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Salud / Bienestar | Fobia Social: querer y no poder

Hay una canción que dice que para estar en el cielo no es preciso morir. Yo
agregaría que para estar en el infierno tampoco. El miedo intenso y
continuado a lo largo de muchos años puede ser parecido a vivir en el peor
de los mundos. Cuando esta emoción tiene que ver con tenerles miedo a los
otros la sensación es mucho peor aun.
No es lo mismo evitar situaciones sociales, que evitar el contacto con los
perros o renunciar a viajar en avión. El mundo está lleno de gente y para
vivir hay que interactuar con ellas. Si salimos a la calle a comprar pan, si
vamos al colegio o a la facultad, si alguien cumple años y estamos
invitados, si se arman grupos para estudiar, o en otra cantidad de
situaciones, otras personas están siempre presentes.
Las sensaciones que aparecen (y digo aparecen porque no se pueden controlar
ni suprimir) en el cuerpo cuando el miedo es intenso, son muy difíciles de
tolerar. El corazón comienza a latir cada vez más rápido, la sensación de
falta de aire, la sudoración, el enrojecimiento de las mejillas, la
aparición de manchas coloradas en el cuello y el escote y a veces hasta
mareos y temblequeo en las piernas, son los síntomas que se desencadenan
cada vez que se debe afrontar alguna situación social. Las pensamientos que
invaden la mente son del estilo de: qué van a pensar de mi, van a pensar que
soy un idiota, un inútil, un tonto, no sirvo para nada, etc.,
Aislarse, esconderse, poner excusas, sufrir en silencio son solo algunas de
las conductas que eligen estas personas para escapar del calvario. Sin
embargo hay algunos que deciden afrontar aquello que les causa temor pero
con un costo emocional muy alto.
Si tienen que presentarse a un examen oral o tienen que hablar en una
reunión de trabajo lo hacen sobreponiéndose al pánico que les causa pensar
que se van a quedar paralizados sin ser capaces de pronunciar una sílaba o
que todos se van a dar cuenta de lo que les pasa y se van a reír de ellos a
carcajadas delante de ellos o a sus espaldas.
Nadie puede imaginarse el sufrimiento de quien padece este trastorno.
Quieren tener una vida normal salir a comer con amigos, concertar una cita
con otra persona, ir a algún curso, o simplemente acercarse a alguien en la
vía publica para preguntar por alguna calle. Nada de esto es posible en el
mundo del fóbico social. Lo que todos hacemos con tanta naturalidad para
ellos es una hazaña increíble. Quieren pero no pueden. Algunos allegados
creen que no hacen los suficientes esfuerzos para superar el problema. No
entienden, porque el miedo es irracional.
No todos los fóbicos sociales son iguales. Hay algunos que no se animan a
hablar en público o sea no pueden dar exámenes orales. Prefieren no
presentarse o pararse frente a una pregunta del profesor y decir que no
estudiaron cuando en realidad están evitando las sensaciones que aparecerán
si se quedan algún tiempo en la escena. Otros tienen miedo a relacionarse
con el sexo opuesto. No van a fiestas ni a bares ni a reuniones donde haya
gente desconocida. Como consecuencia no tienen pareja y miran a sus pares
pensando que nunca van a poder tener, ni sentir lo que ellos tienen y
sienten.
Muchos arrastran el problema desde la infancia otros empiezan a registrar el
problema en la adolescencia. La adolescencia se les pasa y los primeros años
de la juventud también. Cuando están por llegar a los 30 muchos toman
conciencia que de seguir así no van a poder ser parte de nada, que van a
estar condenados a la soledad y al sufrimiento o a lo sumo van a seguir con
relaciones virtuales a través de la computadora, que son las únicas que
pueden entablar sin que aparezcan los síntomas. Muchos participan de foros
donde hablan con otros que tiene el mismo problema. Es una manera de no
sentirse solos, ni prisioneros del destino.
Afortunadamente hoy en día pueden informarse y buscar ayuda a través de
Internet. Muchos buscan ayuda profesional y la encuentran. Pero todavía
falta la peor parte. Tienen que llamar concertar una entrevista y más tarde
cuando llegue el día de la cita no echarse atrás y asistir. Todo ese proceso
esta plagado de idas y vueltas que muchas veces se logran superar.
Hémera, centro de estudios para el estrés y la ansiedad, aparece como una de
las alternativas para tratar el problema. Nuestra propuesta es original ya
que integramos técnicas de la terapia cognitiva comportamental con las
técnicas actorales. La terapia se realiza en grupo de hasta 8 personas.
Aquellos que asisten aprenden a soltar el cuerpo, la voz, a ocupar un lugar
en el mundo sin el temor de ser juzgados y condenados por las otras personas
con quienes se comparte la vida. Éstas dejan de ser tribunales que condenan
y se transforman en personas con las cuales se pasa a tener una relación de
igualdad. Los síntomas dejan de ser tan intensos para transformarse en
sensaciones tolerables y conocidas. Siendo el miedo la resultante entre una
amenaza y los recursos que se tiene para afrontarla, cuanto más recursos se
tienen menor es la amenaza y cuanto menor es la amenaza menores son los
síntomas que, en definitiva, son solo respuestas a una situación
interpretada como peligrosa.Como coordinadora del taller de fobia social de nuestro centro, es muy
gratificante para mi ver al final del proceso terapéutico cómo personas que
acuden con una pequeña esperanza logran revertir una situación que los ha
tenido prisioneros durante mucho tiempo. Recuperan así la posibilidad de
estar en el mundo con sus semejantes sin experimentar tanto sufrimiento y
pudiendo ser parte de un todo que los contiene y los estimula a participar
de situaciones que antes hubieran sido impensadas para ellos.



