Las recientes operaciones de inteligencia en relación a la estabilidad democrática y el protagonismo del espionaje vernáculo en la causa que investiga la muerte del fiscal Nisman, encendieron las alarmas en torno a la ex SIDE. La cual, lejos de ser una institución saneada al servicio del Estado, revive lo peor de viejas épocas.
Desde hace días circulan nombres de varias personalidades de la ex SIDE (actual AFI) relacionados con supuestas maniobras de desestabilización en contra del presidente electo, Mauricio Macri. Sin embargo, ¿puede esto ser atribuído a una maniobra del kirchnerismo o simplemente se trata de operaciones de un grupo de facciosos que toma acción por cuenta propia, queriendo ser más papista que el Papa?
En el caso argentino, la Inteligencia nunca funciona verticalmente ni cumple a rajatabla las órdenes presidenciales. El jefe de espías o “Señor 5”, como se lo conoce internamente en 25 de Mayo 11, es apenas una figura protocolar y representativa del Ejecutivo. Por lo que, la verdadera Inteligencia es un aparato autónomo.
La Casa responde a los requerimientos de información del servicio, producto de las relaciones con otros servicios de Inteligencia y en función de justificar su propia necesidad y existencia. Consolidando así -tal como lo definiera el escritor y ex diputado Miguel Bonasso- un criptoestado que funciona por encima del resto de los poderes.
Las camarillas o facciones siempre dominaron al espionaje vernáculo, las cuales sólo trabajan para sacar ventaja de la coyuntura. Ser indispensables para la política a través del manejo de información oportuna, con el objetivo de perpetuarse en el poder, es lo que las moviliza.
Es por eso que los espías nunca confían a los políticos todo lo que saben. Como dicen en la jerga, la clave está en saber “dosificar” la información. Ya que, de esta manera, la dependencia se vuelve inevitable.
La historia demuestra que, en forma sistemática, ante el fin de de una era o mandato presidencial, la ex SIDE juega siempre para sí misma. En 1988, por ejemplo, sectores del organismo promovieron y participaron activamente de los saqueos en contra de Raúl Alfonsín.
La famosa “mano de obra desocupada” de La Casa también jugó durante la presidencia del gobierno de Carlos Menem. Y ya en el gobierno de Fernando De la Rúa tuvo un rol destacado en su caída, a través de la infiltración de los movimientos sociales.
También participaron de hechos puntuales en la gestión de Eduardo Duhalde, como lo fueron los fatídicos acontecimientos de Puente Pueyrredón, que terminaron con la vida de Maximiliano Kostecki y Darío Santilán. El principal imputado por esas muertes, el comisario Alfredo Franchiotti, tenía línea directa con Fernando Pocino, por entonces jefe de la base Billinghurst y actual director de Reunión Interior de la AFI.
Los protagonistas
Recientemente, el diario Clarín sacó a relucir el nombre de Pocino y el del Suboficial Mayor (R) del Ejército Argentino, Joaquín Conrado Pereyra, vinculando a ambos agentes de la actual Agencia Federal de Inteligencia (AFI) a acciones tendientes a afectar la estabilidad democrática, para complicar la asunción de Mauricio Macri.
Aquellos que conocen cómo operan estos personajes, no descartan que -como lo hizo el ex jefe de Operaciones, Antonio “Jaime” Stiuso, antes de la muerte del fiscal Alberto Nisman- estén jugando sus últimas fichas, en una segunda puja de la Inteligencia contra la institución presidencial, en busca de salvar su propio cuello y conseguir reciclarse con el gobierno entrante.
Tanto Pocino como Pereyra llevan sobre sus espaldas el peso de frondosos, oscuros y pesados pasados, indicaron aAdelanto 24 fuentes que conocen con cercanía a estos dos agentes.
