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El Gobierno y los bancos suizos contra las cuerdas por el secreto bancario

Los intensos y repetidos ataques desde distintos países contra el secreto bancario suizo han puesto contra las cuerdas a la Confederación Helvética, a algunos de sus más importantes bancos y a miles de empleados del sector, amenazados con acciones judiciales si viajan al exterior.

"En mi historia profesional de más de cuarenta años jamás había vivido un ensañamiento parecido contra los bancos suizos", confirma en una entrevista con Efe el abogado, notario y experto en asuntos bancarios y fiscales, Paolo Bernasconi.

"Los bancos suizos están bajo una enorme presión y para conseguir la paz deberán hacer concesiones importantes a nivel europeo", opinó por su parte, Paul Dembinski, director del "Observatorio de las Finanzas" en Ginebra.

El secreto bancario, un principio que forma parte del derecho suizo desde hace más de setenta años, ha sufrido embestidas periódicas, pero la que empezó en 2008 -coincidiendo con el inicio de la crisis financiera- ha proseguido y alcanzado niveles insospechados.

El episodio más actual se centra en el combate legal que libra Suiza contra Estados Unidos, que ha "premiado" con 104 millones de dólares a un banquero que le entregó pruebas de la manera en que el mayor banco del país, UBS, para el que trabajaba, ayudaba a sus clientes estadounidenses a evadir impuestos.

El total de clientes que habría recibido asesoría del UBS para evitar el pago de impuestos por sus fondos no declarados habría sido de hasta 17.000, según los datos que se han revelado últimamente.

Con la delación del exbanquero del UBS, Bradley Birkenfeld, Estados Unidos logró recuperar unos 5.000 millones de dólares, además de los 780 millones de dólares de multa que el banco tuvo que pagar en 2009 para poder seguir operando en ese país.

Bernasconi aclara que "empleados desleales" como Birkenfeld son perseguidos de oficio en Suiza "por espionaje en favor de autoridades extranjeras", mientras que en Estados Unidos "se da mucha importancia al respeto de las arcas fiscales y para garantizarlo se crea una firma de espionaje".

El letrado augura que si esta estrategia persiste "estaremos en una jungla", en la que imperará la ley del más fuerte.

Este caso debilita además la posición de otros once bancos suizos que están en conversaciones con las autoridades fiscales de EE.UU. para encontrar un arreglo -mediante el pago de una multa cuyo importe está en discusión- por haber imitado el proceder del UBS.

Esta embarazosa situación ha llegado a amenazar la libertad de movimiento de varios directores de bancos helvéticos, así como de banqueros de rango inferior, que temen salir de Suiza por el temor a ser arrestados por solicitud de Washington.

La amenaza que perciben los empleados de la banca suiza tiene que ver con la entrega -con autorización del Gobierno- a EE.UU. de unos 10.000 nombres de sus propios colaboradores, incluyendo muchos que ni siquiera estaban involucrados en operaciones con ciudadanos estadounidenses.

Bernasconi explica que para que esa entrega de información no fuese ilegal el Gobierno suizo suspendió la aplicación de la sanción prevista para aquellos que transmiten datos económicos a autoridades extranjeras por canales distintos a los legales.

El objetivo, según el análisis del experto, es "intentar suavizar la presión (sobre los bancos) de las autoridades estadounidenses en el marco del proceso penal en su contra".

"Han cedido al chantaje", opina el jurista, aunque descarta que esta actuación se convierta en un modelo para otros países "por la simple razón de que no disponen de los mismos medios de prueba ni de la misma capacidad de presión".

Sobre el grado de presión que pueden ejercer ciertos países sobre Suiza, Dembinski recuerda que este país "no sólo vive de los bancos" y que tiene una multitud de intereses con los países que se han convertido en enemigos acérrimos del secreto bancario.

El analista, conocido en Suiza por defender la ética en las finanzas, dijo que "hacer la limpieza es doloroso para los bancos, pero al menos estará claro donde estamos y que sólo se puede trabajar con dinero limpio".

En cuanto a su relación con la clientela estadounidense, la solución temporal que han encontrado los bancos pasa por un arreglo que les obliga a identificar a sus clientes de EE.UU. ante las autoridades fiscales de este país.

A este respecto, Bernasconi confirma que esto implica una nueva relación con las autoridades fiscales extranjeras, con respecto a la cual "no hay vuelta atrás". EFE