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Lo que el verano nos dejó: manchas en la piel


* Asesoró la Dra. Natalia Muñoz Balestra, dermatóloga de la Clínica Zabala
MN: 101535. MP: 226554


La piel es el órgano más expuesto a la acción de los factores externos, y si bien su cuidado es indispensable durante todo el año, en época estival hay que acentuarlo aún más, porque la radiación ultravioleta se torna intensa y se suele dejar mayor cantidad de piel al descubierto.

El melanocito es una célula ubicada en la epidermis que sintetiza un pigmento, la melanina, la que, además de darle el color a la piel, le proporciona protección contra la radiación solar. A su vez, el sol estimula su producción y el exceso de radiación solar provoca la acumulación del pigmento dejando las consecuencias a la vista y en forma de manchas.

Hay distintos tipos de manchas en la piel, las más frecuentes causadas por la exposición solar son:

Efélides (pecas): son milimétricas, de color castaño, aparecen en los lugares expuestos al sol durante los primeros años de vida.

Lentigo solar (senil o actínico): es una mancha marrón (más oscura que las pecas), plana, que aparece generalmente en adultos, en zonas de la cara, escote y dorso de manos. Es una lesión benigna.

Melasma: mancha irregular de color marrón, gris o incluso azulada, asintomática, simétrica, que afecta principalmente la cara en la región de la frente, las mejillas y el bozo. En las mujeres puede verse desde edades tempranas a partir de los 20 años.
Su desarrollo se debe a varios factores tales como una predisposición genética, hormonales (embarazo, anticonceptivos), y por supuesto a causa de la radiación ultravioleta y la exposición solar. No tiene mayor importancia que lo estético, si el paciente desea realizar tratamiento despigmentante se debe hacer durante el invierno.

No todas las manchas en la piel causadas por el sol son benignas como las descriptas anteriormente.
Podemos dividir al cáncer de piel en dos tipos, los melanomas (que se originan de los melanocitos) y los no melanomas, que son más frecuentes que los primeros, pero de agresividad menor.

-  Melanomas: se desarrollan sobre todo en personas de piel y ojos claros, con dificultad para broncearse. Son más propensos a comenzar en el tronco (pecho, espalda) de los hombres y en las piernas de las mujeres. Otros sitios comunes son cuello y rostro.
Si observa una mancha diferente a las demás, que crece de forma irregular con distintas tonalidades de marrones o hasta negruzco,  se debe consultar al dermatólogo, ya que podría tratarse de un lentigo maligno (precursor del melanoma) y no una simple mancha solar.
Del mismo modo es conveniente prestar atención a la aparición de un lunar nuevo, por más pequeño que sea, ya que en los adultos no es normal la formación de nuevos lunares.

Además, es importante prestar atención a los lunares preexistentes, si cambian de aspecto, forma o tamaño. Periódicamente se debe chequear el ABCDE:

Asimetría: la mitad del área anormal es diferente de la otra mitad.
Bordes: son irregulares.
Color: el color cambia de un área a otra, con los tonos bronce, café o negro y algunas veces blanco, rojo o azul.
Diámetro: la mancha tiene generalmente (pero no siempre) más de 6 mm de diámetro.
Evolución: el lunar sigue cambiando de aspecto.

De surgir alguno de estos cambios o ante la duda de la existencia de ellos, se debe acudir a un especialista.

No melanomas: son frecuentes, se ven  en zonas del cuerpo expuestas durante todo el año a la radiación solar como cara, orejas, cuero cabelludo, o el dorso de las manos. Tienen crecimiento lento (años), suelen presentarse como un nódulo, o una lesión cutánea no dolorosa, ulcerada y costrosa que la piel nunca puede reparar. Esta es la característica principal que lo debe llevar a la consulta, una lesión en la piel que se lastima y no cura. El dermatólogo realizara el diagnóstico y tratamiento de estos tumores que no presentan la agresividad ni malignidad del melanoma.

Todo este tipo de manchas en la piel causadas por el sol se pueden evitar o atenuar con una adecuada fotoprotección. Principalmente se debe cuidar de la radiación solar en horarios centrales del día, entre las 10 y las 16 horas. Además, es importante utilizar gorro y anteojos como protección y sobre todo aplicarse protector solar. En este último caso, se debe elegir según el tipo de piel, por ejemplo las más blancas deben usar factores de protección elevados, mayores a 50. Además, tienen que aplicarse media hora antes de la exposición y reponerlo cada 3 horas. En el caso de que se haga actividad física, se sude en exceso o se sumerja en una pileta, hay que volver a colocar el protector solar aunque haya transcurrido menos tiempo. 
     
La visita al dermatólogo la podemos hacer antes, durante o después de la aparición de las manchas. Antes para aprender a protegernos del sol y evitar su aparición, durante para descartar alguna condición de malignidad y luego de finalizado el verano para el tratamiento.