Síntesis del documento
1. La favorable evolución de los términos del intercambio (precios de
nuestras exportaciones vs. precios de nuestras importaciones), de los
últimos años, parece responder no sólo a la coyuntura particular de la
debilidad del dólar y la liquidez global, si no a cambios estructurales de
largo plazo:
a) Cambios en la demografía y crecimiento de la clase media global.
En los últimos veinte años 1200 millones de personas salieron de
la pobreza extrema y en los próximos veinte se espera que se
incorporen, al menos, 1000 millones más. Mayor demanda de
alimentos más sofisticados.
b) Demanda creciente de biocombustibles.
c) Mayor producción de materiales biotecnológicos por razones
económicas y, sobre todo ambientales.
2. La Argentina en las últimas décadas tuvo un salto espectacular en su
producción agroindustrial resultado de un marco institucional adecuado
para la adopción y difusión de nuevas tecnologías, y por la estabilidad
de las reglas macroeconómicas y específicas para el sector. El cambio
fue luego potenciado por el incremento de los precios, pero fue previo y
simultáneo. El efecto cantidades no debe ser subestimado. La
producción pasó de 20 millones de toneladas a casi 100 millones y el
valor de las exportaciones más que se duplicó, llegando a los 30000
millones de dólares.
3. Se generó una nueva organización de la producción. Un cambio
estructural en las cadenas de valor, en el empleo y en la
“democratización” del uso de los avances tecnológicos.
4. Sin embargo, en los últimos años el entorno institucional se ha ido
desdibujando. Las sociedades exitosas han resuelto el dilema entre
eficiencia y distribución, con las señales adecuadas para maximizar la
producción y redistribuyendo ingresos a través de la política de gasto
público.
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5. La Argentina, en cambio, actúa con medidas regulatorias, impositivas y
de controles de precios que tienen efectos negativos sobre la
producción, mientras el gasto público no necesariamente llega a los
sectores más necesitados, ni en cantidad, ni en calidad.
6. Un ejemplo típico de lo antes descripto fue la intervención en el mercado
de la carne. Se mantuvieron los precios controlados, se prohibió la
exportación y el resultado fue la fuerte caída de la oferta, la duplicación
de los precios al consumidor en dos años y la merma del consumo
interno y de las exportaciones.
7. Otro tanto sucedió en el mercado del trigo y el maíz, en dónde apenas
llega a los consumidores de más bajos recursos el 20% del costo total
para los productores de los derechos de exportación y las restricciones
cuantitativas, mientras el resto se filtra a consumidores de mayores
recursos y a otros sectores y competidores externos.
8. Por lo tanto, resulta razonable eliminar las restricciones cuantitativas y,
gradualmente, los impuestos a la exportación. Para esto último se
requiere un rediseño de la política fiscal en sentido amplio incluyendo, el
sistema impositivo, el gasto público y la Coparticipación Federal. Estos
cambios más las mejoras institucionales, adecuadas negociaciones
internacionales para abrir mercados, la inversión en infraestructura y en
educación, permitirían aprovechar plenamente el escenario global.
9. La política social hacia los sectores de menores recursos puede
canalizarse aprovechando el esquema ya existente de transferencias
directas de dinero a través de tarjetas de débito, sin intermediarios y con
incentivos a la educación y capacitación.
10. La macroeconomía para hacer compatible estas políticas con la
competitividad del resto de los sectores productivos de la Argentina,
requiere una política fiscal, monetaria y cambiaria moderadora del ciclo y
de la expansión de la demanda, para evitar una caída insostenible del
tipo de cambio real.
11. el problema del tipo de cambio real no surge por sobreoferta de divisas,
sino por un manejo procíclico de la demanda agregada, del gasto
público y de la política de ingresos.
12. Como lo prueba la historia argentina y lo sucedido en los últimos años,
subir los salarios en términos reales de manera sostenible en el tiempo,
requiere reducir los costos de capital en sentido amplio y crear espacio
fiscal para compensar y financiar la transición de otros sectores. El
dilema no es agro o industria, es macroeconomía sustentable o
insostenible. Esta macroeconomía insostenible es la que ha impedido el
desarrollo del sistema financiero y el mercado de capitales en moneda
local. Por ejemplo: La relación préstamos al sector privado/PBI no
supera el 14%, mientras es el 57% en Brasil, o el 90% en Chile. Si se
toman países con dotación de factores originalmente similares a la
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Argentina, como Australia, Nueva Zelanda o Canadá, esta relación sube
al 127%, 147% o 128%, respectivamente.
A modo de síntesis, entonces:
1. La evolución del mundo emergente seguirá permitiendo que vastos sectores
de la población mundial abandonen la economía de subsistencia y la pobreza
extrema, y se incorporen a la actividad económica más organizada, con
cambios importantes en sus patrones de consumo, en particular de alimentos.