En el caso del primero, son varias las causas judiciales y sumarios internos que tiene en su haber. Uno de ellos es por acoso sexual y agresión verbal a una agente que había ingresado en el sur del país, y que era cercana al entorno del matrimonio Kirchner. Otro, por el faltante de 4 millones de dólares de fondos reservados.
Además de estar involucrado en la causa por las muertes de Kostecki y Santillán, también lo está en la que investiga la muerte del principal testigo de la tragedia de Once y, recientemente, en la de la muerte del fiscal Nisman. El común denominador -ajeno a las casualidades- son sus líneas telefónicas.
Practicante del umbandismo y la magia negra, Pocino, que en La Casa es “Federico Piedrabuena o Heladera”, ingresó a la ex SIDE durante el gobierno de Alfonsín de la mano de la Coordinadora Radical. En el año 2000, fue el responsable de la purga de dos mil agentes que llevó adelante el “Sr. 5” de De la Rúa, Fernando Santibañez. Acto que lo dejó en la mira de muchos.
Durante su extensa estadía por 25 de Mayo 11, ocupó la delegación de la ex SIDE en Chile, donde su destaque fueron las noches de excesos. Lo que le valió la desconsideración de los “camaradas” andinos. Los tragos y las visitas a antros lejanos a cualquier actividad laboral fueron la marca de su paso en ese destino.
Otro de sus logros fue hacerse del apodo “Señor Campaña Sucia”. Una de las operaciones más resonantes que concretó fue la que orquestó en contra del por entonces candidato a jefe de Gobierno porteño, Enrique Olivera, quien contaba con el apoyo de Elisa “Lilita” Carrió.
El seguimiento al ex candidato presidencial Daniel Scioli y su entorno también estuvo bajo su tutela. Y es el nexo y principal “fuente” de un reconocido periodista de América TV, cuya marca es el sensacionalismo cargado de operaciones.
Su amistad con el fiscal Carlos Stornelli terminó complicándolo más de la cuenta en el caso Nisman. Ya que, cuando la fiscal Viviana Fein, investigadora de la muerte del ex titular de la UFI-AMIA, puso el ojo sobre el cruce de llamados entre el ex ministro de Seguridad bonaerense y una misteriosa mujer de Pinamar, éste confesó haber mantenido contacto telefónico con el Director de Reunión Interior el día en que Nisman fue hallado sin vida.
Por el otro lado está el Suboficial Mayor del Ejército Argentino, Joaquín Pereyra; del arma de ingenieros igual que el General César Milani, a quien ayudó a llegar a la Jefatura II de Inteligencia del Ejército gracias a la campaña en contra de su antecesor, el General Osvaldo Montero, y quien fuera su mano derecha durante el lapso en que éste ocupó los múltiples y simultáneos cargos en el Edificio Libertador.
Milani y Pereyra comparten haber estado en el mismo destino durante los años de plomo, el Teatro de Operaciones en la Provincia de Tucumán.
En tanto, en su currículum está haber sido el hombre del general Martín Balza que operó la venta de armas al Ecuador, donde estuvo destinado durante el conflicto del CENEPA que ese país protagonizó con Perú. Pero además, es señalado en varios testimonios como el ejecutor de Iván Ruiz Sánchez y Francisco Provenzano, quienes en los ‘90, de la mano del MTP de Enrique Gorriarán Merlo, participaron del ataque al Regimiento de Infantería Mecanizada 3, con asiento en Tablada.
Otra de las muertes por las que Pereyra está sospechado es la de un soldado en Puerta 7, de Campo de Mayo; en la que plantaron un supuesto un ajuste de cuentas. Al parecer, este soldado iba a denunciar a Pereyra por problemas de conciencia con las ejecuciones realizadas en La Tablada.
