Todos los escenarios para el Brexit y las consecuencias en sus inversiones

Dos años y medio han transcurrido desde el referéndum del Brexit y por delante, para que se ejecute, quedan poco más de sesenta días. Aunque no hay que descartar que este último plazo se prorrogue un poco más, hasta finales de la primavera. A excepción de la debacle sufrida por todos los activos de riesgo tras conocerse el resultado de la consulta popular el 23 de junio de 2016 y la fulgurante recuperación a continuación, los movimientos que ha generado este proceso político en los mercados han sido bastante modestos y resumidos en dos: las novedades y los avatares que han rodeado a esta cuestión han cotizado sobre todo en la libra y las variaciones de la divisa, a su vez, han ocasionado un comportamiento relativo diferente entre las empresas más domésticas y las más globales dentro de la bolsa británica. 
Bruselas y el Gobierno de Theresa May no llegaron a un acuerdo sobre los términos en que el Reino Unido saldrá de la Unión Europea hasta finales del año pasado y el, 15 de enero, el Parlamento británico le daba un sonoro «no» que ya estaba descontado por los mercados (los analistas daban una probabilidad de entre un 5 y un 15 por ciento a que la cámara aprobara el plan y se llegara plácidamente al 29 de marzo, fecha en que está previsto que Londres se despida del club europeo). 
El «no» al acuerdo puede interpretarse como una desaprobación al modo en que el Ejecutivo conservador de May ha desarrollado las negociaciones con sus aún socios comunitarios y también al propio acuerdo, por lo que inmediatamente después de la votación, el líder laborista, Jeremy Corbyn, anunciaba una moción de censura para la tarde siguiente con el objetivo de convocar elecciones a continuación, aunque todo parecía apuntar que esa propuesta no tenía visos de prosperar, como así sucedió
La reacción de los mercados al último episodio no ha sido negativa, al revés: la libra se apreció al día siguiente y las bolsas europeas arrancaron la sesión al alza. Álex Fusté, de Andbank, interpretaba así esa reacción: «Significa que el escenario de ruptura desordenada está más lejos. Sí. Ese escenario que tanto preocupaba a empresarios e inversores es hoy menos probable; en cambio, ha aumentado significativamente la probabilidad de que el Brexit se transforme en un interminable proceso de transición o incluso, por qué no, que el proceso sea cancelado o 'aparcado'». Ello porque espera que el Parlamento tome el control del proceso de negociaciones, probablemente mediante una comisión constituida por políticos senior de cada partido, y con posturas muy distintas sobre el Brexit, lo que redundará en un alargamiento del proceso. 
A ello, Maryse Pogodzinski, de Groupama AM, añade: «La reacción de los mercados después de la votación, una apreciación de la libra, sugiere que el escenario de 'hard Brexit' está casi completamente descartado». Aunque advierte: «Incluso si esto alivia las tensiones a corto plazo, el nivel de incertidumbre sigue siendo alto y en un contexto global ya de por sí «sensible» se deberá esperar una cierta volatilidad en los mercados y, en este caso, la variable de ajuste sigue siendo la divisa». 
Aprobación en una segunda votación
De hecho, en realidad, con mayor o menor probabilidad, todos los escenarios siguen abiertos. Dado que, como se esperaba, no salió adelante la moción de censura planteada por Corbyn, May puede a partir de ahora buscar un nuevo acuerdo, concesiones por parte de la UE, sobre todo en cuanto a la cuestión irlandesa, y plantear una nueva votación para el próximo 30 de enero, como muy tarde. Pero esta posibilidad, que zanjaría la cuestión y llevaría a que se eliminara una de las principales incertidumbres que sobrevuelan el mercado desde hace ya demasiados meses, y que provocaría, en palabras de Natalia Aguirre, de Renta 4, recuperación de la libra, de las compañías expuestas al Reino Unido (por ejemplo, de las españolas Ferrovial, Santander, IAG, Sabadell...) y de todos los activos de riesgo en general, tiene pocos visos de materializarse. De hecho, si por ejemplo ING le daba una probabilidad de éxito del 5 por ciento a que el acuerdo se aprobara en la intentona del día 15, a que salga en un segundo intento sólo le otorga una probabilidad del 10 por ciento. 