2. Estos cambios en los patrones de consumo hacia alimentos de mejor
calidad, implican una gran oportunidad para los países con capacidad para
producir dichos alimentos.
3. Asimismo, se avizora un crecimiento sostenido de la demanda de
biocombustibles y de otras variantes de la producción de base biotecnológica
durante las próximas décadas. También aquí se presenta una oportunidad
importante.
4. Este aumento de la demanda a un ritmo naturalmente superior a la evolución
de la oferta, permiten proyectar términos del intercambio, precios relativos,
altamente favorables hacia los commodities alimenticios y sus derivados de
mayor valor agregado.
5. La Argentina produjo un salto de gran magnitud en su producción
agroindustrial, gracias a la combinación de cambio tecnológico, un ambiente
institucional favorable a la difusión de las nuevas tecnologías; estabilidad de
las reglas de juego macroeconómicas y cambios extraordinarios en la
organización de la producción, el Management y la calidad de los recursos
humanos.
6. Estas condiciones, en especial las referidas a la estabilidad de las reglas
macroeconómicas, y a la incorporación de innovaciones tecnológicas, se han
desdibujado en los últimos años, y están poniendo en riesgo la evolución futura
del sector o, al menos, no se generan las condiciones para maximizar la
producción agroindustrial en sentido amplio, desincentivando la diversificación,
y la ampliación de cadenas de mayor valor agregado en el sector.
7. Estas limitaciones de la política económica a la maximización de la
producción agroindustrial han perdido el sustento teórico y empírico. Como se
señalara, los términos del intercambio parecen presentar un cambio estructural
favorable y el sector, en su nuevo esquema de organización de la producción
demanda más empleo y de mejor calidad.
8. El uso de derechos y restricciones cuantitativas a la exportación como
mecanismos para independizar el precio interno de los alimentos, del
internacional y favorecer a los sectores locales de más bajos recursos resulta
poco efectivo. En algunos mercados, como el de la carne, desincentivó tanto la
oferta, que los precios al consumidor se duplicaron forzando una baja del
consumo. En el caso de otros productos, las filtraciones hacia sectores de
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mayores ingresos y la redistribución en contra de los productores primarios han
sido de magnitud. Los derechos de exportación se han convertido sólo en un
recurso fiscal más y las restricciones a la exportación, en instrumentos
discrecionales y poco efectivos para su propósito original.
9. Por lo tanto, la eliminación de las restricciones cuantitativas pueden hacerse
de inmediato sin efectos sustanciales sobre los precios pagados por los
consumidores de más bajos ingresos, que, en todo caso, podrían ser ayudados
de otra forma. Mientras que los derechos de exportación, podrían ser
gradualmente eliminados en el marco de una reforma fiscal, impositiva, del
gasto público y de la coparticipación federal. De esta manera se generaría un
esquema de incentivos a la producción agroindustrial diversificada, no sólo por
los efectos precio directos de estas medidas, si no también por la importancia
de una “señal” institucional de esta naturaleza sobre las decisiones inversión
de mediano y largo plazo.
10. Los supuestos efectos negativos de una sobreoferta de divisas por el
crecimiento de las exportaciones agroindustriales, sobre el tipo real de cambio,
no deben ser imputados a dicha mayor oferta de divisas, si no a la política
fiscal, monetaria-cambiaria y de ingresos procíclica que aceleró y acelera la
caída del tipo de cambio real, por alterar los precios relativos artificialmente.
11. En ese sentido, lo que se impone es una política macroeconómica
compatible con un escenario internacional favorable a la exportación
agroindustrial y no limitar las mismas, conspirando contra el crecimiento y el
progreso.
12. Estos cambios macroeconómicos deben ser acompañados por
modificaciones en el marco institucional general y particular del sector y por
acciones positivas en las negociaciones internacionales, de manera de
amplificar los efectos benéficos de dichos cambios y facilitar la transición del
resto del sector productivo de bienes y servicios para adaptarse a las nuevas
condiciones globales.
13. Es necesario complementar lo arriba expuesto con una aceleración de la
inversión en infraestructura de transporte y logística que permita canalizar
eficientemente los incrementos de producción, reduciendo, a la vez, los costos
y la discriminación en contra de las regiones más alejadas de los centros de
consumo y los puertos de exportación.
14. Todo esto debe ser acompañado de una política educativa que permita la
oferta de capital humano calificado y que brinde genuina igualdad de
oportunidades.
15. Y de una política social de ayuda a los sectores de menores ingresos, con
subsidios directos a la demanda, con transferencias automáticas y sujetas a
contraprestaciones educativas y de formación laboral, para reducir la
dependencia de dichos sectores a la ayuda pública, con su inserción en el
mediano plazo en el mercado de trabajo.
Lic. Enrique Szewach
“El aporte de la agroindustria: hacia un progreso sostenible
noviembre 01, 2011