En las últimas semanas, se encendió el debate dentro de la dirigencia política nacional por la imagen que está dejando Alberto Fernández con sus vaivenes en el armado del gabinete. Al regreso de Cristina Fernández de Cuba, todo lo planeado comenzó a tambalearse y las malas lenguas cuentan que ella decidió patear el tablero y volver a jugar, dejando de lado al equipo de Sergio Massa y algunos nombres que postuló el presidente electo para ocupar cargos clave de la gestión. En este sentido, es muy interesante el punto de vista de un peronista como Emilio Monzó, presidente saliente de la Cámara de Diputados, quien mirá desde afuera al rearmado opositor que ganó las elecciones generales del 27 de octubre en primera vuelta, y ya empieza a dar señales de cometer el mismo error de Mauricio Macri y Marcos Peña: radicalizarse tanto. Según él, Massa y los gobernadores debieran tener mayor protagonismo para equilibrar la balanza.
La jugada extraordinaria de la ex presidente Fernández de Kirchner fue haber aceptado que debía girar al centro para ganar la elección, pero ahora intenta radicalizar el gabinete para evitar que su espacio político termine diluyéndose.Esto último ya ocurrió: en 2015 votó a Macri para sacar a CFK y en 2019 votó a CFK para sacar a Macri.
Vuelve el mismo debate post elecciones 2015, cuando Mauricio Macri asumió el poder con un frente opositor al kirchnerista. El eje de esa elección, sin dudas, fue la figura de Cristina Fernández, dividiendo al electorado entre encantados y espantados.
Sin embargo, Macri creyó que el triunfo de debió por sus ojos "color pileta climatizada", como ironizan algunos en las redes.
El problema es que Alberto Fernández corre peligro de cometer el mismo error, olvidándose que hubo un 52% que no votó al Frente de Todos y que dentro de su base electoral hay alrededor de 20 puntos que le dará 100 días de changüí pero no tendrá empacho en votar a un frente opositor en 2021 si no cumple con sus expectativas.
La jugada extraordinaria de la ex presidente Fernández de Kirchner fue haber aceptado que debía girar al centro para ganar la elección, pero ahora intenta radicalizar el gabinete para evitar que su espacio político termine diluyéndose.Esto último ya ocurrió: en 2015 votó a Macri para sacar a CFK y en 2019 votó a CFK para sacar a Macri.
Hecha esta introducción central sobre lo que la dirigencia política nacional y provinciales discuten a diario de cara a lo que viene, resulta central la mirada de Emilio Monzó, un gran armador electoral que Macri no supo escuchar e incluso se enfureció en una reunión privada porque le advirtió lo que finalmente ocurrió aquel domingo 27 de octubre.
Interesante nota de Clarín a Monzó:
─¿Y después del 10 de diciembre?
─Después del 10 de diciembre voy a trabajar para un espacio político que tenga los mismos criterios que he venido trabajando hasta la fecha. Voy a colaborar para formar una fuerza de centro, que promueva el diálogo y que termine de una vez por todas con la grieta que siempre estamos invocando pero que no hacemos nada para terminar. Voy a poner todo para que sea un espacio amplio, heterogéneo y federal, que son las cosas no hemos logrado durante este tiempo de gobierno.
─¿Ese espacio hoy no lo representa el peronismo?
─Hay una parte del peronismo que estuvo cerca, no sé si de hacer un acuerdo, pero sí del pensamiento; el que estaba identificado con los gobernadores, que siempre tuvieron una responsabilidad de administración por encima de una especulación política, siempre tendieron al diálogo y a políticas de Estado. Me gustaría que ese peronismo sea parte de una alternativa política. Como el radicalismo. Cambiemos comienza un espacio de búsqueda de identidad de las partes. Me gusta pensar en una destrucción creativa de lo que se ha construido para volverse a construir desde otro lugar, un lugar mucho más federal. El radicalismo tendrá un lugar más preponderante, porque tiene más anclaje a nivel nacional y tiene candidatos presidenciales con capacidad para competir, como Martín Lousteau y Alfredo Cornejo. Horacio (Rodríguez Larreta) puede ser una cabeza importante que surja a nivel nacional por parte del PRO y hay que ver cómo se acomoda ese peronismo de los últimos años. Debe haber un denominador común: terminar con la grieta y con los flagelos que nos vienen persiguiendo desde hace mucho tiempo.
─Hoy ese peronismo está en el Frente de Todos.
─Sí, el FdT se amplió. Ellos llevan ventaja en este sentido. Hay que ver si esta misma conformación electoral dentro del gobierno tiende a ir hacia el centro. Si eso ocurriera, creo que se van a consolidar como gobierno y espacio político. Eso es el peronismo genuinamente.
─¿El peor error de Macri se llama Marcos Peña o Jaime Durán Barba?
