En la película Syriana un joven Matt Damon advierte al príncipe heredero que su país debería empezar a prepararse para un mundo sin petróleo. Tuvo desplomarse el precio del barril, para que la escena hollywoodense filmada décadas atrás, encontrara eco en la realidad saudí.
El mito recurrente del líder reformista árabe al que distintas fuerzas oscuras impiden modernizar su país, está hoy corporizado por Mohamed bin Salman, un príncipe de 31 años, ministro de Defensa, jefe de la Corte Real de la Casa de Saud y presidente del Consejo para Asuntos de Economía y Desarrollo, que es donde pone toda su energía.
“Visión 2030”, es el slogan recurrente que se repite en la boca de los funcionarios saudíes, que reciben a la comitiva encabezada por la vicepresidenta argentina Gabriela Michetti.
Como explicó LPO, se trata de un plan para reducir la dependencia crónica del petróleo que tiene Arabia Saudita e hizo explotar sus finanzas desde año pasado, cuando el valor del crudo inició un retroceso hasta llegar a 40 dólares el barril y dejó al reino con un escalofriante déficit de 15 puntos del PBI.
Y el ideólogo no es el rey Salman bin Abdulaziz Al-Saud ni tampoco su flamante príncipe heredero, Mohammed bin Nayef bin Abdulaziz, sino su hijo, el segundo en la sucesión del trono, Mohamed bin Salman.
Su rostro no está pintado en las calles de Riad como el del rey y del príncipe heredero, pero supo hacerse conocido como el nuevo estadista del Gobierno con sus incursiones mediáticas, siempre para hablar de Visión 2030.
El alto perfil de bin Salman no parece agradarle a varios funcionarios del reino, que cuando le preguntan por los planes a largo plazo del joven brillante hablan de uno menos ambicioso, denominado “Visión 2020”.
El objetivo es el mismo: generar recursos con algo más que el petróleo, pero con el primer objetivo más cercano. “Al mundo le cuesta mucho creer en expectativas tan ambiciosas”, explican.

Bin Salman tiene 31 años y su generación representa la mayoría de la población saudí. El rey parece haber advertido que necesita a ese sector para salir del entuerto de gobernar un país que por primera vez en su historia produce un bien ya no tan escaso y barato.
Salman habla de un cambio radical que altera a los históricos del reino. Apuesta a sumar divisas con comercio, turismo y deporte, estos dos últimos rubros casi desconocidos para los árabes.
El turismo realmente lo es porque está prohibido en Arabia Saudita. Sólo los diplomáticos y empresarios que cumplen alguna tarea pueden subir los 300 metros de la torre kingdom center, donde se puede observar el tono gris de Riad, la capital saudí.
Salman apuesta a Yeda, la ciudad portuaria por excelencia, donde muchos saudíes suelen escapar a escondidas de las restricciones del islam, que prohíbe beber alcohol, participar de fiestas y hasta ver cine.
El joven príncipe quiere que Yeda sea la nueva Dubai, que apostó al turismo y al comercio y se convirtió en una potencia, siendo el emirato que menos petróleo tiene de los siete.
El resurgimiento del fútbol tiene protagonistas argentinos como Ramón Díaz, flamante técnico de Al-Hilal, donde se aseguró 4 millones de dólares por un año, pero no puede evitar que el príncipe y dueño del club le haga los cambios desde el banco de suplentes.
En las tertulias árabes ya se nota la puja por el recambio generacional. Cuando habla un funcionario o empresario longevo, sus expectativas son más modestas; y uno más joven repite visión 2030 cada cinco frases.
Salman disfruta de esos choques generacionales, inhabituales en una monraquía."Muchas soluciones rápidas tuvieron que ser corregidas de nuevo, simplemente porque carecen de una planificación a largo plazo. Si un gobierno no puede poner con precisión en las decisiones a corto plazo de movimiento, entonces puede ser menos propensos a pensar en el futuro y planear para el futuro”, dijo en una reciente entrevista.
Entre sus planes revolucionarios también está en carpeta aumentar los derechos a las mujeres, por ejemplo, permiténdoles conducir.
En Arabia todavía se pasean con largas túnicas negras y sólo algunas se atreven a sacarse el velo, sobre todo en las zonas céntricas de Riad, cerca del kingdom center. Tal vez en 2030 sean muchas más.
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