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Discurso del Gobernador del Banco de España Luis Linde

En definitiva....

* La crisis ha tenido una profundidad y una gravedad sin precedentes en nuestra historia económica. Desde 2007, el nivel del PIB español ha descendido en 7 puntos porcentuales, aunque, quizá, la medida más representativa de la severidad de la crisis la ofrece el comportamiento del mercado laboral, con un retroceso del empleo del 19 % y un gran aumento de la tasa de paro, que al concluir 2013 afectaba al 26 % de la población activa. 

* En todo caso, las pérdidas de competitividad y el endeudamiento excesivo llevaron a un desequilibrio de gran magnitud en nuestras transacciones en el exterior, que alcanzó el 10 % del PIB en 2007 y requirió acudir a grandes volúmenes de ahorro externo para asegurar su financiación.

* Pero con la crisis aparecieron otros elementos de fragilidad. El deterioro del escenario macroeconómico y, de manera singular, el desplome del empleo, incidieron muy negativamente sobre las finanzas públicas. Las características de la regulación del mercado laboral hicieron que el ajuste al súbito cambio del ciclo económico se produjera, básicamente, sobre el empleo y apenas sobre las condiciones salariales y una mayor flexibilidad en la contratación. A su vez, el pronunciado deterioro de las finanzas públicas reveló debilidades en el funcionamiento institucional del sector público; en particular, la insuficiencia del marco de disciplina que estaba en vigor para asegurar el cumplimiento de los objetivos presupuestarios.

* Afortunadamente, desde la segunda mitad del año pasado nuestra economía ha iniciado una fase de recuperación, muy gradual, sin duda, que le ha permitido salir de la fase de contracción en la que había recaído a comienzos de 2011. En los últimos trimestres, la demanda interna ha empezado a repuntar, apoyada en una cierta recuperación del consumo de los hogares y de la inversión en equipo, al tiempo que los descensos en la inversión en construcción seguían aminorándose. Por un lado, la aportación positiva de la demanda externa comenzó a perder intensidad, iniciándose el reequilibrio de ambos componentes del gasto.

* La incipiente recuperación de la economía española se está beneficiando también de la relajación de las tensiones financieras en los mercados europeos. En particular, la actuación del Banco Central Europeo y los avances registrados tanto en la corrección de las debilidades detectadas en la gobernanza del euro, como en la creación de una unión bancaria dentro del área, han contribuido a mejorar las condiciones de financiación de la economía española. Con todo, el coste que todavía tienen que pagar nuestras empresas y familias por sus créditos continúa siendo demasiado alto para el tono acomodaticio de la política monetaria, lo que revela que no cabe hablar aún de completa normalización del proceso de transmisión de la política monetaria única en el área del euro.

* En el terreno fiscal, el esfuerzo de corrección del déficit público ha alcanzado gran intensidad, como lo indica la significativa reducción del déficit estructural de las AAPP desde 2009. El aumento de la transparencia y el reforzamiento del marco fiscal logrados con la aprobación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria y de Sostenibilidad Financiera en 2012, favorecen el cumplimiento de los objetivos presupuestarios por los distintos niveles de gobierno, Administración Central, Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales. A su vez, la reforma del sistema de pensiones es un paso necesario para garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas a medio plazo. Pese a estos logros, la trayectoria ascendente de la ratio de deuda pública a PIB no se ha detenido todavía y constituye un recordatorio de la dimensión del esfuerzo fiscal pendiente.

* Se han producido también avances en el proceso de desendeudamiento del sector privado. El débil comportamiento de las rentas familiares y empresariales, está haciendo que este proceso sea lento, por lo que el peso del ajuste está descansando sobre la contracción del crédito concedido a estos sectores. Ahora bien, esta contracción del crédito puede ser, y de hecho está siendo, compatible con una recomposición adecuada del mismo. El análisis del Banco de España apunta a que, incluso en años tan difíciles como han sido estos dos últimos, el porcentaje de empresas que no han experimentado un retroceso de sus préstamos bancarios ha sido significativo, en torno al 30 %. Y lo que es aún más importante, las que no han visto caer su crédito son, precisamente, aquellas empresas que, en general, partían de una situación más sólida de endeudamiento y rentabilidad.

* El horizonte de recuperación más probable para los próximos meses supone crecimientos de la actividad relativamente moderados. Cabe prever que la demanda interna siga ganando peso, aunque dentro de una trayectoria de recuperación muy gradual, en línea con la que se prevé para sus factores determinantes. La inversión en construcción participará de esta pauta de recuperación, si bien teniendo en cuenta su posición algo más negativa al inicio de este año, con retraso con respecto al resto de componentes de la demanda interna. Por su parte, la demanda externa mantendrá su aportación positiva al PIB, pero con contribuciones más reducidas que en los años de la crisis.

* Los factores de riesgo que rodean a este escenario central de recuperación son diversos. Por una parte, las perspectivas de crecimiento para la zona del euro continúan apuntando a incrementos moderados de la actividad en los próximos trimestres y sujetos, asimismo, a riesgos a la baja. Por otra parte, resulta inevitable seguir avanzando en la consolidación fiscal, lo que no permite la aplicación de políticas presupuestarias expansivas a corto plazo. En estas circunstancias, adquiere gran importancia una posible reforma tributaria que favoreciera la eficiencia económica y el crecimiento. En el terreno de la deuda privada, como ya he señalado, no cabe esperar que el crédito se recupere a nivel agregado hasta que lo haya hecho el crecimiento económico. Entre tanto, el necesario desapalancamiento debería seguir siendo compatible con una recomposición positiva del crédito, como apuntan los desarrollos más recientes.

Por José Luis Martínez Campuzano de Citi