David Lafferty, de Natixis IM, resume la situación: «May continuará presionando a los parlamentarios británicos, pero será difícil verla sacando un nuevo acuerdo en una semana o dos si no ha sido capaz de hacerlo después de dos años. La Unión Europea sigue frustrada porque el Reino Unido no puede clarificar sus intenciones. Esto no debería ser una sorpresa, teniendo en cuenta lo dividido que está el electorado británico sobre esta cuestión. Después de retrasar la primera votación en diciembre y perder por un enorme margen el día 15, vemos el pequeño espacio que tiene May para operar. No hay un lugar de encuentro entre lo que los parlamentarios demandarán y lo que Bruselas aceptará». Y ello se ha acentuado dada la amplitud del «no» al acuerdo, lo que ha convertido a la votación del día 15 en la peor de la historia para un Gobierno británico. 
Aunque Richard Buxton, de Merian Global Investors, afirma: «En el caso de que alguna forma de acuerdo finalmente obtenga suficiente apoyo para pasar por la Cámara de los Comunes, creo que la libra esterlina se fortalecerá una vez más, aunque no para recuperar los niveles previos al referéndum en comparación con el dólar estadounidense o el euro; un fortalecimiento del 5-8 por ciento parece más probable que el incremento de aproximadamente el 15 por ciento que se requeriría para recuperar esos máximos previos al referéndum».
Extensión del artículo 50
Natalia Aguirre señala la posibilidad de que, de no aprobarse en segunda votación en los próximos días, el Gobierno británico podría pedir una prórroga del artículo 50 y que el Brexit, en lugar de ejecutarse el 29 de marzo, lo haga en julio. El inconveniente de este escenario es que antes, en mayo, tendrían lugar las elecciones europeas a las que en principio no estaría llamado a participar el Reino Unido y ello sin saber aún si finalmente se materializará el Brexit. 
En todo caso, tal y como recuerda Aguirre, de extenderse el artículo 50, la incertidumbre sobre este proceso político se mantendría durante todo el primer semestre del año y se solaparía a la derivada de otros, como de los comicios europeos, de la guerra comercial o de la situación del propio ciclo económico. Con ello coincide Marián Fernández, de Andbank, que señala que todo lo que no se observe como definitivo se interpreta como factor de riesgo, por lo que movimientos de recuperación que pudiera haber -como en la libra- serían limitados. 
Para Diego Jiménez-Albarracín, de Deutsche Bank, el escenario más factible (aunque con una probabilidad de sólo un 30 por ciento) es que la moción de censura de Jeremy Corbyn no salga adelante y, a partir de ahí, May llegue a un consenso con los laboristas para buscar una prórroga del artículo 50 y un nuevo acuerdo con la UE, a lo que ésta se mostraría dispuesta. Jiménez-Albarracín afirma que, dado que los efectos del Brexit no se empezarían a notar hasta 2021, no habría que esperar cambios significativos en la divisa británica, pero sí cree que aumentaría el optimismo en los mercados financieros a ambos lados del Canal de la Mancha, por lo que las empresas con exposición a la libra y al Reino Unido recuperarían parte del castigo que acumulan en los últimos años. 
Juan Pedro Zamora, de Ágora Asesores Financieros, considera que este escenario (reapertura de las negociaciones para adaptar el periodo de transición y una salida más suave) sería el que más le gustaría al mercado: como tiene descontado el Brexit, que una salida amistosa ganara probabilidad podría provocar un rebote en la renta variable europea y en general en los activos cíclicos. Aunque añade que no cree que el movimiento fuera más allá de un rebote de corto recorrido: las bolsas no cambiarían su tendencia, que es bajista, aunque en los últimos días se haya formado un suelo. Añade que podrían comportarse mejor acciones expuestas a Reino Unido y enumera: LVMH, Boeing, Inditex, Ferrovial o IAG.
Pero para Alex Fusté, que se extienda el periodo de negociaciones y que el Parlamento se haga cargo del proceso a la vista de la enmienda a la totalidad sufrida por May esta semana implica dos cosas: la fecha del 29 de marzo deja de ser una amenaza y gana posibilidades un escenario «a la Noruega», lo que, simplificando, implica un «Brexit in name only» (Brexit sólo en el nombre, pero no en la práctica).
De todas maneras, los analistas de ING consideran que May no necesariamente tendría que extender la vigencia del artículo 50 de manera inmediata. Quizás tarde dos o tres semanas. 
Reversión del Brexit: ¿otro referéndum?
