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La dependencia de los commodities arrastra a los países ricos

Para un reducido grupo de países ricos que dependen de los recursos naturales, el estancamiento de uno de sus miembros, Canadá, es un claro recordatorio de cómo la desaceleración de China será determinante para el rumbo que tomen sus economías en los próximos años.
La economía canadiense, rica en energía y minerales, se contrajo por segundo trimestre consecutivo entre abril y junio conforme los bajos precios de los metales básicos y el petróleo desalentaron la inversión y las exportaciones. El Producto Interno Bruto cayó 0,5% anualizado en el segundo trimestre, lo que se suma a una caída de 0,8% en los tres primeros meses del año. La economía se expandió en junio y el banco central prevé una mejoría en el segundo semestre. La entidad, sin embargo, redujo su pronóstico de crecimiento para este año de 1,9% a 1,1%.
Los problemas de Canadá son un augurio de lo que podría pasarles a un puñado de economías avanzadas cuyo crecimiento depende de las exportaciones de materias primas y de la demanda china.
Un desplome de 40% en los precios del mineral de hierro en los últimos 12 meses ha arrastrado a la economía australiana, que creció 0,9% en el primer trimestre respecto de los tres meses previos. Noruega se expandió 0,2% en el segundo trimestre respecto del primero en medio de la caída de la inversión en hidrocarburos. El descenso en los precios de los productos lácteos, la principal exportación de Nueva Zelanda, ha contribuido a la reducción de las expectativas de crecimiento del país para este año.
Canadá es altamente dependiente de la energía y la minería. El petróleo es su principal exportación y los commodities representan 17% de la economía, según el Banco de Canadá.
Entre los 34 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Canadá, Australia, Noruega y Nueva Zelanda son casos particulares “porque se han vuelto más dependientes de los commodities para sus exportaciones, sobre todo desde el comienzo del nuevo siglo”, cuando los precios subían, dijo Tony Makin, profesor visitante en la Escuela de Políticas Públicas Lee Kuan Yew de la Universidad Nacional de Singapur. Si bien muchos mercados emergentes dependen de los recursos naturales, la mayoría de las economías avanzadas ha puesto un mayor énfasis en las manufacturas y los servicios.
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El enfriamiento de estos países ricos pone de relieve los riesgos de depender de los recursos naturales. También resalta el desafío de eludir el llamado síndrome holandés, por la cual el auge de los commodities eleva el valor de la moneda y perjudica a otros sectores de exportación que son sensibles al tipo de cambio.
La economía australiana busca motores alternativos en momentos en que el auge de inversión en recursos naturales que duró una década se desvanece. Impulsada por la demanda de China, el desarrollo de nuevos proyectos por parte de los mayores conglomerados mineros del mundo propulsó las tasas de crecimiento anualizadas del país que alcanzaron 4,5% en 2007. El dólar australiano llegó a cotizarse por encima del estadounidense. La moneda ha caído desde entonces a 71 centavos, su menor nivel frente a la divisa verde en seis años.
La minería representa casi 10% de una economía de casi US$1,1 billones y su influencia se propaga a una serie de empresas de servicios, desde la construcción hasta la contabilidad. Ocho de las 10 principales exportaciones son materias primas. Cuando se expandió la minería, otros sectores comenzaron a sentir las consecuencias del alza de la moneda: la centenaria industria automotriz de Australia, por ejemplo, pronto dejará de fabricar en el país.
Aunque Australia no ha sufrido una recesión en 24 años, el Fondo Monetario Internacional advirtió en junio que el crecimiento se puede desacelerar bruscamente y el estándar de vida puede caer. La economía creció 0,2% en el segundo trimestre, comparado con un alza de 0,9% en los tres meses anteriores.
La situación es particularmente acuciante en el oeste de Australia, una importante región exportadora de mineral de hierro a países como China, Japón y Corea del Sur, que lo utilizan para fabricar acero. Más de la mitad del mineral que se comercializa en los mercados internacionales proviene de la zona.
En mayo del año pasado, se preveía que Australia Occidental tuviera un superávit de 175 millones de dólares australianos en el año fiscal que cierra en junio de 2015. En lugar de eso, se registró un déficit de 1.300 millones de dólares australianos, el primero en 15 años, y se prevén caídas adicionales el próximo año.
