RECUPEREMOS LA GRANDEZA PRESERVEMOS LA LIBERTAD

Mayo de 1945, finaliza la segunda guerra mundial, Europa es liberada y ocupada por los vencedores ejércitos aliados, solo hay ruinas, destrucción, escombros y muerte, familias destrozadas y disgregadas, el hambre es común a todos, la vida se desenvuelve en las condiciones más míseras e inimaginables. Ciudades alemanas como Berlin, Dresde, Colonia, Düsseldorf, Hamburgo, Hannover, Maguncia, Bremen, Bochum y cientos más están destruidas entre el 50% y el 80 %, paralelamente Londres, Varsovia, Budapest, Rótterdam todas quedaron en ruinas, los bombardeos, inmisericordes las diezmaron y destruyeron.


Pasados cinco años ya a los comienzos de la década del 50 habían resurgido de las cenizas y comenzaban nuevamente a ser líderes y conductores del mundo, mediante una recuperación material, moral, anímica, intelectual y científica que al mundo asombraron.


Nosotros en la Argentina felizmente ninguna de estas tragedias sufrimos ni padecimos, somos el 8° país más extenso del mundo, con poca población, tenemos los más diversos climas, una de las más extensas planicies cultivables del mundo, tenemos inmensas reservas mineras, de gas, petróleo y litio, tenemos uno de los litorales marítimos más extensos y ricos del mundo, tenemos una población culta, competente sin problemas ni raciales ni religiosos, sin embargo tenemos el 50% de pobres, el 70% de nuestros niños en condición de extrema pobreza, desnutrición, hambre y faltos de educación, cientos de miles de desocupados, miles de empresas quebradas, inseguridad y carteles mafiosos de la droga que asolan ciudades solo comparables a los de Colombia y México por su extrema violencia y proceder criminal. Sin embargo nosotros no sufrimos ninguna guerra, ni bombardeos, ni nunca fuimos refugio de mafiosos.


También vale recordar que a comienzos del siglo XX supimos ser uno de los diez países más ricos y opulentos del mundo


¿Entonces que nos pasó? Sufrimos por analogía un bombardeo, pero no de bombas sino de dirigentes políticos, gremialistas, empresarios y jueces inescrupulosos y corruptos que nos invadieron, ocuparon, depredaron y saquearon llevándonos a este destino oprobioso.


¿Por qué los argentinos permitimos y aceptamos esto? La respuesta deberían dárnosla psicólogos pero quizás con más razón y certeza los psiquiatras, que quizás trabajosamente podrían darnos una respuesta a porque aceptamos con tanta mansedumbre la magnitud de esta decadencia, sufrimiento e indigno destino. Nosotros no tenemos la respuesta.


Sin embargo no todos los argentinos son así, muy por el contrario en su inmensa mayoría somos un pueblo con una rica historia, memoriosos de ella y orgullos de la misma, trabajadores, educados y cultos, que fuimos ejemplo de bonanza, bienestar, paz y progreso, que si nos lo proponemos podemos revertir esta decadencia y volver a reconstruir su opulento pasado, solo se requiere de inteligencia, voluntad, decisión y coraje pero fundamentalmente de honestidad, dignidad y honor.


La oportunidad de comenzar a remontar la cuesta la tenemos ante nuestra vista, es inmediata y son las elecciones del 14 noviembre. Desechemos y descartemos a los conocidos por su trayectoria de mentiras e indignidad, que nos ofrecen soluciones fáciles y supuesto bienestar inmediato, los conocemos nos gobiernan y nos gobernaron, elijamos a los probos e idóneos, a quienes nos exponen la verdad, que tienen planes coherentes y realizables, dispuestos al debate y el dialogo, a aceptar opiniones y propuestas diferentes, que nos piden que trabajemos, que nos esforcemos, que actuemos con la sensatez que da la buena fe, la honradez y el honor, solo saldremos mediante el esfuerzo mancomunado, así recuperaremos la dignidad, la altivez y el orgullo que supimos tener por bien ganado, pero hoy perdido.


Recordemos y tomemos ejemplo de nuestra rica y gloriosa historia, de quienes forjaron esa argentina hoy añorada, evoquemos a Mariano Moreno con sus ideas liberales y revolucionarias, a Manuel Belgrano con su concepción de la economía y la importancia del comercio y el mercado, a José de San Martín que cuando las circunstancias se lo exigieron aunque en pelotas combatió y derroto a los maturrangos, a Domingo Faustino Sarmiento que busco en EE.UU a las maestras que educaran y les dieran cultura a nuestros niños, a Juan Bautista Alberdi que solo pensó en la institucionalidad de la República, a Julio Argentino Roca que pobló y desarrollo el desierto, a Marcelo Torcuato de Alvear que dignifico a la investidura presidencial, a Arturo Umberto Illia de una austeridad y dignidad republicana ejemplar y a tantos otros que llenan nuestras paginas de gloria, que supieron ofrecer al mundo y a todos aquellos hombres de buena voluntad que buscaron sedientos y necesitados una tierra de promisión con trabajo y paz el lugar donde afincarse y formar sus hogares. Es decir solo estamos tratando de revivir los anhelos, deseos, esperanzas y logros de nuestros padres, abuelos y quienes nos antecedieron en la vida.


Resumiendo: los argentinos con nuestras constantes actitudes de “corsi e ricorsi” (ida y vuelta) de la historia vivimos traumáticos, exasperantes, desmesurados y notables excesos que nos condujeron a la realidad actual, sin embargo ese inextinguido fervor y amor por la patria se manifiesta nuevamente en nuestros jóvenes que cansados de la vetusta y ya perimida política de contubernios y arreglos espurios, trampas y mentiras, comenzaron a decir basta, en ellos se reavivo de forma espontánea, clara y manifiesta esa luz esperanzadora por la necesidad de libertad y cambio, que se hizo oír en las elecciones Paso y sin duda se afianzará en noviembre.


Para lograr los objetivos buscados comencemos a ser los custodios que defenderemos, sostendremos y preservaremos de hoy en adelante la libertad, dado a que la libertad es la condición más esencial en la vida del hombre, porque cuando se pierde la libertad se pierde la dignidad y se cae en el oprobio y la servidumbre, para ponerlo en palabras de Benjamín Franklin estadista, filosofo, economista y físico estadounidense diríamos “El amor a la libertad, hace a los hombres indomables, y a las naciones invencibles. Donde hay libertad, allí esta la patria. Los que cambian la libertad por su seguridad no merecen libertad ni seguridad.”.


Diego Lo Tártaro Presidente de IADER