Entre otros planes, Pereyra fue quien le propuso al fallecido general Ricardo Brinzoni el asesinato del periodista Horacio Verbitsky, a raíz de que éste lo amenazara con impedir que recibiera el grado 33 de la masonería y hacerlo público. También fue el encargado de hostigar a través de un grupo de inteligencia oficial al suboficial retirado, José Alberto Almada, otro de los denunciantes de la ejecución y posterior desapareción de los militantes del MTP, quienes según su propio testimonio grabado habría ejecutado de un tiro en la nuca y luego enterrado en tanques con cal, donde permanecieron por días hasta desaparecer.
La última tarea de Pereyra -encargada por Milani y Pocino- habría sido localizar a Stiuso en Brasil, junto a un grupo especial para encargarse de la eliminación física del jubilado agente, que actualmente reside en el “estado del sol” como se conoce a Florida en los Estados Unidos.
El nexo coordinante
Hay un personaje que une a esta facción operativa que lideran Pocino y Pereyra, la cual deja en evidencia la autonomía con la que operan los espías argentinos en aras de sus propios intereses, con Guillermo Montenegro, futuro jefe de la AFI en el gobierno de Macri. Lo que le permitiría a estos hombres de pesado prontuario continuar en La Casa más allá del 10 de diciembre.
Se trata de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, ex esposa de Alberto Nisman, quien salvó al actual ministro de Justicia y Seguridad porteño de quedar procesado en la causa por escuchas ilegales que mantiene en vilo al futuro presidente. La magistrada es el elemento que hoy opera en plena consonancia con los supuestos conspiradores K, mientras en paralelo hace lo propio para el macrismo. Cosa extraña si las hay, aunque en Inteligencia todo tiene su razón. ![CT5shIPW4AADd7b]()
Las relaciones de Arroyo Salgado con Pocino y Pereyra se remontan al año 2006, cuando a instancias del actual director de Reuinión Interior, Pereyra se presentó ante la jueza para atestiguar -según consta en el expediente- que el ex jefe de la SIDE, Juan Bautista Yofre, el periodista Carlos Pagni y ex funcionarios de la PSA éramos responsables de una red de espionaje que pretendía desestabilizar al gobierno de Néstor Kirchner, incitando las protestas del campo e interceptando los correos electrónicos de varios funcionarios y empresarios ligados al oficialismo.
Arroyo Salgado dio curso a esa causa con Pereyra como “testigo protegido” (siendo agente de la SIDE, en una maniobra jurídica totalmente ilegal) y desde allí continuaron operando como estructura hasta la muerte de Nisman, donde al parecer hubo un quiebre temporal en esta alianza que involucra también al ex jefe de Operaciones, Antonio Stiuso.
La simbiosis Pocino-Pereyra-Stiuso-Arroyo Salgado corre por sí sola y no sólo por el amor. El espanto que genera una causa que no sólo amenaza la carrera de la jueza -ya que está plagada de irregularidades y pruebas plantadas, donde los imputados eran espiados y el material de inteligencia acumulado era utilizado por Pocino, Stiuso y Milani- además amenaza la continuidad de Pereyra y Pocino en La Casa, quienes al igual que “Jaime” se resisten a toda costa a perder la cobertura que la inteligencia les brindaría para eludir futuros procesos judiciales por delitos de lo más variados, como puede ser la malversación de fondos públicos, el armado de causas, cohecho, tráfico de influencias, desaparición de personas y homicidios. Sin contar con la amplia protección que Arroyo Salgado brinda a narcotraficantes, como quedó en evidencia con la camioneta en la que se fugó Stiuso a Uruguay y la causa Hope Funds. Y ni que hablar de la desaparición del financista Damián Stefanini, a cargo de Arroyo Salgado, quien a su vez le depositaba cientos de miles de dólares a su ex pareja, el fiscal Nisman, en los EE.UU.
Una vez más, de quedar Montenegro al frente de la AFI, Arroyo Salgado recibirá el salvavidas que le permitirá arrastrar a Pocino y Pereyra como protectores, quedando así todo en familia y tapado en los cajones de quién sabe dónde.
Fuente: adelanto24.com