OTRO ESCALÓN EN LA CRISIS DE VENEZUELA Se fracturó el chavismo y Maduro prohibe a los disidentes

Acosado por una crisis de liquidez sin precedentes, la incesante escasez de productos de consumo diario y de insumos industriales, y por un conato insurreccional que la jerga oficial ha intentado caracterizar como un golpe de Estado continuado y un intento de magnicidio, Nicolás Maduro enfrenta la rebelión interna en el peor momento. Apenas 30% de la población aprueba la gestión y lo reconoce sucesor de Hugo Chávez, y aparece el disenso dentro del chavismo. Maduro luce dispuesto a pagar el precio de un cisma partidista. Él necesita que se lo consagre jefe del Partido Socialista Unido de Venezuela en el congreso convocado para finales de julio. Pero el cónclave amenaza con transformarse en una batalla campal. Maduro, con el apoyo circunstancial de Diosdado Cabello, han decidido barrer a la disidencia antes de la designación oficial de los delegados.