ARGENTINA OIL Y GAS 2024 NEUQUEN

 


Algo muy bueno está pasando en la economía argentina: la balanza comercial energética ya no es más deficitaria y se proyecta que el superávit será cada vez mayor. Para un país que suele tener problemas de dólares (la mayoría del tiempo nos estamos recuperando de una devaluación o incubando la siguiente), es una noticia muy importante. 


Es un motor económico y, como tal, genera empleo (formal y bien pago), es federal (la población de Neuquén crece y el país se "des-conurbaniza") y eslabonamientos múltiples en toda la cadena: no es sólo un negocio para aquellas grandes compañías globales sino para pequeñas pymes argentinas que se especializan en proveer servicios o producir bienes para alguna etapa de la cadena.


Además, la energía es un recurso estratégico. En el mundo actual (y ni hablar en el mundo que viene) es y será un gran activo tener "seguridad energética". Si las pretensiones exportadoras se concretan, ya sea hacia los vecinos a través de ductos o hacia otras regiones del planeta vía barcos, Argentina no solo sumará dólares sino potencia geopolítica.


La lista de bondades puede seguir.


Argentina está logrando monetizar sus enormes recursos naturales. Es cierto: la naturaleza nos dio una mano enorme, pero el resto lo hicimos nosotros. Empresas, trabajadores y gobiernos, con algunos vaivenes, han logrado evitar una nueva oportunidad perdida. Para una Argentina en la que la narrativa del fracaso se arraiga, Vaca Muerta emerge como un recordatorio de que se puede y estamos más vivos que nunca. Como dice Rodrigo Alvarez, "a pesar de los vaivenes, Vaca Muerta es probablemente la política de Estado más estable y evidente que ha tenido Argentina en los últimos tiempos". 


Creo que se vienen tiempos muy buenos. Quizás el progreso no será lineal ni homogéneo, pero la tendencia será la correcta.


Alejandro Radonjic

Director de El Economista