─Minimizar en un nombre y un apellido es un error, una ligereza y estigmatiza a una persona para salvar errores conceptuales. El principal error fue con el diseño de gobierno. Marcos Peña ha sido una persona muy importante en el país y ha sido muy importante para Mauricio Macri. Marcos Peña ha mejorado mucho a la figura de Mauricio y ha aportado mucho. El poder es transferido por quien conduce el gobierno y Mauricio lo cargó en exceso, al definirlo como "sus ojos y su inteligencia". El objetivo de Marcos es cuidar a Mauricio y ese objetivo, ese error de origen, marca los errores siguientes. Hace que los gobiernos tengan un perfil más de cortesanos que de gente que legitima políticamente. Ese error te lleva aislarte de la sociedad y aislar al presidente o al jefe de la realidad, porque la perdurabilidad de todos sus funcionarios depende más del humor de quien manda que del humor de la gente. Por lo tanto, termina siendo un gobierno de obsecuentes. El Presidente no se rodeó de gente que tuviera legitimación política propia, que trajera un prestigio anterior frente a la sociedad, que discutiera las órdenes. Los funcionarios de este gobierno casi en un cien por ciento ─salvo Rogelio (Frigerio) y Patricia (Bullrich)─ dependen del poder de turno, siempre tendieron a mirar más al jefe que a la gente. Esto lo llevó a aislarse y a creer que una semana antes de las PASO podíamos ganar la elección. Y eso nos llevó a que 12 de agosto y durante 10 días viéramos a un presidente desnudo que le endilgaba a la sociedad la responsabilidad del resultado electoral. Vimos a un presidente enojado, porque llegó a una situación tan virtual y la realidad fue tan contundente que no lo pudieron aceptar. Ese es el error principal.
─Pero Durán Barba tuvo mucha influencia en las decisiones del Presidente.
─Tiene un discurso muy malo para el país y muy cómodo para este esquema de poder. El discurso de él es que no es necesaria la intermediación política, lo vincular. Cree que esto se resuelve con las redes y la tecnología, que se resuelve del centro hacia la periferia, pero las responsabilidades son del presidente y de los funcionarios.
─¿Lo decepcionó Macri?
─(Hace una pausa larga) La decepción tiene que ver con el origen. En 2015 mi ilusión era formar un gobierno más amplio, integrar a ese peronismo que colaboró en el Congreso para formar una tercera vía y superar la grieta. En eso sí me decepcionó. La estrategia de Duran barba es la grieta, es blanco o negro, es sostener a Cristina Kirchner como la persona que define la elección a favor o en contra. Sin lugar a dudas, Cristina es la figura más trascendente de los últimos 10 años. En 2015 nosotros llegamos al gobierno producto de esa figura, de los que querían a esa figura y de los que no la querían. Algunos creyeron que llegaron porque eran mejores.
─Usted en 2015 propuso que Sergio Massa fuera el candidato a gobernador. ¿Hubiera sido un mejor contrapeso para Macri que Vidal?
─Massa le hubiera dado un activo en otro sentido, hubiera implicado una apertura política en nosotros. Eso hubiera cambiado el problema de origen que acabo de describir. Esa apertura no estuvo los 4 años. Massa nos ayudó mucho los 2 primeros. Me hubiera gustado que eso derivara en un gobierno mucho más amplio con la incorporación de estos actores.
─Carrió (socia fundadora de Cambiemos) también se negó a ampliar la base de sustentación política.
─Ampliar la base implica generosidad. Incorporar gente con prestigio y peso político propio implica que tu peso político va a ser menor. Es algo físico. Hay actores, y éste es un caso y hay muchos otros en el mismo esquema de cortesanos, que son mezquinos al ingreso de gente con ese volumen. Ha sido un espacio que cada día que pasó más se cerró y fue más reacio a la incorporación de nuevas figuras políticas.
─¿El poder lo va a tener Alberto Fernández o Cristina Kirchner?
─El presidente va a ser Alberto Fernández y el poder lo tiene él.
─¿Qué le pasa cuando Alberto F. dice: “me siento muy cerca de Monzó”?
─Tengo una muy buena relación con él. Antes de todo este proceso, hablamos de la unidad nacional de cómo podemos ir construyendo puentes entre las partes y terminar con esta confrontación permanente. Eso es lo que nos une. Mi expectativa es que Alberto tiene la oportunidad. El respeto es mutuo.
─¿El kirchnerismo es un límite para usted?
─Fue un límite, pero no tenemos que estar viviendo la vida al límite, hay que darle oportunidades. El kirchnerismo se está diluyendo como tal; se está armando una fuerza política que está superando al kirchnerismo en su esencia. Esto es evolución, no quiero poner límites porque eso nos impide el diálogo. En Diputados nunca tuve un límite para dialogar; tengo un diálogo permanente con Máximo Kirchner, con Wado de Pedro y un respeto hacia ellos como dirigentes políticos. Ponerse límites es una barrera que nos llevó a lo que estamos viviendo en la Argentina, basta de límites. Lo que viene va a buscar lo contrario. El sentido del próximo gobierno va a ser la búsqueda del diálogo.
urgente24