En 2020 estos son los principales desafíos macroeconómicos que enfrentará el país gobernado por el presidente Alberto Fernández: reactivar la economía, bajar la inflación, arreglar el desaguisado de la deuda pública.
Todo se puede (más bien se debe…) hacer bien y rápido. Se necesidad claridad de pensamiento, capacidad de ejecución, y por supuesto, el debido apoyo político. Esperemos sucedan las 3 cosas.
Reactivación
A nivel “macro” las 3 fuentes principales de reactivación, deberían ser:
- a) La "pausa fiscal". Es decir, al no haber ajuste fiscal adicional, este factor recesivo cesaría. Un déficit primario del 1%, implicaría un impulso fiscal moderadamente expansivo.
- b) Recuperación salarial. En el presente contexto, subas salariales reales del orden del 3% (más no serían recomendables, porque implicaría empezar a retrasar el tipo de cambio), implicarían suba neta de la Demanda Agregada, por 2 razones: a) porque el gasto, tirón de demanda, que realizan los asalariados, sería mayor a lo que dejaran de gastar los empresarios que deben afrontar ese mayor costo salarial, b) porque en un contexto de capacidad ociosa elevada y más crédito (y a tasas mucho más bajas), la mayor suba salarial incentivará a las empresas a producir más y vender más, para atenuar el mayor costo salarial.
- c) Expansión crediticia. Una baja de tasas de Leliq, por ejemplo del 63% al 30%, si las paritarias resolvieran aumentos salariales del orden del 25%, expandiría la demanda de crédito, luego del shock crediticio tan adverso de tiempos recientes. Esta mayor demanda podría ser abastecida por baja de stock de Leliq, expandiendo Base Monetaria compatible con una inflación "objetivo" dada (por ejemplo 22%).
De los 3 factores, el factor crediticio, bien ejecutado, sería el que mayor aportaría a una recuperación del PIB, que estimamos, podría llegar a ser del orden del 4% (entre fin de 2019 y fin de 2020).
Bajar la inflación
El principal problema para bajar la inflación durante 2020 debería ser el impacto fiscal negativo de la Seguridad Social. Este impacto podría ser atendido vía: a) cambiar la fórmula (no aconsejable ni política, ni social, ni legalmente), b) compensar eso vía impositiva (suba de retenciones al agro, otros), c) créditos (Banco Mundial, otros). Pero no debería quedar el gobierno "paralizado", e inhibirse de concretar una baja sustancial de la inflación (por ejemplo, del 55% al 22%) por este motivo, que implica un costo adicional "por única vez".
Sobre la base de: no atrasar el tipo de cambio, sólo indexar tarifas, mantener márgenes empresariales normales, la discusión primera, y las más importante, sería definir cuál sería la recuperación salarial real para 2020. A mi juicio, habría que prometer a los asalariados una suba persistente, del 3% anual del salario real, por varios años. Es decir, de ahora en más siempre mejor, pero resignando el deseo de recuperar lo perdido en estos años (del orden del 15% o más) "pronto", por las restricciones macroeconómicas que impone la conveniencia/necesidad de mantener un tipo de cambio real alto.
Una vez acordada la suba salarial real, debe acordarse la suba nominal. Por ejemplo, que sea 25% durante 2020, pudiendo entonces el Estado a comprometer subas del tipo de cambio oficial del 20% y tarifas también del 20% concordantemente.
Reperfilar las deudas
Un reperfilamiento de la deuda con privados, con extensión de plazos, baja de cupones (en parte pagables y en parte capitalizables), sería muy factible de llevar adelante, para beneficio de todas las partes. También luce muy factible reperfilar las deudas del FMI, en base a un nuevo acuerdo.
Si la economía se reactiva, la inflación baja significativamente, no se atrasa el tipo de cambio, etc., los acreedores (bonistas y FMI) verán mucho más factible que Argentina pueda ir generando un sendero de mejora fiscal, en pos de un superávit primario del orden del 2% anual (el necesario para que la deuda a PIB no sólo dejara de subir, sino empezara lentamente a bajar). Con ello los bonos se valorizarán, y la baja de riesgo país posibilitar volver a renovar normalmente las deudas que vayan venciendo.
Si se acometen los 3 desafíos, con destreza y rapidez, en 3 meses la economía podría ya estar encauzada. Esto es, sin una carga financiera asfixiante, bajando la angustia derivada de las altas tasas de inflación, y lo más importante, habiendo recuperado capacidad de reactivación económica. Más trabajo, más ingresos, menos inflación. Una economía más vibrante, y a la vez, mucho más tranquila.
Una gran oportunidad para que el nuevo gobierno lidere este proceso exitosamente.
Gabriel Rubinstein
