Para Cristina Fernández de Kirchner, el eje de la campaña electoral 2015 consiste en sobrecalentar el consumo y dejar la estabilización para su sucesor. Ya que ella no tiene posibilidades luego de la derrota electoral 2013, el heredero puede ser cualquier otro. Al que le toque, le tocará ajustar, una palabra con un insólito significado negativo en el léxico K, tal como represión o seguridad. Desde 2013 que Urgente24 advierte que la Presidente decidió que llegaría al final de mandato sin cambios en la política económica, emitiendo lo que tuviera que emitir y quemando las reservas internacionales disponibles. Luego ella se sentaría a cuestionar al que tenga que emprender la tarea de contarle al público la mentira con la que convivió durante años. Y deberá lidiar con el descontento popular. Pero ¿qué sucedería si la explosión inevitable ocurriese antes de que Cristina puede entregar la banda presidencial a otro? Eso no está previsto en la 'mesa chica' de la Presidente de la Nación. Por ahora su horizonte llega a un mayor consumo en julio por el cobro del medio aguinaldo con aumento. Otra incógnita: ¿Y si el público destinara ese dinero a comprar dólares y no a consumir? Tampoco tiene respuesta para ello la Presidente aunque lo desestima como hipótesis: a la mayoría le quema el dinero en la mano, dice ella. En fin, eso es teoría pero ¿cómo le va a la realidad? Aquí algunos datos preocupantes que 1 semana atrás distribuyó la consultora Massot & Monteverde entre sus clientes:
"(...) Si descontamos de las reservas brutas los swaps, los CEDIN, los pagos de deuda bloqueados, los DEG, las LEBAC en dólares y una estimación muy conservadora de importaciones pendientes, arribamos a un nivel de reservas netas efectivas de US$ 7.055 millones. (...)".
Los 4 meses previos a la asunción de la nueva gestión serán complicados.
• Entre agosto y octubre la atención estará puesta en la caja de dólares y en la creciente expansión monetaria resultante de la espiralización del déficit fiscal.
• El derrumbe de las exportaciones, la dolarización de carteras y las trabas al financiamiento externo pondrán presión sobre el mercado cambiario.
• En el plano local, la restricción crediticia y el gasto desbocado podrían obligar a una explosión en la emisión primaria.
• Una aceleración brusca en la emisión añadirá nueva presión sobre el mercado cambiario.
• A su vez, un aumento en la demanda de dólares retraerá aun más la actividad, agravando el déficit fiscal.
• Cabe destacar que el progresivo deterioro del ratio masa monetaria / reservas pone en evidencia la precariedad del actual escenario cambiario.
• Sin descontar importe alguno de las reservas brutas —US$ 33.795 millones a la fecha del último balance semanal (junio 9)— y tomando la base monetaria en términos estrictos —$ 490.976 millones—, el tipo de cobertura se ubica en $ 14,50, esto es 50% por encima del tipo oficial.
• Si se relacionan las reservas brutas con el M1 Privado, el tipo de cobertura asciende a $ 16,10.
• Tomando el M2 Privado, la cobertura ocurre en $ 21,90; y el M3 Privado queda cubierto en $ 32,70.
• Si descontamos de las reservas brutas los swaps, los CEDIN, los pagos de deuda bloqueados, los DEG, las LEBAC en dólares y una estimación muy conservadora de importaciones pendientes, arribamos a un nivel de reservas netas efectivas de US$ 7.055 millones.
• Computando salidas de reservas por al menos US$ 5.000 millones hasta diciembre, se puede apreciar que las reservas netas lleguen a fin de año prácticamente agotadas —aunque no se puede descartar que terminen en terreno negativo; esto es, quemando divisas que no son del BCRA.
• La única manera de llegar sin sobresaltos cambiarios residirá en que el gobierno pueda colocar deuda sin restriccionesen los meses inmediatos.
• El mercado de cambios se perfila deficitario en al menos US$ 5.000 millones y el financiamiento externo cubrirá —en el mejor de los casos— menos de la mitad de los US$ 15.000 millones de vencimientos del año.
• La marcha declinante del sector externo y el creciente atraso comercial nos llevan a proyectar un saldo comercial apenas superavitario—en el mejor de los casos—de menos de US$ 1.000 millones.
• Los egresos por turismo y por atesoramiento superarán los US$ 12.000 millones.
• Con estas proyecciones, podemos concluir que a fin de año nos habremos consumido todas las reservas netas efectivas y estaremos financiando con deuda comercial (mora en el pago de importaciones) y otros recursos de terceros que puedenser exigidos en un plazo más o menos inmediato.
• La ineficacia e inconveniencia de pretender manejar la economía con medidas represivas surge evidente cuando se observa el comportamiento de los sectores que debieran haberse beneficiado con tales prácticas.
• Entre ellas se destacan el cepo comercial, cambiario y a los flujos de capital.
• El torniquete sobre las importaciones no logró equilibrar el desempeño comercial: las exportaciones caen en volumen a un ritmo aún mayor al de las compras externas.
• Las trabas a las compras de divisas no sólo no pudieron detenerlas sino que derivaron en un subsidio estructural a la fuga de divisas —por vía del régimen de dólar ahorro— que nos devora las reservas.
• Las trabas a los giros de utilidades han pulverizado la inversión extranjera —reducida a poco más de una novena parte que en los noventa— y han incrementado las salidas por vía de intereses y regalías.
• En resumen, no sólo no desaparecieron los problemas que pretendían solucionarse sino que los mismos se agravaron.
• En lo que hace a la caja de pesos, las necesidades de financiamiento del fisco para este año orillarán los $ 390.000 millones.
• Asumimos que podrán colocar un total de $ 75.000 millones de deuda en pesos (BONAC, etc) y obtener $ 55.000 millones entre giros utilidades del Fondo Jubilatorio y extracción de depósitos públicos.
• En esas condiciones el BCRA deberá emitir al menos $ 260.000 millones (unos $ 65.000 millones surgirían de comprarle dólares al Tesoro), de los cuales podría esterilizar unos $ 25.000 millones.
• Esto significaría que en 2015 la expansión neta de la base monetaria alcanzaría un récord, del orden de 50%.
• Consideramos que la previsible contracción de las reservas internacionales y el paralelo salto de la masa monetaria desencadenarán tensiones a partir de agosto, cuando ambos fenómenos se volverán ostensibles.