Ha sido el gran misterio político y comunicacional de noviembre: Sin militantes alentando y sin móviles cubriendo el minuto a minuto: ¿por qué esta vez opositores y kirchneristas coincidieron en minimizar la 3ra. internación de la Presidenta? Buena pregunta del director de la revista Imagen.
Sanatorio Otamendi y Miroli: "Por una vez y a pesar de la grieta, las agendas mediáticas coincidieron en no elevar el perfil de la internación de la Presidenta", explica con tono sarcástico y en estricto off the record uno de los principales asesores comunicacionales del kirchnerismo utilizando la metáfora de la grieta que popularizó Jorge Lanata.
por DIEGO DILLENBERGER
(El Cronista Comercial). Definición de una médica después de uno de los partes oficiales durante la internación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner: "Bacteriemia es un eufemismo para septicemia. Lo que tiene no es menor. Probablemente esta sea la más grave de las tres internaciones de su segundo mandato".
Pero este diagnóstico contrastó notablemente con un dato curioso: frente al sanatorio Otamendi y Miroli, en Barrio Norte, donde estaba internada Cristina, no sólo no había militancia gritando Fuerza Cristina. Tampoco había móviles de TV. Ambos elementos (móviles y militantes) fueron parte del paisaje de las internaciones anteriores: cuando le extirparon la tiroides, en el Hospital Austral, en Pilar en enero de 2012, y cuando le intervinieron el cráneo por un hematoma, en la clínica Favaloro, en Almagro, en octubre de 2013.
Valga otra comparación: cada vez que se interna un famoso, sea el cantante Cacho Castaña o el libretista y showman Gerardo Sofovich, los móviles con sus clásicas antenas transmisoras de microondas se instalan frente a las respectivas clínicas y pasan a ser parte del paisaje.
¿Qué pasó con la más reciente internación de la Presidenta? ¿Su sigmoiditis y bacteriemia no resultaron tan relevantes mediáticamente como la insuficiencia respiratoria que padeció el humorista Sofovich?
Por el contrario, en enero de 2012, cuando la Presidenta fue operada de tiroides, su mesa chica de gobierno y comunicación insistió hasta lo irracional en magnificar el diagnóstico de cáncer, en contra el dictamen de los médicos. El vocero presidencial dijo solemnemente que el estudio había indicado cáncer. Luego, cuando se confirmó que no había tal cáncer, el gobierno le echó la culpa a un improbable error del laboratorio. Mientras tanto, los índices de imagen de la presidenta llegaban a un pico jamás alcanzado anteriormente.
También durante la operación de la colección subdural en el cráneo, en 2013, su imagen, que venía en franco deterioro, repuntó por un tiempo. Los medios de esos días publicaron una foto muy llamativa: Cristina sin maquillaje, con anteojos oscuros y cara de muy preocupada. El periodista y ensayista Luis Gasulla dice tener información de que esa foto conmocionante fue difundida por el propio gobierno y que apuntaba a reforzar el efecto lástima en la opinión pública. Servía para ese momento de imagen declinante.
Esta vez, la internación de la Presidenta fue manejada con perfil bajo desde el gobierno. Se prescindió de todo intento de buscar rédito de imagen de lástima. Como mucho, los medios críticos debatieron por qué, una vez más, la abanderada del Estado por sobre la iniciativa privada volvía a atenderse en un sanatorio privado.
¿Pero por qué los medios críticos, incluso los más duros, que no le perdonan desliz al gobierno, coincidieron con ese tratamiento informativo de perfil bajo justo en lo que probablemente haya sido el peor percance de salud de Cristina Fernández de Kirchner?
"Por una vez y a pesar de la grieta, las agendas mediáticas coincidieron en no elevar el perfil de la internación de la Presidenta", explica con tono sarcástico y en estricto off the record uno de los principales asesores comunicacionales del kirchnerismo utilizando la metáfora de la grieta que popularizóJorge Lanata. El gobierno analiza el gurú está más interesado que nunca en que Cristina proyecte una imagen de poder justo en el momento en que se empieza a dudar de su capacidad para conducir la transición hacia un cambio de gobierno y aspira a aprobar muchas leyes muy resistidas por la oposición.
En ese escenario, el 'efecto lástima' podría llegar a ser contraproducente para alinear a la política, sostiene. De hecho, el problema de salud de la Presidente estuvo prácticamente ausente de las tapas de los medios gráficos oficialistas.
Pero, ¿por qué los medios críticos acompañaron en parte el bajo perfil? La teoría del gurú comunicacional kirchnerista: en el momento en que están siendo cada vez más duros con las investigaciones sobre la ruta del dinero K y otras sospechas de corrupción, más el debate de si tiene o no tiene título de abogada, más las críticas a los proyectos que pretende sancionar el gobierno, lo peor que puede pasarle a la oposición es tener que autocensurarse por recato ante una mandataria gravemente enferma y con una opinión pública nuevamente conmocionada por su estado de salud.
Por eso informaron muy mesuradamente y no cuestionaron, como en las anteriores internaciones, la veracidad y oportunidad de la información oficial que emanaba de los partes médicos, ni llevaron el asunto como tema cen tral de tapa.
De hecho, al cierre de esta edición, la Presidenta continuaba en internación domiciliaria, y era muy poca la información que los médicos y equipos de comunicación dejaban trascender, y se notaba poca avidez de los medios por cubrir una noticia que conmocionaría en cualquier país.
Por primera vez, aunque por diferentes motivos, la grieta se cerró a la hora de informar sobre la salud presidencial: el perfil bajo les vino bien a todos.