- Acerca de Patricia Gubbay de Hanono:

Directora de Hémera. Obtuvo su licenciatura en Psicología en la Universidad
de Buenos Aires en 1975. Perfeccionó su formación psicoanalítica de grado y
postgrado en grupos de estudio y análisis didáctico. Trabajó en el servicio
de psicopatología del Hospital Fernández y siguió su formación en el Centro
de Medicina Psicosomática, completando su formación psicoanalítica en la
Escuela de Psicoanálisis de Niños. Realizó un Master en Neurolingüística,
Gestalt e Hipnosis Ericksoniana y en Terapia Cognitiva. Continuó su
formación en Terapia Familiar Sistémica. Desde el año 1994 comienza a
especializarse en el diagnóstico y tratamiento de los Trastornos de Ansiedad
y actualmente trabaja con las técnicas de tratamiento más avanzadas en el
abordaje de estos trastornos. Es miembro de la Asociación Argentina de
Trastornos de Ansiedad y la Asociación Argentina de Terapia Cognitiva,
escribiendo trabajos y participado activamente en congresos de actualización
en esta área.
Actualmente dirige grupos de formación para terapeutas y coordina grupos
centrados en la investigación de la incidencia de la ansiedad y el estrés en
las distintas etapas vitales.




- Acerca de Hémera:

Hémera es una institución dedicada al tratamiento de los problemas que
provocan la ansiedad y el estrés patológicos en los distintos ciclos de la
vida.



El objetivo de la terapia propuesta está centrado en la recuperación del
problema que padece la persona afectada, no sólo en la comprensión de las
causas que los generan, ya que los pacientes que acceden a un tratamiento,
muchas veces logran entender lo que les pasa pero no logran superar el
problema que los afecta.


En Hémera se cuentan con instrumentos para evaluar y llevar a cabo
tratamientos focalizados específicamente en los problemas relacionados con
la ansiedad y el estrés patológicos, lo que posibilita alcanzar cambios
efectivos y duraderos.


El equipo de profesionales y consultores cuentan con una trayectoria
destacada en estas áreas, asegurando de este modo una indicación precisa de
los tratamientos consensuados y aprobados en este tipo de problemas, que
aquejan a un número creciente de personas en todo el mundo.