"Tras la operación de GVT el mensaje es claro, no queremos permanecer en Telecom Italia", dijo César Alierta a periodistas tras asistir al encuentro anual de telecomunicaciones organizado por la Universidad Menéndez Pelayo y la patronal Ametic en Santander.
El enésimo choque entre ambas empresas se produjo hace apenas una semana, cuando el operador español tuvo que elevar su oferta por GVT, la filial brasileña de Vivendi, ante una propuesta competitiva presentada precisamente de su participada Telecom Italia.
El grupo francés Vivendi optó por la oferta de Telefónica y ambas compañías acordaron un periodo de tres meses para negociar los detalles de una oferta 7.450 millones de euros que incluye, como parte del pago, acciones de Telecom Italia
Telefónica tenía en torno a un 15 por ciento en Telecom Italia, pero durante el verano ha empezado a reducir su participación y le queda por vender un 8,3 por ciento en el grupo italiano.
LA AUTOCARTERA COMO ARMA OCULTA
La oferta del operador español por el grupo brasileño tiene un componente en efectivo de 4.663 millones de euros, que Telefónica financiará con una ampliación de capital en su filial brasileña que, a su vez, será suscrita por la propia compañía mediante la emisión de acciones en su matriz por alrededor de 3.400 millones de euros.
Sin embargo, y teniendo en cuenta la volatilidad de los mercados en los últimos meses y la fuerte apelación a los accionistas prevista, Telefónica dijo que cuenta con la pólvora de su autocartera para reducir la apelación al mercado de la compra.
La compañía posee un 1,85 por ciento del capital, según la última actualización de los registros de regulador a finales de junio, una participación que a precios de mercado está valorada en alrededor de 1.000 millones de euros.
"La financiación en el tema de GVT no nos preocupa (.) Evidentemente la autocartera es una cosa que utilizamos para temas puntuales (...) si los mercados se ponen muy histéricos porque en Ucrania entran los tanques rusos, pues no tienen la culpa los accionistas", dijo César Alierta, presidente de Telefónica
reuters