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¿Por qué se siguen vendiendo tantos coches de lujo en plena crisis?

A veces llama la atención, y más en unos momentos en que todos los datos indican que la crisis ha afectado especialmente a la compra de vehículos. Pero el caso es que todos seguimos viendo que hay particulares y empresas que cambian de coche cada poco tiempo, variando solamente de un modelo de lujo a otro, y nos preguntamos cómo es posible. Muchos, la mayoría, lo harán simplemente porque les gusta y porque pueden, pero hay que señalar también que en este tema hay una importante bolsa de fraude fiscal.

En el tema de los coches hay que tener en cuenta que, al tratarse de bienes de un alto valor económico y que se mueven de sitio, es muy difícil controlar el fraude, por lo que se trata de un sector bastante goloso para los defraudadores. Las variedades son tantas como la imaginación de los que lo cometen, pero hoy vamos a centrarnos en el fraude del alquiler ficticio de vehículos.

El fraude, en esencia, produce un doble beneficio, por lo que puede llegar a reportar grandes ganancias en poco tiempo. Por tanto, si aunamos el lucro económico a la indudable ventaja de imagen que supone pasearse cada poco tiempo con un coche de lujo nuevo, resulta muy interesante para cierta clase de individuos.

Pero vamos a su descripción: se trata, fundamentalmente, de dar de alta en España una empresa de alquiler de vehículos, y comprar coches de segunda mano en el extranjero para, en teoría, alquilarlos. Después de la compra, en la práctica, esos coches se alquilan un par de semanas o no se alquilan nunca y se dedican en realidad a la venta, como si el empresario de alquileres estuviese renovando su flota. Suele tratarse de coches usados en Alemania o Italia, generalmente de alta gama, y además del margen entre compra y venta dejan el doble beneficio procedente de no pagar los impuestos que se debe.

¿Y cuáles son los impuestos que no se pagan por este sistema? Pues varios.

Por un lado, se deja de pagar el Impuesto Especial sobre Determinados Medios de Transporte (IEDMT), más conocido como impuesto de matriculación, cuyo tipo impositivo es del 12%. En España, las empresas de alquiler de vehículos están exentas de este impuesto, con lo que en un coche de veinte o treinta mil euros ya están ganando alrededor de tres mil con la jugada. Por otro lado, las empresas que realizan esta maniobra evitan pagar el IVA en origen, ya que se acogen de forma indebida al Régimen Especial de Bienes Usados (REBU) y ven así reducido artificialmente el tipo de IVA al que sujetan su actividad. Al final de la operación, cada coche que se trae del extranjero puede dejar unos ocho o nueve mil euros de beneficio entre el margen comercial y los impuestos que no se pagan.

De este modo, como puede verse, el agujero que se abre es importante, porque no sólo se comete un fraude de mucho dinero, sino que se compite de forma desleal con las empresas que legítimamente se dedican a la venta de coches de segunda mano, expulsándolas del mercado u obligándolas a ajustar sus márgenes o la calidad de los vehículos que ofrecen.

Y es que el problema del fraude fiscal no reside solamente en lo que Hacienda deja de cobrar y tiene que sacarle a los demás, sino en el daño que se hace a las empresas que cumplen con sus obligaciones, abocadas muchas veces, pro estas prácticas, a pasarse al lado oscuro o a echar el cierre.

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