En 2014, esos miles de trabajadores lucirán su mono por última vez, rumbo a otra parte, en el mejor de los casos, y en el peor, de vuelta a casa. Los 3.000 trabajadores de la histórica fábrica de Peugeot, en Aulnay sous Bois, se han convertido en el símbolo de las protestas del desprotegido empleado contra el poder dominante.
El plan anunciado por PSA que prevé suprimir 8.000 puestos de trabajo ha provocado un terremoto económico con consecuencias políticas.
La industria automovilística gala, con Peugeot y Renault como timoneles, recibieron ayudas estatales después de la crisis que vivió el sector en 2007 y en 2011 todo mejoró.
Pero en 2012, el empeoramiento de la situación económica en Europa se ha traducido en una caída de las ventas y el Estado tendrá que salir otra vez al rescate. Pero, de momento se descarta la entrada del Estado en el capital de PSA, como sí ocurre ya con Renault, donde posee el 15% del accionariado.
La solución pasa más por aprobar un paquete de medidas que inciten a comprar. Hollande le ha encomendado a Emmanuel Sartourius la misión de estudiar la situación financiera del grupo y las condiciones en las que la compañía pretende desarrollar su polémico programa de bajas y recortes.
El presidente François Hollande, le dedicó buena parte de la entrevista televisada que concedió el 14/07, día de la Toma de la Bastilla.
"El plan ha sido un shock para los trabajadores", dijo el socialista, que lo calificó de "inaceptable" y aseguró que se renegociará para que no haya "ningún despido forzoso. El Estado no dejará hacer, este plan no es aceptable. Habrá una concertación para que no hay ningún despido forzoso", dijo.
Hollande le reprocha a Peugeot que tuviera previsto la cadena de despidos pero haya esperado hasta que se celebraran las elecciones presidenciales para hacer el anuncio.
Hollande habló el sábado de incentivar la compra asegurando la financiación del crédito, porque "son artículos que se pagan a crédito", avanzó Hollande.
A las críticas se sumó el ministro de Economía, Pierre Moscovici. "El plan es inaceptable, hay que mejorarlo", le dijo a la cadena Europe 1.
"No será un plan Peugeot sino para todo el sector", dijo Moscovici, quien avanzó que incluirá una serie de "medidas estructurales" tanto para las constructoras como para sus proveedores para garantizar la producción.
Francia es pionera en la fabricación de coches híbridos y ecológicos y por eso el Estado tratará de impulsar la compra de ese tipo de vehículos "en los que ha invertido".
Peugeot se defiende de las críticas y justifica sus pérdidas en el elevado coste del trabajo en Francia y en los efectos de la crisis económica sobre el consumo en Europa. Tras anunciar su controvertido plan de despidos sugirió al Gobierno que desfiscalizara las horas extra para poder abaratar el coste laboral. París lo ha descartado y dice que buscará otras soluciones para mejorar la competitividad de las empresas patrias.
Mientras unos y otros deshojan la margarita, los empleados de Peugeot preparan su particular plan de acción. Sobre todo los operarios de Aulnay. En esta localidad situada a las afueras de París hay unas 400 familias que podrían quedar afectadas por el recorte, según el alcalde.
El Ejecutivo no puede prohibir el cierre de la fábrica programado para 2014 dado que PSA es una empresa privada.
Sí manejará medidas de presión para reducir el coste social de la clausura. El objetivo es, además, que esta localidad siga siendo "el lugar industrial" que es ahora. Las posibles soluciones se presentarán el día 25/07.
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