Australia creó un fondo soberano, que acumula 117.000 millones de dólares australianos. Pero algunos analistas dicen que las finanzas públicas deberían ser más robustas luego del prolongado auge de los recursos naturales. “La oportunidad perdida es cada vez más evidente”, dijo Shane Oliver, economista de Capital AMP. “El mayor error que probablemente se cometió fue una sobreestimación de lo grande que sería el auge de la minería, además de una subestimación de los daños que las altas tasas de interés y un dólar australiano en alza le estaban causando a la economía no minera”.
El fondo soberano de Noruega asciende a US$834.000 millones, tras haber ahorrado durante años los excedentes del petróleo y gas bombeados del Mar del Norte. El momento de su máxima producción coincidió con los altos precios mundiales del petróleo, lo que ayudó a Noruega a convertirse en uno de los países más ricos del mundo. De todos modos, no es inmune a los efectos de la caída del crudo o la dependencia de ese negocio.
El sector energético está eliminando miles de empleos y el gigante de hidrocarburosStatoil ASA reportó su primera pérdida trimestral durante el último año. El debate político pasó a centrarse de repente en la necesidad de diversificar una economía lubricada por el petróleo.
El desempleo noruego llegó a 4,5% en junio, frente al 3,3% del año anterior. Aunque muy lejos de la desocupación de 11,5% promedio de la zona euro, Noruega empieza a parecerse más a sus vecinos.
El PIB sólo aumentó 0,2% en el segundo trimestre conforme cayeron las inversiones petroleras. La corona noruega se cotiza en torno a un mínimo de 13 años frente al dólar.
Mientras los ingresos del petróleo llegaban a raudales, los intentos de Noruega de limitar la expansión del sector energético fueron escasos y esporádicos. Uno de cada nueve empleos está hoy relacionado con el petróleo, el doble que al comienzo de este siglo. Las petroleras noruegas, incluida Statoil —que es 67% propiedad del Estado—, cuadruplicaron sus inversiones en el mismo período.
La demanda del sector petrolero, desde plataformas hasta servicios de perforación, contribuye con casi una quinta parte del PIB de Noruega, y el gas y el petróleo representan 45% de sus ingresos por exportaciones.
Aunque Noruega ahorró prudentemente sus ganancias durante los años de auge, no ha diversificado su economía pese a las advertencias de los expertos. “Los problemas con el síndrome holandés aparecen, de hecho, durante los años en que la actividad va en la dirección opuesta”, dijo en una audiencia parlamentaria de 2012 el gobernador del banco central noruego, Oystein Olsen. “Eso claramente presenta un desafío para la economía noruega”.
En Canadá, el derrumbe del precio del petróleo y la reciente agitación del mercado han llevado su dólar a mínimos de 11 años frente a la moneda de EE.UU., su mayor socio comercial. Las autoridades han señalado que la depreciación de la divisa era la cara positiva del hundimiento de las materias primas, ya que ayudaría al sector manufacturero y a los exportadores.
Pero el sector manufacturero, concentrado en Quebec y Ontario, fue aplastado en los años en que el dólar canadiense se negociaba a la par o cerca con el de EE.UU., y por la recesión que siguió a la crisis financiera.
Muchos economistas dicen que Canadá ya no compite con EE.UU. para recuperar puestos de trabajo industriales. En cambio, tanto Canadá como EE.UU. están perdiendo esos puestos de trabajo en beneficio de la mano de obra más barata de México.
Otros países ricos también están bajo la presión de los menores precios de las materias primas, entre ellos Arabia Saudita y otros estados del Golfo. Pero las experiencias de Canadá, Noruega, Australia y Nueva Zelanda contrastan con las de otras economías avanzadas, muchas de las cuales han comenzado a mostrar signos de fortaleza a pesar de la reciente turbulencia de los mercados y el debilitamiento de la demanda de China.
Y mientras que los precios del petróleo han perjudicado la inversión en el Mar del Norte, en el Reino Unido la caída no parece estar causando el mismo daño porque la industria energética constituye una parte relativamente pequeña de la economía. Como ese país aún consume más petróleo de lo que produce, el crudo más barato le genera un beneficio neto. Según el Fondo Monetario Internacional, el Reino Unido registrará este año el segundo mayor crecimiento entre las economías avanzadas después de EE.UU.

Por Kim Mackrael, en Ottawa, Rhiannon Hoyle, en Sidney, y Kjetil Malkenes Hovland, en Oslo
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