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JORGE OSSONA “En el PJ hay un deseo de venganza y prometen algo parecido a lo del 2001”

Jorge Ossona dijo días atrás "Miramos el clientelismo con una visión moralista", sin comprender las duras negociaciones que encaran los grupos que viven en la pobreza estructural durante los días previos a los comicios. Autor de "Punteros, malandras y porongas", el historiador y ensayista dice que las fidelidades en los sectores pobres son volátiles, algo que puede jugarles en contra a los propios 'barones del Conurbano', en un territorio en el que el interés por la política no es nacional, sino local, y donde "muchos buscan no solo bienes materiales, sino también reconocimiento". Ese fue el punto de partida de la entrevista de Urgente24 Radio (Concepto FM) acerca de la gobernabilidad de la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo ya no será el protagonista. Y ocurrió durante una jornada en la que abundaron los rumores sobre gente del Mundo K que le promete a María Eugenia Vidal "varios Indoamericano", en referencia a aquella ocupación de espacios públicos que apuntó a desestabilizar a Mauricio Macri en la Ciudad.

Diciembre de 2010, Villa Soldati: Imagen de la ocupación (temporaria) del Parque Indoamericano, en Ciudad de Buenos Aires, que fue un intento de sabotaje K contra Mauricio Macri.
"La ocupación de tierras vacías, fueran de propiedad pública o privada, se convirtió en una de las modalidades más notables de movilización popular durante la nueva era democrática, iniciada con la presidencia de Raúl Alfonsín en 1983. Juan Carlos Alonso, dirigente territorial de Villa Fiorito, localidad ubicada al noroeste de Lomas de Zamora, en el sur del Gran Buenos Aires (Argentina), (...) nos señalaba al respecto:
 
"Una ocupación es una operación técnica: sólo se requiere una “banda” más o menos organizada que se radique en lugares estratégicos del nuevo “territorio”. Cuando los primeros “punta de lanza” ocupan sus zonas y delimitan los terrenos, un aluvión de cientos, a veces miles, de “hormigas” se pone en acción para hacerse de uno o de varios terrenos hasta que la operación se agota, casi siempre al atardecer. […] La condición para que todo eso no se desmadre es saber quiénes son los “porongas” de las bandas que se enganchan, con cuántas familias cuentan, qué buscan. […] Lo ideal es llegar a un acuerdo, porque si no, hay que “depurar” […] o “ser depurado”. […] Si al día siguiente el asentamiento se estabiliza, entonces comienza la segunda etapa: la de la aceptación del hecho por el gobierno. Por eso, las ocupaciones se hacen siempre los viernes para poder negociar el fin de semana con los políticos municipales, a ver quién “tiene los huevos” de hacerse cargo del desalojo. Si las cosas se hacen bien, el lunes se pueden terminar dando vuelta las cosas y tenerlos negociando apoyos para los distintos quioscos municipales con sus socios “punteros”, policías, inspectores y jueces incluidos."
 
Así, si las autoridades de turno toleraban el asentamiento, al poco tiempo comenzaban las clásicas tareas de urbanización. Pero las urgencias de la comunidad siempre suscitaban nuevos matices:
 
"No basta con pedir los servicios públicos, delimitar terrenos y trazar calles de acuerdo con la imposición de la “estructura”: hay que garantizar la subsistencia de cientos de familias sin techo, sin agua y sin alimentos que se disputan la tierra."
 
La verdadera dimensión de esas dificultades radicaba en que a cada toma inevitablemente subyacía un mapa de solidaridades fragmentarias difíciles de interpretar a simple vista. De hecho, cada ocupación registraba jefaturas de naturalezas múltiples: relaciones de parentesco, afinidades deportivas, estéticas, étnicas, nacionales, laborales o religiosas. Una vez llevado a cabo el operativo de ocupación, todos debían encolumnarse verticalmente detrás de un caudillo con experiencia para negociar con el municipio las políticas de emergencia.
 
Al respecto, Alonso concluye:
 
"La “estructura” exige, después, la representación del conjunto en una nueva institución intermedia de la que el jefe se convierte en el “presidente”. El nuevo territorio queda así encuadrado por la “institución madre”. Ahí se termina la técnica y comienza la “conducción”: la “arquitectura social” del barrio." (...)".
 
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). “Poronga es una denominación metafórica, se reconoce en la jerga carcelaria o en el fútbol, como un hombre de acción. A los líderes de esos grupos que practican la acción se los suele llamar así”, explicó el autor del libro "Punteros, Malandras y Porongas", Jorge Ossona, a Urgente24 Radio, sobre el significado de una de las palabras que comprende el título de su libro que aborda la utilización política de la pobreza, algo tan habitual en la política de las corrientes mal llamadas 'populares'.  
 