Philippe Waechter, de Ostrum IM, explica, sin embargo, que esa extensión del artículo 50 puede tener otra intención: «Uno puede imaginar una extensión del artículo 50 pero, ¿por qué? La Unión Europea no se moverá, y con razón, y los británicos ya han tratado de negociar el mejor acuerdo para ellos. La única razón que empuja en esta dirección es la idea de que los británicos renunciarán al 'Brexit'». De hecho, de acuerdo con lo sentenciado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el Reino Unido podrá suspender unilateralmente el proceso de salida de la UE en cualquier momento hasta la medianoche del 29 de marzo. En ese caso, todo el riesgo que tengan cotizados los activos desaparecería y sería de esperar un rebote. Para sacar partido de este escenario, sería conveniente comprar bolsa europea, sobre todo bancos, además de libras. 
También se puede detener el Brexit con la celebración de un nuevo referéndum (aunque este escenario también requeriría la extensión del artículo 50). Respecto a sus consecuencias, los analistas no se ponen de acuerdo. Juan Pedro Zamora cree que esta posibilidad estaría descartada y, en caso de que tenga lugar, opina que tampoco sería un buen escenario, puesto que incrementaría la incertidumbre (de hecho, no descarta que las bolsas puedan revisitar los últimos mínimos si tal posibilidad llega a hacerse realidad).
En cambio, Ángel Olea, de Abante, opina que la celebración de un segundo referéndum sería muy positivo, puesto que podría ser altamente probable que se produjera su reversión, dado lo ajustado que fue el «sí» en 2016 a la salida de la UE y que la evolución demográfica es favorable a la permanencia en la Unión, puesto que los jóvenes son más europeístas que los mayores.«Cualquier posibilidad de referéndum y de que salga 'no' al 'Brexit' a los mercados les apasionaría», afirma Jiménez-Albarracín. Según los analistas de ING, no es descartable esta posibilidad, dado que los parlamentarios británicos podrían considerar una nueva consulta como el único camino para salir de este atasco. 
Marián Fernández también plantea que el escenario de un nuevo referéndum tiene incertidumbres puesto que hay dudas respecto a qué se sometería a escrutinio popular: si sería una sola pregunta, es decir, reedición de la consulta de hace dos años y medio, o si habría una combinación de preguntas (si se quiere 'Brexit' y cómo se desea que se materialice, por ejemplo).
¿Nuevas elecciones? 
Es posible que la celebración de una nueva consulta requiera previamente la celebración de nuevas elecciones. Marián Fernández recuerda que según las encuestas los conservadores presentan una ligera ventaja con respecto a los laboristas, lo que hace pensar en que cualquier resultado podría ser, en principio, posible. Aunque esos comicios también están abiertos a incógnitas, como plantea Fernández: ¿Quién sería el nuevo líder conservador?, ¿qué perfil tendría?, ¿sería de los partidarios del 'Brexit' con acuerdo o del 'Brexit' a las bravas? 
Y respecto a la posibilidad de que las elecciones sean la premisa para un nuevo referéndum, Jiménez-Albarracín plantea: «Para que ello sea posible, alguien tiene que atreverse ahora a incluir en el programa electoral la promesa de un nueva nueva consulta. Los laboristas podrían hacerlo, porque habrán percibido que la juventud es partidaria del 'remain' y porque la población ya comienza a ver las orejas al lobo de los efectos del 'Brexit' en forma de más inflación, subida del precio de los productos extranjeros... Pero los conservadores no quieren un nuevo referéndum».
También hay que tener en cuenta que el laborismo de Corbyn está bastante más a la izquierda del que hemos conocido más recientemente en el ejercicio del poder (Tony Blair), por lo que el mercado podría manifestar sus reticencias. Bien es cierto que el tema en el que está puesto el foco es en el Brexit más que en la política económica que cualquier gobierno pueda poner en marcha.
Como resume Aguirre, en el caso de que haya nuevas elecciones, las encuestas no dicen que las cosas estarían más claras que en la actualidad. 
¿Y si hay un Brexit duro?
Los escenarios que hemos comentado hasta el momento, o son percibidos por los analistas como favorables para los mercados o se consideran neutrales. Pero no hay que descartar la posibilidad de que se materialice el peor de los posibles (aunque los mercados descuenten con los últimos movimientos que su probabilidad es cada vez menor y los analistas coincidan con este dictamen): un Brexit sin acuerdo, a las bravas, sin decir ni adiós el próximo 29 de marzo. 
