La retirada de los estímulos extraordinarios de los bancos centrales cobrará relevancia esta semana, con la publicación de las actas de las últimas reuniones de la Reserva Federal y del BCE de marzo. La instrumentación de esta retirada y el ritmo al que se acometa serán una de las cuestiones de mayor relevancia para el mercado en los próximos meses.
La Fed inicialmente redujo las compras de activos en 2014 para, una vez estabilizado el balance, empezar a subir tipos en diciembre de 2015. En la actualidad el debate se centra sobre el momento en que debe empezar a reducir el tamaño de su balance. Los miembros del FOMC han expresado distintas opiniones al respecto: algunos prefieren esperar a que el tipo de referencia esté en niveles más elevados, mientras otros consideran que, independientemente del nivel de los fondos federales, la reducción del balance debería comenzar pronto y seguir un calendario predecible. Las actas de la reunión del FOMC de marzo podrían dar pistas sobre el debate en la institución. En lo que respecta al BCE, tras la publicación de los últimos registros de precios en la zona Euro, el debate en torno a sus próximas actuaciones está servido.
A pesar de que en la comparecencia de Draghi tras el último Consejo de Gobierno se incidió en la posibilidad de modificar el sesgo del forward guidance antes de que termine el ejercicio 2017, lo que dio pie a que el mercado especulase con la posibilidad de que el banco central empiece a reducir pronto el grado de acomodación de su política monetaria, el descenso de la inflación demuestra que los riesgos inflacionistas continúan sesgados a la baja en la mayor parte de la economías de la región (Alemania podría ser la excepción) y, a medida que avance el ejercicio y se pierda el efecto base de los precios del petróleo, quedará cada vez más clara la necesidad de mantener el sesgo monetario intacto en 2017 (en esta línea se han manifestado distintos miembros del Consejo de Gobierno).
A pesar de que en la comparecencia de Draghi tras el último Consejo de Gobierno se incidió en la posibilidad de modificar el sesgo del forward guidance antes de que termine el ejercicio 2017, lo que dio pie a que el mercado especulase con la posibilidad de que el banco central empiece a reducir pronto el grado de acomodación de su política monetaria, el descenso de la inflación demuestra que los riesgos inflacionistas continúan sesgados a la baja en la mayor parte de la economías de la región (Alemania podría ser la excepción) y, a medida que avance el ejercicio y se pierda el efecto base de los precios del petróleo, quedará cada vez más clara la necesidad de mantener el sesgo monetario intacto en 2017 (en esta línea se han manifestado distintos miembros del Consejo de Gobierno).
En cambio, de cara al próximo ejercicio, el BCE podría subir el tipo de la Facilidad Marginal de Depósito aunque continúe aumentando el tamaño de su balance. La secuencia sería, por tanto, distinta a la de la Fed y obedecería a los efectos negativos que está teniendo los tipos negativos sobre el sector financiero europeo. Además, la reducción de las compras debería ser gradual para evitar un repunte excesivo de las curva Tesoro que se traduzca en un endurecimiento de las condiciones financieras en la zona Euro. Aunque todavía es pronto, las actas de este jueves podrían dar alguna indicación sobre hacia donde se dirige el banco central. En cualquier caso, la comunicación de la retirada de estímulos será un reto para los bancos centrales. Estos deben ser, ahora más que nunca, cuidadosos para que la utilización de un instrumento u otro no dificulte la transmisión y predictibilidad de las medidas.