Por Sergio Morales El autor es Director Asociado de CELAI l Centro Latinoamericano de Inversiones
Tan acostumbrados estamos los argentinos a vivir en una economía al borde del precipicio, que hemos desarrollado una infinita capacidad creativa para hacer frente a problemas complejos improvisando soluciones ingeniosas, aunque muchas veces, superficiales y de corto plazo.
Este año el plan de gobierno parecía simple, atar “con alambre” la economía hasta las elecciones y esperar a que se presente Cristina con el peronismo fragmentado. Sin embargo, una vez más no se tuvo en cuenta el factor externo. Tan solo en el último año, el flujo de capitales hacia países emergentes se vio perjudicado por una serie de acontecimientos globales, tales como la crisis cambiaria en Turquía, el Brexit, la suba de tasa de interés internacional, entre otros, haciendo temblar las diferentes monedas de la región. Sin ir más lejos, recientemente, la divulgación del dato de la contracción del sector manufacturero en Alemania (PMI alemán), produjo una jornada de devaluaciones en paises emergentes, dónde por supuesto, el peso argentino no fue la excepción.
Pero el principal problema no se encuentra en las variables que no podemos manejar, sino en la fragilidad de la economía argentina a falta de resultados, que amplifica el impacto de cualquier shock externo.
En este sentido, el INDEC publicó el dato provisorio de actividad de 2018, arrojando en promedio -2,5% interanual, explicado por una contracción del consumo privado en -2,4%, importaciones -5,1%, exportaciones flat e inversión -5,8% y consumo público -3,3%. En el cuarto trimestre la caída interanual fue de -6,2%, liderada por la inversión (-25%) y el consumo privado (-9,5%). Por otro lado, el desempleo en 2018 creció 1,9% interanual, hasta 9,1%.
La estrategia macro de este año electoral de endurecer la política monetaria al subir la tasa de interés para controlar el dólar y la inflación, no solo no alcanza sino que termina profundizando la recesión al encarecer el crédito y estrangular al sector productivo. Por otro lado, se anuncia con bombos y platillos que se realizarán subastas diarias entre mediados de abril y diciembre, de USD 9.600 millones del préstamo del FMI, lo que deja al descubierto aún más la dependencia de la economía y de la moneda, del financiamiento externo.
La desconfianza política y los vaivenes en las encuestas, manifiesta la demanda de la sociedad de un gobierno que no especule electoralmente sino que utilice esta gran capacidad creativa que tenemos los argentinos, para encontrar un camino hacia un crecimiento real y duradero.