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Fin a la historia de Dart con el país: cerró planta de Pilar

Tenía el monopolio de venta de vasos de telgopor. Era una empresa que había heredado de su padre. Llegó al país en 1997, al no poder invertir en Brasil por ser "enemigo de la Nación".


La historia de Kenneth Dart en Argentina llegó el viernes a su fin. El dueño del fondo buitre EM Limited, que comenzó el Juicio del Siglo contra Argentina por los bonos defaulteados en 2001 y resultó el primero en cobrar en 2016; cerró el viernes pasado su único vínculo que mantenía con el país: la planta de vasos de telgopor que funcionaba en Pilar. Según el comunicado que la compañía publicó el fin de semana firmado por Cal Cary, vicepresidente de Ventas Internacionales: “con gran pesar, comparto con ustedes un cambio reciente en la dirección estratégica de Dart y una decisión que tendrá como resultado el cierre de nuestra planta de fabricación en Pilar”. Anuncia además que los productos que se fabricaban en el país podrán importarse y que para ello pronto se pondrán en contacto con los clientes. Así, con esta despedida, Kenneth Dart ya no tendrá más relación con el país que mejores negocios le hizo hacer en su vida.
De hecho, el fondo EM fue el primero en cobrar el plan de pagos que el entonces secretario de Finanzas Luis Caputo había diseñado para cerrar el juicio que había iniciado el propio Dart en 2006; en la primera presentación concretada ante el tribunal del Segundo Distrito sur de Nueva York que en esos años comandaba Thomas Griesa. El 22 de abril de 2016, Argentina le concretó el pago a EM por unos u$s 848 millones, por unos bonos comprados entre septiembre y noviembre de 2001 a diferentes bancos internacionales que operaban en el país. Se estima que por esos papeles en decadencia Dart pagó no más de 30 millones de dólares; con lo que su ganancia al comprar los papeles y litigar contra argentina más de 2.700%. Una tasa de interés que supera largamente al tráfico de armas y al narcotráfico como negocio. Sin embargo, tamaña ganancia no convenció al empresario para sostener su planta de telgopor en Pilar.
La historia de la fábrica es tan polémica como la propia historia de su dueño. Dart nació el 21 de abril de 1955 en Mason, Michigan; hijo de William Dart, quien levantó la empresa de vasos térmicos, y la convirtió en un emporio. En 1986 cedió la conducción de la compañía a sus tres hijos, apostando el managment al heredero que mayores condiciones le veía: Kenneth. La decisión provocó una sórdida pelea con Tom, hermano de Kenneth, quién con el tiempo se convirtió en uno de sus enemigos. Incluso al punto de ofrecerse a la Argentina como testigo a favor del país en el “Juicio del Siglo”. Kenneth Dart continuó con la empresa industrial como Dart Container, pero ampliando rápidamente sus negocios a un capítulo que mejores perspectivas le traía. La especulación financiera, especialmente en el mercado de hipotecas. Su carrera continuó, con alternancias, en otros. Se especializó en comprar y vender hipotecas, especialmente las que estaban por caer por falta de pagos. En esos días conoció la especulación financiera como fuente de rentabilidades mágicas, muy por encima de la complicada y honesta actividad de producir vasos de telgopor. Se ganó así a su segundo enemigo: el Gobierno de los Estados Unidos. En 1993 ganó u$s90 millones y tuvo que pagarle u$s34,5 millones de dólares al fisco. Decidió en ese momento que era una pérdida de dinero estar al día con el Internal Revenue Service (IRS), el recaudador de impuestos nacionales de EE.UU., lo que luego modificaría para siempre su vida. Su decisión de evadir sus obligaciones fiscales provocaría, como a Al Capone, la única persecución seria por sus actividades y lo llevaría a un exilio forzado en las Islas Caimán para evitar la cárcel. El organismo recaudador de EEUU le reclamaba u$s200 millones por evasión de impuestos, monto que por su nivel requería prisión efectiva. Millonario al fin y con reservas de miles de millones de dólares a comienzos de los 90, Dart decide no recurrir a los tribunales norteamericanos para explicar su situación fiscal y eventualmente evitar la cárcel por el pedido de IRS, y decide un exilio impositivo en dos paraísos fiscales que serán en adelante sus residencias: las islas Caimán, su lugar para hacer negocios, y Belice, su lugar para intentar la política y la diplomacia. Luego, como la fábula del escorpión, compraría bonos de ese Estado cuando, al borde del precipicio el gobierno de ese país remató parte de su deuda. Dart hoy le hace juicio a Belice buscando otro negocio millonario. Repitió luego la operación en Turquía, Kazajastán y Ecuador, previo a comenzar con su aventura local. Antes intentó participar de la bonanzas de las privatizaciones en la Rusia poscomunista, lo que derivó en que su vida misma corriera peligro: la mafia moscovita no le perdonó algunos movimientos poco claros y, según la Policía de Florida, su casa de Sarasota sufrió un incendio intencional provocado por sicarios enviados desde Siberia.
Así como Singer puso un pie en el partido Republicano, Dart intentó lo mismo en el demócrata sin éxito. El que lo eyectó fue el mismísimo Bill Clinton, que lo echó de una reunión del partido asegurando en una nota firmada por él mismo que “no puedo ni acercarme a algo que nos relacione con Kenneth Dart”. Clinton recordó que Dart había renunciado a la ciudadanía norteamericana durante su presidencia para evitar el pago de impuestos y dar cuentas a la Justicia, y recordó un intento de reingresar al país como diplomático trucho por Belice a un extraño consulado en Sarasota. Según el expresidente, “es uno de los hombres de negocios más odiados en Sudamérica” por su actividad de “fondo buitre”.
Protagonizó luego un curioso episodio de compra de deuda a punto de caer en default durante el gobierno de Brasil Fernando Collor de Melo en 1992. Dart ganó un juicio por el cual el país vecino tuvo que pagarle u$s955 millones, por unos bonos cuyo precio de compra eran de 375 millones. A partir de esta operación fue declarado “enemigo de Brasil” y ya no pudo ni realizar operaciones financieras ni inversiones en territorio brasileño. Fue así que al momento de elegir un país para levantar una planta para fabricar los vasos de telgopor, tuvo que elegir Argentina. Fue en 1997, cuando se abrió la fábrica que rápidamente se convirtió en un monopolio del sector; posición que mantenía hasta estos años, con lo que menos se explica la decisión de cerrar la producción. Serán aproximadamente 70 los trabajadores que quedarán sin trabajo, a los que se les anunció la novedad el mismo viernes. Se habla de producir hasta octubre, momento en que se terminará la materia prima en stock, para luego cerrar las líneas de producción para luego dedicarse exclusivamente a la importación.
La historia de la planta de Pilar tuvo otro oscuro evento el 21 de mayo de 2013. Ese día la Justicia la allanó por evasión bajo la orden de Fiscalía Federal Nº 7, a cargo de Gabriela Ruiz Morales, y libradas por el Juzgado en lo Penal Económico Nº 1, a cargo de Ezequiel Berón de Astrada.


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