¿Un nuevo Lehman, esta vez en China?

Magnífico artículo de M&G Valores sobre la situación en China, centro de todos los temores inversores en la actualidad:

Aparentemente China está en el centro de todos los temores. Su desaceleración y “cambio de modelo” se supone unos de los principales factores detrás de la caída de las materias primas y el resto de emergentes, y el tamaño de su economía implica un impacto sobre la economía global significativo. 

Tras la Gran Recesión global de 2008/09 la economía china ha seguido creciendo a tasas elevadas aunque se han moderado un poco desde el -%-10% hasta el 7% actual. Las previsiones oficiales sitúan el crecimiento de la economía china por encima del 6% en los próximos años. Obviamente el mercado no parece confiar demasiado en este escenario. Uno de los principales factores que explican ese temor es el fuerte aumento del endeudamiento privado en años recientes. Desde al año 2010, en concreto, la deuda privada no financiera en China, fundamentalmente la de las empresas, ha crecido a tasas más elevadas que en el pasado mientras la economía lo hacía de forma más moderada. La consecuencia es que el ratio Deuda Privada/PIB se ha disparado desde el 115% en 2010 hasta el 192% actual.

Una interpretación de la situación sería que China está llegando al final de una fase de crecimiento insostenible y que el ajuste o transición a una nueva fase no va a estar exento de dolor. De la misma forma que la implosión de la burbuja crediticia en los países desarrollados en 2008 tuvo graves consecuencias para el sistema financiero y la economía, existe el riesgo de que China pueda estar enfrentándose a algo de similar naturaleza.

¿Un nuevo Lehman, esta vez en China? 

Los argumentos más pesimistas se centran en la situación de las SOEs (State Owned Enterprises) o empresas estatales chinas. Estas compañías han llevado en el pasado el peso de la inversión en los sectores de infraestructuras e industria pesada en China. El “cambio de modelo” implica la progresiva pérdida de importancia de estos sectores y empresas en favor de empresas privadas en sectores relacionados con el consumo interno. El problema es que muchas de estas compañías que han invertido masivamente se encuentran ahora fuertemente endeudadas en un escenario de caída o desaceleración de su actividad. El ajuste que necesitan llevar a cabo podría traducirse en quiebras que pongan en peligro la salud del sistema financiero chino tal y como el ajuste del sector inmobiliario afectó los bancos de muchos países en la Gran Recesión.

Las empresas estatales tienen un peso importante en las bolsas de muchos países emergentes, pero particularmente en China donde suponen el 70% de la capitalización de la bolsa de Shanghai:

El ROE de las empresas cotizadas no financieras chinas supera el 15%, pero es tan sólo del 13% en las SOEs frente al 25% en las privadas.

China es diferente. 

No cabe duda de que la economía china tiene características que difieren del capitalismo occidental. Entre ellas un sistema financiero cerrado que no depende de los flujos de capital del exterior para financiarse. Es imposible por tanto que en China se produzca la clásica “crisis de emergentes” que se desata cuando los capitales extranjeros salen masivamente de un país. En teoría las autoridades chinas tienen la capacidad de afrontar un ajuste en sus SOEs y bancos evitando el estallido de una crisis que lleve a un proceso de quiebras generalizadas. El problema es que desconocemos la dimensión del ajuste necesario y las repercusiones que puede tener sobre el crecimiento de la economía. No sería imposible que China tuviese que enfrentar una fase de crecimiento débil durante algunos trimestres si realmente quieren llevar a cabo el cambio de modelo de crecimiento, lo que implica realizar algo parecido al proceso de reconversión industrial que se hizo en nuestro país a finales de los 70’ e inicios de los 80’. Con la ventaja en este caso que el sector privado chino sigue mostrando un enorme dinamismo y sigue creciendo a tasas elevadas.

Los flujos de capitales en China. Entre los factores que más han alarmado a los mercados recientemente parecen estar la depreciación del Yen y las salidas de capitales. Estos flujos que están saliendo del país no corresponden a financiación exterior sino a capital privado de empresas y familias chinas que, posiblemente por las expectativas de devaluación del Yuan, está siendo invertido en el exterior. En 2015 el superávit exterior chino fue de $250 billion, recibió entradas de capital (fundamentalmente de filiales de sus compañías en el exterior) por $70$ billion, pero registró salidas de capital de empresas y familias chinas por $550 billion. Un ejemplo de estos capitales chinos lo tenemos en España con las inversiones inmobiliarias y de ocio previstas por Wanda en el Edificio España de Madrid, las operaciones Calderón y Campamento o el complejo Marina D’Or. Estas salidas de capital están presionando al Yuan hasta el punto que las autoridades chinas han tenido que desistir de mantener su cambio fijo frente al dólar y dejarlo depreciarse.

La caída de las reservas de divisas (línea blanca) en China ha obligado al Banco Central chino a permitir una depreciación controlada del Yuan (línea amarilla).

Hasta $550 billion se estima que han invertido las empresas y familias chinas en 2015 fuera de su país.


Esta situación, aunque contribuye a un menor crecimiento de la economía china por las menores inversiones domésticas, no debería verse como preocupante y forma parte del proceso de integración de la economía china con el resto del mundo. Lo que sería preocupante es que las autoridades chinas se vieran tentadas a mantener a toda costa un crecimiento elevado a costa de construir más carreteras, puentes e inmuebles. Esto sólo conseguiría mantener en pie empresas zombies con una deuda creciente hasta el estallido final.

M&G Valores