Esta semana van a ver que el enfoque de mi nota es diferente del de otras semanas. ¿Por qué? Porque van a leer una crítica empírica de por qué no funcionan los controles de precios. Y es por eso que muchos se podrían preguntar…¿y hay alguna idea financiera para sacar de esto?
Lamentablemente, la respuesta es que si. En la medida en que este tipo de medidas prevalezca, lo más razonable será estar short en acciones de argentinas y evitar toda tentación de comprar bonos. Puesto en otras palabras: hay altas chances de que la economía empeore antes de mejorar. Sigan leyendo hasta el final.
Está comprobado empíricamente que los controles de precios no funcionan. Mucho peor: terminan provocando aquello que intentaban evitar un mal peor que el que buscan evitar.
Sin embargo, ahora parece que han vuelto a estar de moda.
Luego de las PASO, el gobierno de Macri le prohibió a las petroleras aumentar el precio de la nafta para intentar contener la inflación.
También, terminó imponiendo un cepo sobre el dólar, para tratar de frenar la caída de las reservas internacionales.
Y muchos economistas cercanos a Alberto Fernández ya hablan de seguir con esta tendencia como si fuera una herramienta que funcionara.
Aunque en un primer momento puedan tener algún efecto, estas medidas traen típicamente dos consecuencias: el desabastecimiento y la aparición de un mercado paralelo (con precios mucho más altos, haciendo que la medida pierda sentido).
Para que lo puedan ver con mayor claridad, veamos tres ejemplos concretos sobre recientes fracasos.
1. Precios máximos a la carne
Los controles de precios a la carne comenzaron a principios de 2008 cuando Guillermo Moreno tuvo la “genial” idea de establecer un límite para el precio de venta del kilo de carne.
¿Qué generó esto? La pérdida de casi 10 millones de cabezas de ganado en sólo 3 años.
|