El mundo emergente es fuente cada vez de más ruido: Argentina y la petición de su rescate al FMI; Brasil, las incertidumbres políticas y la necesidad que ha tenido su banco central de salir en defensa del real; problema idéntico, aunque de mayor dimensión que ha mostrado Turquía, cuya divisa, la lira, llegó a caer a mínimos históricos; mientras que en México, a las próximas elecciones que puede ganar Andrés Manuel López Obrador, se suma la que aún se percibe como complicada renegociación del Nafta. Además, los tipos de interés siguen subiendo en EE.UU. y el dólar se continúa reforzando, ecuación que nunca ha sido muy amiga de los activos emergentes, tanto porque la rentabilidad de sus bonos pierde competitividad (Indonesia, que ha sido uno de los países que más se ha beneficiado del 'carry', ahora empieza a saber lo que es sufrir cuando la inversión extranjera quiere salir) como porque parte de la deuda que tienen está emitida en billete verde. Ahora se acerca el verano, los volúmenes se reducen y, con ello, puede subir la volatilidad, que puede ser más importante y peligrosa en los países emergentes. ¿Significa esto que hay que reducir posiciones ya?
Rosa Duce, de Deutsche Bank, señala que los problemas son puntuales en países determinados, en los que se han enumerado con anterioridad. La misma idea mantiene Elke Speidel-Walz, de DWS, que no está preocupada por estos activos y explica, sobre la evolución de los balances por cuenta corriente (lo que está en el fondo de los problemas que se apuntaban al principio), que sólo dos de los veinte países emergentes más importantes tienen un déficit por cuenta corriente superior al 3 por ciento del PIB y añade que no es una coincidencia que precisamente Turquía y Argentina se encuentren bajo presión, enfrentándose a una moneda que se deprecia, lo que a su vez obliga a los bancos centrales a subir sustancialmente los tipos de interés.
Según Speidel-Walz, los países con sólidos balances con cuenta corriente deberían poder resistir relativamente bien los vientos en contra del exterior. Desde Fidelity, reflexionan: «Las cuentas públicas de los países emergentes son, en conjunto, mucho más sólidas que en ciclos anteriores porque muchas economías clave han reducido su deuda en dólares y han acumulado reservas en esta divisa. Eso permite a la mayoría de bancos centrales y gobiernos poner en marcha medidas anticíclicas y proactivas para dar apoyo a sus economías internas en periodos de tensiones. La situación que se vive en Turquía está mucho menos extendida de lo que ocurrió en la década de 1990 y los primeros 2000. Indudablemente existen riesgos a tener en cuenta y el mercado sí parece querer decirnos algo, sobre todo en Indonesia y Brasil, pero es demasiado pronto para considerarlo una crisis cambiaria en toda regla en los mercados emergentes, a menos que algo malo le ocurra a China».
Por ahora, como apunta Duce, el crecimiento chino sigue apoyando al mundo emergente y también el americano. Con ello, los países emergentes, sobre todo los asiáticos, que son los que prefiere, tienen demanda asegurada. A ello hay que añadir la distensión de la cuestión coreana, otro factor de apoyo. Según Duce, América Latina está en una situación complicada y es problemático estar ahí, mientras que en Europa del Este, Turquía está en una situación difícil y Rusia se mueve al ritmo que marcan las sanciones y el crudo. En Asia, mientras, puede haber valor, sobre todo en las acciones cíclicas ligadas a la tecnología.
La caída puede seguir
Pero Claudio Irigoyen, de Bank of America Merrill Lynch, señala que la corrección en los precios de los activos emergentes que comenzó en abril por la guerra comercial, cuestiones geopolíticas, la subida de los tipos americanos o el vuelo a la calidad, podría no haber terminado. Y si la primera línea en sufrir es la divisa, se está observando contagio en la renta fija, tanto en los vencimientos cortos como en los largos. De todas formas, Irigoyen coincide con otros expertos en que la situación no es grave y no prevé el deterioro que sufrieron cuando la Fed anunció el 'tapering', debido a la evolución favorable de las materias primas, a la menor sobreponderación de esta clase de activo en las carteras, a que los tipos ahora son, de media, más elevados, y a que las monedas de estos países están menos sobrevaloradas que en el año 2013. En todo caso, coincide con Duce en que América Latina se encuentra en el ojo del huracán. Añade que Turquía está comprando tiempo con las medidas de su banco central, aunque recuerda que hay un riesgo clave el 24 de junio, cuando celebrará elecciones. En Rusia aconseja mantener, ante posibles nuevos recortes de los tipos de interés. Por último, respecto a Asia, ha revisado al alza su objetivo del dólar frente a las principales monedas del continente, con la excepción del yuan: ello por la combinación de unos tipos de interés más altos en Estados Unidos y un crudo más caro, además de por cuestiones políticas en Indonesia, India y Malasia.
Ana Guzmán, de Aberdeen Standard Investments, que reconoce que desde principios de año ha habido noticias que han empañado el alentador panorama que presentaban los mercados emergentes, destaca cómo la deuda ha sido uno de los activos que mayor resiliencia han mostrado y argumenta que a día de hoy sigue acumulando entradas netas. Esta opinión convive con otra que agrega: «Las valoraciones de los bonos emergentes, en general, tras las recientes caídas son ahora más atractivas y ofrecen un punto de entrada muy interesante para aquellos inversores que se quedaron rezagados el pasado año. Como siempre hay que ser selectivos, pero creemos que sigue siendo un activo de gran potencial de cara a final de año». Y concluye: «Las recientes caídas en los emergentes creemos que son más motivadas por factores técnicos o puntuales que por salidas de inversores con un enfoque estratégico hacia estos países».
Pero Duce advierte de que, según sus previsiones, en marzo de 2019 el interés del diez años americano llegará al 3,25 por ciento y si bien ello no será un problema para el PIB americano o para Wall Street, a un bono emergente sí puede hacerle daño, por la competencia de rentabilidad que le supone.
Si Guzmán se muestra positiva con la deuda emergente, Roger Merz, de Vontobel AM, tiene buena opinión sobre sus bolsas y ello, por tres razones: espera una mayor rentabilidad para el capital invertido en 2018 por la recuperación global y por la de países como Rusia o Brasil; además, aunque reconoce que cotizan con valoraciones cercanas a sus medidas históricas, lo hacen con un descuento del 30 por ciento en términos de 'per Shiller' frente a los mercados desarrollados y siguen siendo atractivos a la luz de la mejora de la rentabilidad empresarial que aún no está puesta en precio; y, por último, los flujos siguen siendo positivos: si entre 2013 y mediados de 2013 salieron de los fondos de bolsa emergente 150.000 millones de dólares, desde entonces, sólo han regresado 80.000 millones.
Por países, las mayores posiciones de Vontobel son China, Corea del Sur, Sudáfrica, Rusia y Taiwán. Por sectores, apuesta sobre todo por tecnología de la información y consumo discrecional.
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