Además, el escritor se refirió a la gobernabilidad de la provincia de Buenos Aires en manos del frente Cambiemos, el cual derrotó al peronismo en esta última elección: “Es una de las cosas que me desvive, me está preocupando mucho eso. Cuando recorrés los barrios hay como una especie de deseo de venganza muy fuerte. Ellos entienden que el poder naturalmente les pertenece y que no van a permitir a nadie que no sea del ‘palo’. Prometen hacer algo parecido a lo del 2001 y eso es preocupante”. 
 
El diálogo con Jorge Ossona
 
Edgar Mainhard: -Jorge, ¿cuál es la diferencia entre un puntero y un poronga?
 
Jorge Ossona: -Poronga es una denominación metafórica, se reconoce en la jerga carcelaria o en el fútbol, como un hombre de acción. Los líderes de esos grupos que practican la acción se los suele llamar así. 
 
EM: -¿Esto era así en el ´83 o se fue modificando?
 
JO: -El '83 es el punto de partida porque es cuando recomienza la democracia, pero para entonces todos estos procesos estaban bastante avanzados. El curso de los acontecimientos, durante el régimen militar, con cuestiones tales como la Circular 1050, etc., se aceleró un proceso de empobrecimiento que tuvo su expresión política a partir de la democratización. Eso redefinió todas las formas de hacer política tradicional en los sectores populares. Esa transformación está en la base de todo el sistema político.  
 
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"(...) Hasta fines de los años setenta, sin perjuicio de su importancia identitaria y de su influencia sobre la cotidianidad de los vecinos, los barrios de la zona eran un lugar poco relevante como sostén de los individuos y de las familias fuera de las modalidades de solidaridad más o menos convencionales como escuelas, sociedades de fomento, etc. Aun en los segmentos más pobres –que definían la población de esta geografía liminar entre Lomas de Zamora y Lanús–, donde los requerimientos de ayuda colectiva eran más indispensables, los lazos de solidaridad barrial eran incomparablemente menos relevantes que los del denso entramado institucional de la poderosa maquinaria administrativa nacional.
 
En las barriadas periféricas de Lanús lindantes con el Riachuelo, el trabajo fabril era el eje de la acción colectiva y el termómetro que medía la temperatura de la inclusión en las prácticas comunitarias locales.
 
Ya desde fines de los años setenta empezaron a registrarse las primeras señales de una profunda reestructuración. Muchas fábricas quebraron o redujeron su planta. En todos los casos, la amenaza de perder la fuente de trabajo activó las antiguas redes de solidaridad barrial, las que por ende debieron añadir a sus funciones tradicionales otras nuevas. Entramados familiares organizados por razones de parentesco, de nacionalidad o de origen local, grupos de clanes definidos por la vecindad, parroquias católicas e iglesias evangélicas –que por entonces irrumpieron con un éxito asombroso– debieron emprender acciones colectivas de ayuda mutua. La crisis de la sociedad industrial fue redefiniendo, así, las formas de subsistencia y de realización tradicionales de familias e individuos, impactando particularmente sobre los jóvenes. (...)".
 
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EM: -Cambiemos va a gobernar la provincia de Buenos Aires, ¿cómo será la convivencia entre la estructura de los 'punteros' y 'porongas', y esa futura administración no peronista?
 
JO: -Es una de las cosas que me desvive en estos días, me está preocupando mucho eso. Cuando recorrés los barrios -yo ando por Villa Fiorito, por ejemplo, en el GBA Sur- hay como una especie de deseo de venganza muy fuerte. Ellos entienden que el poder naturalmente les pertenece y que no van a permitir a nadie que no sea del ‘palo’. Prometen hacer algo parecido a lo del 2001 y eso es preocupante. Ellos entienden todo como una humillación. 
 
EM: -Cuando se piensa la gobernabilidad del GBA ¿cuál es el pilar central? ¿La distribución de planes sociales? 
 
JO: -La gente suele identificar eso (la gobernabilidad) con el plan (N. de la R.: en verdad, todo el kit asistencial-clientelar) pero no es solamente eso, también hay un conjunto de bienes y servicios que se distribuyen, permisos, autorizaciones, concesiones que se asignan, tal como el caso de La Salada. También tenés lo de los manteros, que  son el producto de otra forma de intercambio. Y las zonas liberadas para la práctica del delito. No podemos ignorar que hay una clase de política que gobierna fuera de la ley. Todo eso se pone en juego en la elección, a través de las fiscalizaciones, los votos, etc. Y eso es lo que hay que comenzar a desmontar, si se quiere cambiar algo.
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Jorge Ossona disertará el miércoles 11/11 a las 19:15 en el Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer (José Hernández 1750, CABA), junto a Marcos Novaro, con moderación de Emilio Perina. El tema a abordar se titula "Usos políticos de la pobreza".