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Informe Económico Semanal del Banco Ciudad

LA SEMANA EN POCAS PALABRAS
En la última semana se conocieron los datos del PIB oficial correspondientes al primer trimestre, los cuales se anotaron un alza del 9,9% interanual (2,8% trimestral), manteniendo las tasas chinas de crecimiento observadas hasta el año 2008.
En contraste con estos bombásticos números, tanto las estimaciones privadas como los propios indicadores oficiales marcaban un crecimiento menor al finalmente anunciado. El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) elaborado por el INDEC anticipaba un alza del 8,6% a/a para el primer trimestre, mientras que las estimaciones privadas señalaron un crecimiento promedio cercano al 7% interanual, todavía elevado pero lejano al frenético ritmo capturado por las estadísticas oficiales.
Ahora bien, a pesar de estas diferencias, en todos los casos el consumo privado aparece como el principal responsable del crecimiento, más allá que en los últimos meses comiencen a vislumbrarse unas tímidas señales de enfriamiento. Mirando sólo la “foto”, y en un contexto en el que los salarios todavía crecen por encima de los precios, la elevada inflación no logra hacer mella en los gastos de las familias, los cuales (paradójicamente) se ven “fogoneados” por la pérdida de poder adquisitivo a la que se enfrentan la mayoría de los mortales que pretenden ahorrar parte de sus ingresos ante una inflación en dólares del 20%.
En este marco, todo indica que con la inyección de fondos que implicará el pago del medio aguinaldo en julio, más los pagos retroactivos que se están realizando en aquellos sectores que renegociaron sus salarios de manera reciente, el gobierno podría reservarse para la recta final de la carrera electoral las típicas medidas de ingresos lanzadas durante los últimas elecciones (incluyendo pagos por única vez para jubilados y beneficiarios de planes y otros), continuando con la línea inaugurada con el flamante programa “LCD para todos”.
Sin embargo, con la vista puesta en el mediano plazo, se torna obvio lo insostenible del mantenimiento al infinito de una inflación en dólares del 20%. Todo indica que el próximo gobierno (incluyendo uno liderado por el actual oficialismo) se verá obligado a adoptar correcciones para el lado monetario y fiscal como forma de frenar la inercia inflacionaria o, alternativamente, comenzar a deslizar el tipo de cambio para compensar la inflación pasada. Lo más probable, y por diferentes razones, es que ambos escenarios deriven en un menor crecimiento en relación a la fiesta de los últimos años.