PAP): Es una manera sencilla y efectiva de prevenir el cáncer
cérvico-uterino. Permite detectar células anormales asociadas a
lesiones precursoras de cáncer, que al ser tratadas no
evolucionarían. Se recomienda que se realicen el PAP las mujeres a
partir de los 25 años. Si durante 2 años seguidos el PAP da
negativo, se puede espaciar a 3 años
Test
de VPH: Este
recurso disponible en algunas provincias del país posibilita
detectar la presencia de ADN de VPH de ‘alto riesgo oncogénico’
en las células del cuello del útero; ello significa la posibilidad
de controlar el desarrollo de las lesiones, incluso antes de que se
produzcan.
Al
respecto, la Dra. Costanzo afirma: “Dado que en este tipo
de cáncer la mayoría de los casos se asocian al Virus de Papiloma
Humano, es clave evitar la infección viral, es decir, prevenirla a
través de la vacunación. Esto equivale a evitar el desarrollo de la
enfermedad y las muertes por esta causa. El riesgo de infección por
VPH existe desde el inicio de la actividad sexual, por eso, y
necesariamente, la vacunación debe ser previa a la exposición al
agente viral”.
Se
estima que en nuestro país cada año hay 3.000 nuevos casos de
cáncer de cuello de útero y se producen 1.800 muertes a causa de
esta enfermedad. Según una encuesta del Centro de Estudios de Estado
y Sociedad (CEDES) sobre 1.200 mujeres de Capital Federal y Gran
Buenos Aires, el 85% no conoce las causas del cáncer cérvico-uterino
y el 33% no sabe cómo se previene. Este alto nivel de desinformación
abona el terreno para que prevalezca la enfermedad. Es por eso que se
considera al cáncer de cuello de útero el tumor que refleja con
mayor crudeza la desigualdad social en salud.
En
ese contexto, en el marco del proyecto para el mejoramiento del
Programa Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello Uterino en
Argentina, en el 2007 se realizó un diagnóstico de situación sobre
el cáncer de cuello de útero. Dicho diagnóstico develó que las
provincias con mayores tasas (Jujuy, Chaco, Misiones, Formosa y
Salta) presentaron valores cuatro veces más altos que el de la
jurisdicción con menor mortalidad (Ciudad de Buenos Aires). Las
mujeres que residían en las regiones de Noroeste (NOA) y Noreste
(NEA) fueron las que mayor probabilidad tenían de no haberse
tamizado en los dos últimos años.
“El
cáncer de cuello de útero afecta principalmente a mujeres de bajo
nivel socioeconómico, socialmente vulnerables y con bajo acceso a
los servicios de salud. La baja participación de las mujeres en los
programas de prevención se relaciona con la existencia de barreras
de acceso al sistema de salud (inaccesibilidad geográfica a los
centros de salud que existen en algunas zonas, demoras y esperas
prolongadas para la asignación de turnos y resultados); la falta de
recursos económicos para cubrir el traslado; cuestiones culturales o
de género (pudor a exponer su cuerpo desnudo, el temor a un
resultado anormal, la necesidad de una organización doméstica
especial para asistir a la cita del PAP y la falta de apoyo de las
parejas y/o de las familias); entre otras, atentan contra la
posibilidad de controlar esta enfermedad”, indica el
oncólogo, Gonzalo Giornelli, del Instituto
Alexander Fleming.
Acerca de Alexander
FlemingEs la primera institución privada de América Latina
dedicada a la prevención, diagnóstico y tratamiento integral de
pacientes con cáncer. Cuenta con tecnología de alta complejidad,
puesta al servicio de sus pacientes y de la sociedad. Es además, la
primera clínica de la República Argentina acreditada por el Banco
de Donantes de Médula de los Estados Unidos (N.M.D.P. National
Marrow Donor Program) para realizar transplantes de médula ósea de
donantes no relacionados.