Informe Económico Semanal del Banco Ciudad


LA SEMANA EN POCAS PALABRAS

Pese a la caída del nivel de actividad, la inflación continúa firme un escalón arriba de la de 2011, consolidándose el escenario estanflacionario de los últimos meses.
Según informó esta semana el Congreso, las estimaciones privadas de precios se aceleraron en julio, con un alza promedio de 1,8% mensual y 24,1% interanual, en lo que fue la mayor suba desde que comenzó a divulgarse el IPC Congreso, en mayo del año pasado.
Los relevamientos provinciales de inflación se encuentran en línea con las mediciones privadas del GBA, capturando en junio (último dato disponible) un alza promedio del 23% anual, la cual también más que duplica a la del IPC-INDEC (que en julio se mantuvo inmutable en un 0,8% mensual y 9,9% interanual, según informó hoy el instituto nacional de estadísticas).
En un contexto de subas generalizadas de precios, en julio volvió a destacarse el aporte los alimentos y bebidas, responsables de 1/3 de la inflación del mes, a lo que se sumaron subas estacionales en el rubro esparcimiento, por el receso escolar invernal. La inflación de alimentos viene siendo impulsada por alzas en verduras frescas, panificados, lácteos y carnes, todos ellos productos de consumo básico, lo que representa un verdadero golpe al bolsillo de las familias de menores ingresos.
En este marco, la CGT que conduce Hugo Moyano lanzó esta semana su propia medición de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), poniéndole un número a la “inflación del changuito”: según la central obrera, una familia tipo necesita –como mínimo- $1.050 mensuales para no caer en la indigencia, ubicándose esa cifra un 52% por encima de la medición del INDEC ($688), aunque algo por debajo de las estimaciones privadas (que la sitúan más cerca de $1.500).
¿Por qué la inflación no cede ante la recesión, a diferencia de lo ocurrido durante la crisis de 2008/09, cuando pasó del 23% al 15%? En primer lugar, porque en aquel entonces las cotizaciones de las materias primas cayeron bruscamente, mientras que este año treparon a niveles récord, presionando sobre los precios de los alimentos.
En segundo lugar, porque si bien en 2009 el deslizamiento del tipo de cambio oficial era más agresivo que ahora, hoy el salto del tipo de cambio paralelo (cercano al 40% anual) impacta de lleno en la fijación de precios de productos transables, al combinarse con trabas al ingreso de productos importados y expectativas inflacionarias desancladas. Actualmente, los comerciantes remarcan sus precios de manera precautoria, para cubrirse por mayores costos de reposición de los productos vendidos (aun suponiendo que en un futuro los consigan).
Por último, pero no por ello menos importante, en 2012 la inflación se ve aceitada por una fuerte expansión monetaria, asociada a las crecientes necesidades de financiamiento del Tesoro Nacional. En los últimos 12 meses, la emisión de pesos fue de $70.000 millones, con un aumento del 34% anual, explicándose la mitad (unos $ 33.000 millones) por pesos impresos para tapar el agujero fiscal del Tesoro Nacional y un 40% ($ 30.000 millones) por las compras de dólares para recomponer las reservas del Banco Central, utilizadas –a su vez- para cancelar vencimientos de la deuda pública en dólares. Esta situación difiere de lo ocurrido hace tres años, cuando el fisco necesitaba menos asistencia del Banco Central, a la vez que la autoridad monetaria vendía dólares –sin restricciones cambiarias-, retirando pesos de la economía.
Finalmente, de cara al futuro, en la medida que el gobierno siga recurriendo a las viejas anclas cambiarias, tarifarias y de precios regulados para evitar que la inflación se espiralice, continuarán acumulándose desajustes que en algún momento deberán corregirse.