El 1er. paro general a los Kirchner (el de octubre de 2007 no fue un
paro general a los Kirchner sino por el asesinato del docente Carlos
Fuentealba en Neuquén, durante una protesta), ocurrió en 2012. Hoy
(28/08/2014) es el 3er. paro general al 'modelo K', y desde los gremios
ferroviarios ya se habla de una huelga general por 48 horas para
septiembre. Esta tensión social tiene explicaciones: 400.000 empleos
perdidos en 6 meses, y una carga tributaria excepcional sobre los
salarios, obligados a tributar el impuesto a las Ganancias que ya pagó
por ese dinero el empleador. Luego, una brecha cambiaria del 71%, y
todavía falta el impacto que producirá el incumplimiento de pagos
externo. La Administración Cristina, que debe cesar el 10/12/2015, tiene
una declinante capacidad de respuesta. Es evidente que el 'modelo K'
colapsó. La creciente decisión de gobernadores de desdoblar el comicio
local de la elección nacional es parte del colapso. La gran pregunta -y
no es destituyente sino que expresa la especulación que hay entre
dirigentes políticos- es si habrá elecciones anticipadas o no. No es un
secreto que hay quienes proponen eliminar las Primarias Abiertas
Simultáneas y Obligatorias previstas para agosto de 2015, y en ese
momento concretar las elecciones generales. Es cierto que a los
presidenciales les aterra esa idea porque detrás del lógico reclamo de
preservar la estabilidad institucional también se encuentra la
especulación de que el ajuste que comenzó lo continúe y lo pague, a su
pesar, Cristina Fernández de Kirchner, y hasta el último día de su
mandato. Cuanto mayor sea el ajuste, más grande será el rebote posterior
de la economía, especulan. Pero su necesidad puede no coincidir con la
realidad que viene y vendrá. En ese contexto, la columna del profesor,
ex periodista y actual consultor de empresas que firma con seudónimo.
por ALPHONSE DE LUXEMBURGO
(Especial para Urgente24). Cuando un gobernante, cualquiera sea su matiz ideológico o su discurso, resulta incapaz de evitar que la población a la que dice representar se derrumbe en una crisis económica sin remedio (inflación
desbocada como antesala de la hiperinflación, desempleo en alza,
estancamiento o recesión en aumento, reducción progresiva al poder
adquisitivo, empobrecimiento, etecétera), la solidez del gobierno se esfuma, se licúa a una velocidad doble a la que se pauperiza a la sociedad,
se disuelve el poder político que lo sustenta y se sientan las bases
para su remoción anticipada, porque sus recetas resultan contrarias al
bienestar general.
Es decir, la sociedad previsiblemente actuará, más tarde o más temprano, en defensa propia, por un instinto de supervivencia social (y sin necesidad de “inducciones”, tal como la que le propinó el peronismo del Oeste bonaerense al debilitado gobierno de la Alianza, a fines del 2001).
El factor económico en el desarrollo de los más exóticos ensayos políticos es crucial: ninguno resiste la bonanza perdida, así como todos ascienden en plena vigencia de un sistema económico en expansión. Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando De la Rúa y Néstor Kirchner son emblemas arquetípicos de aquel paradigma.
Le sucede a CFK hoy en día quien, al haber extraviado los famosos superávit gemelos (fiscal y cuenta corriente), desintegró su base de sustentación económica, para avalar sus ditirambos políticos. Y, todas las medidas adoptadas después, no sólo no son inocuas sino que profundizan,
a cúspides insospechadas, la velocidad de la desintegración
socio-política que alguna vez avaló su ambición de poder. Eso es lo que hoy en día a algunos dirigentes (Alberto Fernández, Gerardo Martínez, Sergio Massa, etcétera) los hace añorar la era de Néstor Kirchner, cuyo bienestar económico hizo dejar de lado casi –basado en la profunda devaluación de Eduardo Duhalde/Jorge Remes Lenicov-, su torpeza y su autoritarismo políticos.
En ese contexto, algunos analistas políticos y económicos validan lo que Mark Twain reflexionaba: “Si la única herramienta que tienes es un martillo, siempre pensarás que cada problema que surge es un clavo.” No van más allá del nicho de conocimiento en el que se navegan.
De ese modo, algunos politólogos descartan cualquier
recorte en el mandato presidencial porque ninguno de los candidatos
opositores imaginan siquiera un remedio de ese tamaño. Y
algunos economistas confían en que si las variables siguen por donde
están ahora, el arribo a fines del 2015 será difícil pero no imposible.
La variable que no ajustan ni consideran es el factor social, que en
forma autónoma a su dirigencia política (resuena aún aquella frase de
Perón que supo decir: “Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes”) y aplastados por las variables económicas pueden provocar un vuelco en esos pronósticos.