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El G20 prepara cumbre bajo amenaza de nueva recesión y de guerra de divisas

Los líderes de las potencias industrializadas y emergentes del G20 tratarán de limar sus crecientes diferencias la semana próxima en Seúl para enfrentar de manera coordinada la amenaza de una nueva recesión económica y evitar una "guerra de divisas" entre EEUU y China.

El anuncio de la Reserva Federal norteamericana (Fed) el miércoles de una inyección de 600.000 millones de dólares para sostener la reactivación en Estados Unidos ha disparado la tensión de cara a la cumbre que se celebrará el 11 y 12 de noviembre en la capital surcoreana.

La decisión de la Fed tiene lugar en pleno debate sobre la "guerra de divisas", que implica principalmente a Estados Unidos y China por la infravaloración del yuan, pero en la que han quedado atrapados otros países, con acusaciones cruzadas de intervenir para debilitar sus monedas y favorecer las exportaciones y el crecimiento individuales en detrimento de los otros.

Brasil, China y Alemania salieron a criticar de inmediato la decisión de la primera economía mundial, y la Unión Europea (UE) quiere incluir el tema en la agenda de la reunión de Seúl, según indicó el viernes un responsable europeo, que no quiso revelar su identidad.

El ministro brasileño de Hacienda, Guido Mantega, el primero en acuñar el término "guerra de divisas" a fines de septiembre, indicó el jueves que el "único resultado" de la decisión de la Fed "es una depreciación del dólar para que Estados Unidos tenga una competitividad mayor en el comercio internacional".

Además, con la tasas de interés a un nivel muy bajo en Estados Unidos, los nuevos montos disponibles con la decisión de la Fed irán probablemente a los mercados emergentes, que ofrecen mejores rendimientos, con el riesgo de que se formen burbujas especulativas, advirtieron desde el Banco Central chino.

Detrás del debate sobre la "guerra de divisas" se encierra otro problema mayor: la economía mundial -principalmente los países industrializados- no da señales sólidas de haber superado la crisis que estalló en 2008 con la quiebra del banco norteamericano Lehman Brothers.

Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recortaron este semana sus proyecciones de crecimiento mundial para 2010 y los años próximos en informes más pesimistas.

De su lado, la Organización Mundial del Comercio (OMC) advirtió el jueves que "las turbulencias en los mercados cambiarios" aumentan los riesgos de una vuelta al proteccionismo.

Con la economía mundial tambaleante, el G20 debe recuperar la coordinación de las políticas monetarias y económicas nacionales que mostró en su primera cumbre de Washington de noviembre de 2008, al inicio de la crisis.

Sin embargo, esto podría verse más dificultado ahora por la reciente derrota electoral del presidente norteamericano Barack Obama, debilitado ante la presión de los republicanos, menos abiertos al multilateralismo.

En una reunión de ministros de Finanzas a fines de octubre, el G20 acordó abstenerse de intervenir para devaluar las monedas y limitar los desequilibrios de las cuentas corrientes, aunque existe una fuerte oposición a una propuesta concreta de Washington sobre este último punto para establecer un objetivo en porcentaje del PIB.

Pero no todas son malas noticias de cara a Seúl.

La cumbre del G20 (que integran Brasil, Argentina y México) se llevará a cabo con la reforma del FMI ya aprobada y los líderes tienen previsto dar su visto bueno a los acuerdos de "Basilea III" alcanzados por los principales bancos centrales sobre nuevas reglas en el sector bancario mundial.

La reforma del FMI aumenta las sillas de los países emergentes en su Consejo de Administración en detrimento de los europeos y amplía las atribuciones en materia de vigilancia de las políticas económicas de los Estados.

En cuanto a Basilea III, que entrará en vigor progresivamente a partir del 1 de enero de 2013 para una puesta en marcha definitiva en 2019, su principal disposición es un aumento de los encajes bancarios (reservas mínimas de dinero en efectivo que deben mantener en caja) para mejorar la resistencia de esas entidades frente a futuras crisis.

afp