En este sentido, Ignacio Serrats, de XTB, comenta: «Desde el punto de vista de un inversor de renta variable, lo aconsejable sería no tener exposición a empresas cuya principal fuente de ingresos se concentre en Reino Unido. Un Brexit duro podría suponer incertidumbre en la continuidad de dichos negocios y por lo tanto caídas en las cotizaciones de las acciones. Si se mantiene mucha exposición al mercado británico, una alternativa es realizar una cobertura total o parcial de la cartera, ya sea a través de un posicionamiento en corto sobre las acciones o directamente sobre el índice, el Ftse 100, para protegerse de la volatilidad derivada de la incertidumbre política». 
Asimismo, en caso de una salida de la UE sin acuerdo, Serrats también esperaría que la libra perdiera valor: «Por lo tanto, si se mantiene una importante exposición alcista a la libra tenemos varias alternativas. En primer lugar, cubrirla a través de la venta en corto de la misma. En segundo lugar, buscar otro tipo de divisas con menor volatilidad o que actúen como refugio en etapas de incertidumbre. En la situación actual, el yen japonés está mostrando fortaleza como activo refugio». Asimismo, Serrats propondría salir de activos más volátiles y entrar en otros con menores movimientos, como el oro o las empresas relacionadas con su extracción. 
Juan Pedro Zamora señala que sólo en el caso de que un inversor se plantee la posibilidad de un Brexit desordenado y que a la vez tenga una exposición a bolsa por encima del 50 o del 60 de la cartera («lo que no recomendamos», apunta Zamora), debería tal vez cubrirse con futuros y comprando dólares. Aunque también afirma que el inversor que tenga un horizonte de inversión de medio plazo, podría estar tranquilo e incluso comprar empresas solventes en las caídas. Olea, por su parte, ante el que considera improbable escenario de un 'Brexit' sin acuerdo apostaría por vender riesgo, deshacerse de libras y de renta variable inglesa. 
En cuanto a medidas de protección, David Ardura, de Gesconsult, plantea liquidez, deuda soberana de la zona euro y americana o dólar (aunque a medio plazo lo ve debilitándose). En deuda privada, se inclinaría por sectores defensivos, como telecos, si bien advierte de que si hubiera una ampliación generalizada de spreads, pocos activos se salvarían. 
En todo caso, precaución
Natalia Aguirre señala al Brexit como uno de los posibles cisnes negros de este año que no se puede descartar y que haría daño a empresas con intereses en el Reino Unido, aunque, apunta, en realidad tendría capacidad de afectar a todos los activos de riesgo, puesto que «entraríamos en un territorio completamente desconocido». Por ello, los expertos de DWS advierten sobre el quizás exceso de complacencia que existe en los mercados a propósito del 'Brexit'. En su opinión, aunque la última votación cambió poco, los riesgos de una salida desordenada del Reino Unido siguen siendo muy reales. 
Marián Fernández, por tanto, considera que lo más prudente, ante las incertidumbres que persisten, es no dar volantazos, no tomar posiciones radicales en los activos más concernidos por el Brexit, como la libra. Y resume su visión con esta idea: «Vemos valor en la renta variable, pero tenemos una posición de corte defensivo».
Aguirre señala que el 'Brexit' no ha desviado su estrategia del inicio del año, que pasa por contar con carteras diversificadas y sin mucha exposición al Reino Unido, o que ésta esté muy medida («no tenemos IAG, Santander o Sabadell, pero sí Telefónica o Ferrovial», asegura). 
Diego Jiménez-Albarracín presenta una idea similar, de cautela, de prudencia, con algún matiz más: «Teniendo en cuenta que Europa no es uno de nuestros mercados favoritos, el Reino Unido, menos. Al dinero no le gusta la incertidumbre, y teniendo en cuenta que uno de los escenarios posibles es muy malo, huye». 
Ben Lofthouse, de Janus Henderson, concluye: «El aspecto positivo de la incertidumbre es que muchos mercados bursátiles de todo el mundo, incluido el del Reino Unido, están considerablemente más baratos que hace un año y ofrecen un abanico más amplio de oportunidades de inversión que permiten a los inversores diversificar sus exposiciones geográficas y sectoriales a situaciones de resultado aparentemente binario».


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